Condenan a diez años de prisión a exagente de la CIA que espió para China
Además deberá someterse de por vida a pruebas de polígrafo.
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HONOLULU. Un exagente de la CIA y lingüista contratado por el FBI que recibió dinero en efectivo, palos de golf y otros regalos caros a cambio de espiar para China fue condenado el miércoles a 10 años de prisión.
Alexander Yuk Ching Ma, de 71 años, llegó a un acuerdo en mayo con los fiscales federales, que aceptaron recomendar la pena de 10 años a cambio de que se declarara culpable de un cargo de conspiración para recopilar o entregar información de defensa nacional a un gobierno extranjero. El acuerdo también le obliga a someterse a las pruebas del polígrafo, siempre que lo solicite el gobierno estadounidense, durante el resto de su vida.
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Un juez estadounidense aprobó el acuerdo el miércoles y dictó la sentencia acordada, según consta en los registros judiciales.
“Espero que Dios y Estados Unidos me perdonen por lo que he hecho”, escribió Ma, en prisión preventiva desde su detención en 2020, en una carta dirigida al juez federal de distrito Derrick Watson en Honolulu antes de su sentencia.
Sin el acuerdo, Ma se enfrentaba a cadena perpetua. Se le habría permitido retirarse del acuerdo si Watson rechazaba la sentencia de 10 años.
Ma nació en Hong Kong, se trasladó a Honolulu en 1968 y obtuvo la nacionalidad estadounidense en 1975. Se incorporó a la CIA en 1982, fue destinado al extranjero al año siguiente y dimitió en 1989. Tenía una habilitación de seguridad de alto secreto, según los documentos judiciales.
Ma vivió y trabajó en Shanghai (China) antes de regresar a Hawai en 2001 y, a instancias de agentes de inteligencia chinos, accedió a organizar una presentación entre agentes de la Oficina de Seguridad del Estado de Shanghai y su hermano mayor, que también había trabajado como agente de casos de la CIA.
Durante una reunión de tres días en una habitación de hotel de Hong Kong ese año, el hermano de Ma -identificado en el acuerdo de culpabilidad como “Co-conspirador nº 1″- proporcionó a los agentes de inteligencia un “gran volumen de información clasificada y sensible”, según el documento. Se les pagó 50,000 dólares. Los fiscales dijeron que tenían un vídeo de una hora de duración de la reunión en el que se veía a Ma contando el dinero.
Dos años después, Ma solicitó un trabajo como lingüista contratado en la oficina del FBI en Honolulu. Para entonces, los estadounidenses sabían que colaboraba con los servicios de inteligencia chinos y lo contrataron en 2004 para poder vigilar sus actividades de espionaje.
Durante los seis años siguientes, copió, fotografió y robó documentos clasificados con regularidad, según los fiscales. A menudo se los llevaba de viaje a China, de donde regresaba con miles de dólares en efectivo y regalos caros, incluido un nuevo juego de palos de golf, según los fiscales.
En un momento dado, en 2006, sus superiores en la Oficina de Seguridad del Estado de Shanghai pidieron a Ma que su hermano le ayudara a identificar a cuatro personas en fotografías, y el hermano identificó a dos de ellas.
Durante una operación encubierta, Ma aceptó miles de dólares en efectivo a cambio de actividades de espionaje realizadas en el pasado, y dijo a un agente encubierto del FBI que se hacía pasar por agente de inteligencia chino que quería ver triunfar a la “madre patria”, según los fiscales.
“Que sirva de mensaje a cualquiera que esté pensando en hacer lo mismo”, declaró Steven Merrill, agente especial del FBI en Honolulú, tras la condena de Ma. “No importa cuánto tiempo lleve o cuánto tiempo pase, será llevado ante la justicia”.
El hermano nunca fue procesado. Sufría síntomas debilitantes de la enfermedad de Alzheimer y falleció, según los documentos judiciales.
“Por mi hermano, no me atreví a denunciar este delito”, dijo Ma en su carta al juez. “Era como una figura paterna para mí. En cierto modo, también me alegro de que dejara este mundo, ya que eso me hizo libre para admitir lo que hice”.
El acuerdo de culpabilidad también obligaba a Ma a cooperar con el gobierno de Estados Unidos, proporcionando más detalles sobre su caso y sometiéndose a las pruebas del polígrafo durante el resto de su vida.
Según la fiscalía, desde que se declaró culpable, Ma ya ha participado en cinco “largas, y a veces agotadoras, sesiones a lo largo de cuatro semanas, algunas de hasta seis horas, en las que proporcionó valiosa información y se esforzó por responder lo mejor posible a las preguntas del gobierno”.