Washington. Aunque los acontecimientos del segundo intento de asesinato al expresidente de Estados Unidos y candidato republicano, Donald Trump, fueron muy diferentes a lo sucedido en julio en un mitin en Pensilvania, el Servicio Secreto vuelve a estar en el punto de mira por los posibles fallos de seguridad.

En cuanto Ryan Routh, un hombre de 58 años exvotante del candidato republicano, fue detenido el domingo en las inmediaciones de un campo de golf propiedad de Trump en West Palm Beach (Florida) después de que un agente del Servicio Secreto lo divisara agazapado en unos arbustos, todo fueron felicitaciones para el cuerpo de élite que protege a los líderes políticos de Estados Unidos.

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Routh no llegó a realizar un solo disparo con el AK-47 que portaba, equipado con una mira telescópica. El agente lo divisó, disparó, y este salió huyendo en una camioneta antes de ser arrestado por la policía minutos después.

“El trabajo realizado fue absolutamente excepcional”, apuntaba Trump unas horas después en un mensaje en Truth Social donde felicitaba al cuerpo de seguridad.

Pero, al conocerse nuevos detalles sobre lo sucedido, han comenzado a surgir los cuestionamientos. El más grave: ¿Cómo es posible que el acusado estuviera casi 12 horas merodeando la zona y solo fuera detectado cuando estaba agazapado junto a la valla, a unos 300 o 500 metros del exmandatario?

De acuerdo con la Fiscalía, Routh había estado circulando desde la 01:59 a.m., hora local del domingo, en las inmediaciones del Trump International Golf Club de West Palm Beach, al norte de Miami, hasta las 1:30 p.m., hora local, cuando fue descubierto.

Más fondos para el Servicio Secreto

En una entrevista con el programa de radio “DeDe in the Morning” que fue transmitida este martes, el presidente, Joe Biden, insistió en que el Servicio Secreto debería recibir más recursos.

“Necesitamos más recursos. Hacen falta más agentes, mayor protección y, en general, ampliar la ayuda”, manifestó.

Tras el atentado fallido, el líder de la mayoría demócrata del Senado, Chuck Schumer, había abierto la puerta a incluir fondos adicionales para el Servicio Secreto en un proyecto de ley que el Congreso debe aprobar antes del 30 de septiembre para financiar las agencias gubernamentales y evitar el cierre de la Administración por falta de presupuesto.

Y la petición de Biden esconde un trasfondo político: el Partido Demócrata lleva desde agosto presionando al Congreso para que apruebe el proyecto de ley de gastos a corto plazo que garantice la continuidad de los servicios gubernamentales, entre ellos el Servicio Secreto.

Los republicanos tienen la mayoría en la Cámara de Representantes, pero su propia resolución para prorrogar hasta marzo parte de la financiación del Ejecutivo ha encontrado división interna y necesita apoyo de los demócratas, que apuestan por una prolongación hasta diciembre. El voto está previsto para este miércoles.

El Servicio Secreto ya fue sometido a interrogatorio en un comité parlamentario tras los fallos de julio. Ese mismo mes dimitió la hasta entonces directora de esa agencia, Kimberly Cheatle, y tomó el relevo Ronald Rowe.

Está previsto que Rowe se quede en Florida mientras dure la investigación a lo sucedido el domingo. Su puesto no parece estar en peligro, pero que el sospechoso no pasara al ataque no le ha dejado exento de reproches.

“Obviamente el hecho de que al expresidente no le dispararan fue un éxito. Sin embargo, verlo de esa manera es ver el vaso medio lleno, si se quiere ser positivo al respecto”, ha afirmado a la prensa la experta en Seguridad Carrie Bachner, presidenta de la consultora Bachner Group y para quien lo sucedido el domingo fue “100%” un fracaso.