Cuando el policía Dave Stull se hizo una prueba de ADN para conocer más sobre sus padres biológicos, no esperaba gran cosa. Estaba cansado de dejar en blanco las secciones del historial familiar en las planillas médicas, pero no sentía un vacío que llenar. Tuvo una buena infancia con sus consentidores padres adoptivos.

“Claro, había interrogantes en mi vida sobre, ‘¿Quién soy?’, ‘¿De dónde vengo?’ y cosas por el estilo, pero no eran preguntas imperiosas”, dijo Stull, de 51 años, quien fue adoptado de bebé por un piloto de la Naval y su esposa.

Sin embargo, tras morir de Alzheimer su madre hace 20 años y ver cómo su padre adoptivo moría de un padecimiento cardíaco el año pasado, se sintió menos culpable de rastrear sus raíces biológicas.

La posibilidad de tener hermanos no pasó por su mente. Quizás encontraría a algunos primos. Sin embargo, cuando abrió el vínculo en el sitio web 23andMe, el primer nombre de una lista de 1.200 o más posibles parientes era el de un medio hermano, junto con su fotografía.

Eric Reynolds tenía el mismo mentón, aunque color de ojos diferente.

“Trae una chaqueta de policía y dice Florida”, dijo Stull.

Los equipos para hacerse pruebas de ADN como Ancestry y 23andMe en años recientes se han vuelto más populares, con más de 26 millones de personas haciéndose el análisis en casa, según la revista MIT Technology Review. Aunque la tendencia ha saturado las noticias con historias conmovedoras, también ha generado interrogantes éticas sobre situaciones que supuestamente debieron permanecer privadas, como donantes de esperma anónimos, adopciones y niños nacidos fuera de matrimonio o como resultado de amoríos.

Reynolds se retiró hace un mes como experto en evidencia de la policía de Boynton Beach y ahora está ocupado con sus hijos de 3 y 7 años, quienes son educados en casa. Ahora quiere llevar a su familia de viaje por el país en una casa rodante.

Reynolds, de 49 años, desayunaba con un colega cuando primero se enteró de su hermano en Florida.

“Buenos días, mi hombre es David Stull. Somos medios hermanos”, decía el correo electrónico. “No sé la validez de esto, pero aparentemente ambos vivimos en Florida y somos policías”.

Los dos se enviaron mensajes de texto todo el día en los que hablaron de todo: desde su obsesión compartida con el vodka Tito’s hasta palillos de dientes, y las luchas diarias y temores ocultos que ambos experimentaron como policías.

También hablaron de sus diferencias. No están en la misma página en cuanto a religión. Stull dijo que es más compulsivo en que ciertas cosas se hagan de cierta forma.

Se reunieron por primera vez en la casa de Stull cerca de Orlando y hablaron hasta muy entrada la noche, pero no bastó. Pasaron un fin de semana juntos para conocerse mejor, ellos solos, y hablar de “lo bueno”, dijo Reynolds.

Reynolds dice que es como estar en la escuela primaria, como tener un nuevo mejor amigo. Los hermanos se envían mensajes de texto todo el día y la esposa de Reynolds bromea cuando dice que es como si tuvieran un amorío.

El proximo verano se retirará Stull y los hermanos ya planean viajes juntos en la caravana.

“Tenemos que recuperar 50 años”, dijo Stull.