Washington. El general Colin Powell, fallecido este lunes a los 84 años de edad por complicaciones relacionadas al COVID-19, forjó una brillante carrera militar y política que hizo historia, cuya gran “mancha” fue su controvertida defensa ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak para justificar la invasión de este país.

Powell fue el primer afroamericano en ocupar el cargo de secretario de Estado de Estados Unidos (2001-2005) y el de jefe del Estado Mayor Conjunto (1989-1993).

Hijo de inmigrantes jamaicanos y nacido en el barrio de Harlem, en Nueva York, ascendió todos los peldaños del escalafón militar hasta convertirse en general de cuatro estrellas durante sus 35 años de servicio.

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Tras su graduación en 1958, estuvo dos veces destacado en Vietnam en la década de 1960, donde fue herido dos veces y recibió once condecoraciones, entre ellas la Purple Heart.

Su salto a la política

La década de 1980 fue la de su salto a la política.

Comenzó como asesor militar del entonces secretario de Defensa, Caspar Weinberger y, durante la Presidencia de Ronald Reagan (1981-1989), fue promocionado a asesor de Seguridad Nacional, donde ocupó un papel clave en las cumbres entre Estados Unidos y la URSS, que marcaron el segundo mandato de Reagan y supusieron el fin de la “guerra fría”.

Como jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, dirigió las operaciones militares estadounidenses en Panamá, Granada, Filipinas y Liberia; y más tarde organizó el despliegue de fuerzas en Arabia Saudí al iniciarse la crisis del Golfo en agosto de 1990 y el comienzo de la primera guerra contra Irak.

Su estrategia principal, bautizada como la “doctrina Powell”, estaba basada en un uso abrumador del poderío castrense, el amplio apoyo de la opinión pública y una rápida retirada tras el conflicto.

El diario The New York Times recordaba este lunes una de sus ruedas de prensa en el Pentágono al principio de la guerra del Golfo, donde Powell resumió su táctica para derrotar a las fuerzas de Sadam Husein.

“Nuestra estrategia a la hora de luchar contra este Ejército es muy simple -explicó-. Primero, vamos a aislarles y luego los vamos a matar”.

En 2001, marcó un hito al convertirse en el jefe de la diplomacia estadounidense, tras ser designado por el presidente George W. Bush (2001-2009).

Considerado un pragmático, y defensor de las alianzas internacionales, se opuso en un primer momento a la invasión militar de Irak, pero finalmente cedió a las presiones del ala más agresiva de la Administración estadounidense después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Polémico discurso ante la ONU

En febrero de 2003, vivió el momento que marcaría su carrera cuando ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aseguró en un polémico discurso que Irak contaba con armas de destrucción masiva, algo que después se supo que no era cierto.

Años más tarde, reconoció que esa fallida intervención sería la gran “mancha” en su trayectoria.

Aun así, en una entrevista con la CNN en julio de 2009, Powell se defendió citando el sentido del deber y de la obediencia como militar a la autoridad del presidente.

“Es como en las Fuerzas Armadas, hablas, debates sobre algo, pero una vez que el presidente ha tomado la decisión se convierte en una decisión para el Gobierno”, dijo.

Durante años, y dada su popularidad, se rumoreó la posibilidad de que se lanzara como candidato a la Casa Blanca, algo que finalmente desestimó.

Aunque perteneciente al Partido Republicano, se desmarcó en los últimos años de los conservadores, ya que el pasado año pidió el voto para el demócrata Joe Biden, e hizo lo mismo en 2016 cuando respaldó la candidatura a la Casa Blanca de Hillary Clinton, en vez del republicano Donald Trump.

En la Convención Nacional Demócrata del 2020, donde ofreció su respaldo a Biden en una intervención pregrabada, Powell habló de la polarización en el país.

“Hoy somos un país dividido y tenemos un presidente (Trump) que está haciendo todo en su poder para mantenernos así. Un presidente que nos una marcaría una gran diferencia, alguien que restaure nuestra fuerza y nuestra alma”, señaló.