Comienzan los dimes y diretes entre Donald Trump y Ron DeSantis
Tras un desempeño decepcionante de los republicanos en las elecciones intermedias, ambos líderes se enfilan a la carrera presidencial para 2024.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Washington. Donald Trump y Ron DeSantis se han enfilado hacia una colisión desde el principio.
Al considerar al gobernador de Florida como su principal rival dentro del Partido Republicano, el expresidente ha intentado mantener a DeSantis en su lugar, con frecuencia señalando el rol que tuvo su apoyo para levantar al relativamente desconocido congresista al liderazgo de uno de los estados más grandes de Estados Unidos.
Por su lado, DeSantis ha elogiado desde hace mucho a Trump y ha imitado su estilo, pero notablemente se ha negado a dejar a un lado sus propias ambiciones para llegar a la Casa Blanca en un momento en que el expresidente se prepara para recuperar su antiguo trabajo. En la señal más clara de tensión, los dos organizaron mítines en Florida en los últimos días de las elecciones intermedias de este año. En su evento, Trump dio a conocer su nuevo apodo para DeSantis, cuando lo llamó Ron DeSanctimonious (DeSanturrón).
La intensa rivalidad entre las dos estrellas más grandes del Partido Republicano entra a una nueva y más volátil fase después del decepcionante desempeño del partido en lo que se suponía que iba a ser un año electoral exitoso. DeSantis, quien ganó su reelección con facilidad, es considerado cada vez más el futuro del partido, mientras que Trump, cuyos candidatos preferidos perdieron contiendas desde Pensilvania hasta Arizona, es considerado por muchos un lastre para el partido.
Eso ubica a Trump en quizá su situación más vulnerable desde que provocó la violenta insurrección en el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021. Conforme avanzan sus planes de anunciar el martes su tercera contienda presidencial, Trump utiliza una estrategia que le ha funcionado durante décadas de líos personales, financieros y políticos: Enfocarse en las debilidades percibidas de sus enemigos y atacarlos reiteradamente.
“Así es como lucha el presidente Trump”, dijo Michael Caputo, un asesor que trabajó en la primera campaña de Trump.
Desde la elección del martes, Trump ha hecho comentarios racistas sobre la gobernadora de Virginia Glenn Youngkin, otra posible candidata presidencial republicana, cuando dijo que su nombre parece chino. Ha arremetido la cobertura de Fox News, que, al igual que gran parte del imperio mediático de Rupert Murdoch, ha cambiado su tono hacia Trump en días recientes. Pero gran parte de sus críticas se dirigen a DeSantis, una señal de la amenaza que Trump percibe del gobernador de Florida.
En un extenso comunicado, Trump catalogó a DeSantis como un “gobernador REPUBLICANO promedio con grandes relaciones públicas” y expresó indignación de que DeSantis no haya descartado públicamente desafiarlo.
La estrategia recuerda aquella de 2016 de Trump, cuando despejó un terreno de casi una docena de rivales con una táctica de tierra quemada que incluyó insultar la apariencia de la esposa de su entonces rival Ted Cruz y afirmar que su padre pudo haber participado en el asesinato de John F. Kennedy. Cruz después se convirtió en un importante aliado en el Congreso.
Sus ataques sólo se vuelven más despiadados cuando se topa con pared. Después de la difusión del video “Access Hollywood”, por ejemplo, en que Trump usó un lenguaje vulgar para presumir de acoso sexual, respondió invitando a un debate presidencial a las mujeres que acusaron al esposo de su rival Hillary Clinton, el expresidente, de violación y avances sexuales no deseados.
“Sin duda la estrategia funcionó en 2016. Ahora la diferencia, y lo digo con todo el respeto hacia Ron DeSantis, es que nunca ha entrado al cuadrilátero con un pugilista como Donald Trump”, dijo Corey Lewandowski, asesor de Trump y quien dirigió su campaña para las elecciones primarias de 2016. “Mike Tyson tiene un viejo dicho: Todo el mundo tiene un plan hasta que le golpean en el rostro”.