Agentes enviados por Trump usan gas lacrimógeno contra manifestantes en Portland
El Servicio de Protección Federal declaró que la reunión era “una asamblea ilegal” y dijo que había agentes heridos.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Portland, Oregon. Una persistente multitud de manifestantes seguían en el exterior de una corte federal en Portland, Oregon, en la madrugada del sábado mientras se lanzaban fuegos artificiales contra el inmueble, bajo nubes de gases lacrimógenos lanzados por fuerzas de seguridad federales.
Miles de personas salieron a la calle horas después de que un juez federal negó la petición de Oregon para restringir las acciones de agentes federales cuando detienen a gente durante las caóticas manifestaciones que han sacudido la ciudad y que enfrentaron a las autoridades locales con el gobierno de Donald Trump.
A las 8:00 de la noche, hora local, varios cientos de personas, la mayoría con mascarilla y muchos de ellos también con casco, se reunieron cerca de una fuente en la que suelen darse cita los grupos antes de marchar hacia el Palacio de Justicia Mark O. Hatfield, donde hay agentes federales desplegados. Corearon lemas y aplaudieron al son atronador de los tambores, parando para escuchar a los oradores.
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Entre los grupos organizados presentes, incluyendo Healthcare Workers Protest, Teachers against Tyrants, Lawyers for Black Lives y las Wall of Moms”, estaba la comisionada de Portland, Jo Ann Hardesty, quien se dirigió a la multitud en el exterior del tribunal federal.
A las 9:00, los participantes eran ya varios miles. Apiñados, llenaron la zona y las calles aledañas mientras cantaban “Black Lives Matter” y “Federales, váyanse a casa” al son de la percusión.
A medida que avanzaba la noche, los inconformes sacudieron con fuerza la cerca del tribunal y lanzaron fuegos artificiales hacia el inmueble y botellas de cristal. En muchas de las ocasiones, los agentes federales respondieron lanzando gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento.
Los productos irritantes hicieron que los manifestantes se dispersasen: algunos enfermaron y otros se quedaron frente al tribunal con sopladores de hojas para redirigir los gases de vuelta hacia el inmueble. Los agentes federales tenían maquinas similares para responder.
Daniel Pereyo fue uno de los que notaron los efectos de los gases. Según contó, estaba en un parque próximo viendo a los bateristas y los fuegos artificiales cuando comenzaron a arderle los ojos y la cara.
“Es extremadamente doloroso”, dijo. “No es el peor dolor del mundo, pero es molesto y distrae”.
Mientras las nubes de gases lacrimógenos flotaban por la calle, los manifestantes se reagrupaban rápidamente y volvían a cantar y a sacudir la cerca que los separaba de las fuerzas de seguridad federales en la corte.
El Servicio de Protección Federal declaró que la reunión era “una asamblea ilegal” y dijo que había agentes heridos.
Los agentes federales, enviados por Trump para atajar los disturbios, han detenido a docenas de personas en unas manifestaciones nocturnas contra el racismo que a menudo se volvieron violentas. Líderes demócratas en Oregon dijeron que la intervención federal ha empeorado la crisis, que dura ya dos meses, y el secretario estatal de Justicia presentó una demanda alegando que alguna gente había sido sacada de las calles en autos sin rotular.
El juez de distrito de Estados Unidos Michael Mosman decretó que el estado carecía de legitimidad para denunciar en nombre de los manifestantes porque la demanda era “altamente inusual y con un conjunto de características particular”.
Oregon solicitaba una orden de alejamiento en nombre de sus residentes no por las lesiones que ya se habían cometido, sino para evitar las que pudiesen ocurrir en un futuro a manos de los agentes federales. Esta combinación hace que el estándar para conceder el reclamo sea muy escaso, y el estado no demostró tener legitimidad en el proceso, escribió Mosman.
Los disturbios en Portland se agravaron aún más con las tensiones políticas del país y provocaron una crisis por los límites de los poderes federales, mientras Trump se dispone a enviar agentes federales o otras ciudades gobernadas por demócratas para combatir la delincuencia. El mandatario emprendió esta campaña dentro de su estrategia de presentarse como un candidato de “ley y orden” para su reelección luego de que la pandemia del coronavirus arrasó la economía.