Nueva York. El exalcalde de Nueva York Bill de Blasio (2014-2022) y su esposa Chirlane McCray se separaron tras cumplir 30 años juntos, según anunciaron ambos al diario The New York Times.

En una entrevista que De Blasio y McCray -padres de dos hijos de más de veinte años- dieron al rotativo, aclararon que ha sido de mutuo acuerdo y que por el momento no se divorcian.

La pareja pasaba por ser la imagen perfecta de la inclusividad en Nueva York: él blanco y de ascendencia italiana; ella negra y mucho más baja de estatura que él, además de lesbiana confesa en su juventud. Su boda, en 1994, la oficiaron dos funcionarios gais debajo de un árbol en un parque de Brooklyn.

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La noticia la han proporcionado en una inusual entrevista íntima con el periodista en la casa que aún comparten en uno de los barrios más “chic” de Brooklyn, en la que no dejaron de lanzarse mensajes de afecto y gestos de complicidad; sin embargo, dejaron claro que “lo que estamos diciendo al mundo es que ya no queremos poseernos el uno al otro”.

McCray, que además es seis años mayor que su aún marido, señaló que fue probablemente la exigente carrera política de De Blasio la que más afectó a su matrimonio, y que de hecho ella se oponía abiertamente a que aspirase a un segundo mandato, pero aun así él siguió adelante.

De Blasio no pareció contentarse con sus años como alcalde de la mayor ciudad estadounidense, y al dejar la alcaldía, y de nuevo contra los deseos de su mujer, se postuló para las presidenciales del Partido Demócrata, pero tuvo que retirarse meses después ante los ínfimos porcentajes de apoyo conseguidos.

Por el momento, dicen que se van a dedicar a sus respectivas carreras profesionales: él enseñando en la Universidad de Nueva York y dando conferencias pagadas en Italia; ella seguirá en el campo de la salud mental pública, ámbito donde tuvo algunas responsabilidades como “primera dama”.

McCray (68 años) dice en la entrevista que ahora, sin De Blasio a su lado, podrá disfrutar del anonimato, y añade que “sólo quiero pasarlo bien”, y ante la mirada extrañada de su aún esposo, precisó: “No es que no nos lo hayamos pasado bien”, a lo que él contestó: “Gracias, cariño”.