Detrás de la cortina de hierro
Probamos el Porsche 911 Carrera 4 en la antigua Alemania Oriental

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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Liebenberg, Alemania - Poco me hubiera imaginado durante mis años de adolescencia que algún día visitaría Alemania Oriental. Crecí durante el apogeo de la Guerra Fría; en la época de Reagan y Gorbachov. Eran días en los que real o imaginariamente, se palpaba la amenaza de una Tercera Guerra Mundial que aniquilaría el planeta. Era como si los generales de ambos bandos vivieran con un rígido dedo índice pendiendo a escasos centímetros del botón que desataría una lluvia de misiles nucleares alrededor del globo.
Claro, los vídeos musicales de la entonces novel MTV y las temáticas de las películas (¿recuerdan a “The Day After”?) acentuaban aún más esos temores.
¿Entienden ahora por qué lo último que me hubiera pasado por la mente era una visita a la Alemania comunista?
Es por ello, que casi no lo podía creer cuando estuve allí hace poco más de un mes. Me hospedaba en el Schloss & Gut, un pequeño hotel ubicado en un antiguo castillo en el pueblo de Liebenberg. Estaba a unos escasos 45 minutos al norte de Berlín, justo en territorio que una vez perteneció a la mal llamada Deutsche Demokratische Republik o República Democrática Alemana. Me reía conmigo mismo pues no podía creer que estaba detrás de la otrora temida Cortina de Hierro.
Estar allí era como un viaje al pasado. El silencio total que reinaba en el hotel y los campos que lo rodean, así como las calles desiertas de Liebenberg y los otros pueblitos de la región, casi hacían sentir la represión que reinó allí y en toda Europa Oriental hasta el 1989. Pero con sólo asomarse a la parte frontal del hotel, uno podía percatarse que estaba en una época muy distinta. En la pequeña plaza que le sirve de entrada al encantador complejo, en lugar de los patéticos Trabants que a los alemanes orientales no les quedaba más remedio manejar, había una enorme flota de Porsches 911.
NUEVA GENERACIÓN DEL CARRERA 4
Porsche escogió al Schloss & Gut Liebenberg como la sede de la presentación a la prensa mundial de la segunda generación del 911 Carrera 4, en sus versiones cupé y Cabriolet. Como lo indica el dígito, el Carrera 4 es la versión del inmortal 911 que es equipada con tracción en las cuatro ruedas.
Son varias las innovaciones que el Carrera 4 estrena para el 2009. La primera es en su clásico motor trasero tipo bóxer de seis cilindros horizontalmente opuestos. Nuevo en su totalidad, este motor, ahora con inyección directa de combustible, viene en dos versiones: un 3.6 litros de 345 caballos de fuerza y un 3.8 con caballaje de 385. Equipado con este último, el Carrera 4 adquiere el sufijo “S”.
“Más potencia con menos combustible” es como Porsche describe el desempeño de este dúo de motores. Y es que la automotriz logró aumentar la fuerza en un 8.5%, pero disminuyendo a la vez el consumo de combustible en 12.9% y las emisiones en 15.4%. O sea, que se trata de un motor que simultáneamente es más poderoso, más eficiente y más limpio que su predecesor.
Llevando su eficiencia a cifras, la versión de 3.6 litros ofrece un rendimiento de hasta 28 millas por galón (mpg) y el de 3.8, de 25.2 mpg. Estamos hablando de que uno de los principales supercarros del mundo puede economizar tanto como un aburrido sedan mediano y hasta compacto.
ADIÓS A LA TIPTRONIC
Otro cambio notable en el Carrera 4 es su nueva transmisión automática. Sustituyendo a la Tiptronic S está una nueva caja de doble embrague llamada Porsche Doppellkupplungsgetriebe o PDK (mucho más fácil con las iniciales, ¿verdad?). Al igual que su predecesora, la PDK (que es de siete velocidades versus las cinco de la Tiptronic), permite cambios manuales directamente desde la palanca o el guía. La palanca principal tiene un diseño muy regio. Sólo los ingenieros de Porsche pueden crear una cuasi obra de arte de un objeto tan ordinario como una palanca de cambios.
Con su nueva tecnología, los cambios de la PDK, ya sean en modo automático o manual, se realizan más rápidamente y sin interrupciones en la tracción. Por consiguiente, sus arranques son más rápidos que los provistos por la Tiptronic S. Desde cero, el Carrera 4 con PDK llega a las 60 mph en tan sólo 4.8 segundos, mientras que el 4S las logra exactamente en cuatro segundos y medio. Las versiones previas lograban las 60 mph ya dentro de los cinco segundos.
Los 911 de transmisión manual cuentan con seis velocidades.
Según Juan C. Ledesma, gerente de ventas de Garage Europa, único dealer autorizado de Porsche en la Isla, los precios arrancarán en $113,000 por el Carrera 4 y desde $128,000 por el Carrera 4S. Indicó el ejecutivo que inicialmente, sólo ofrecerán éste último, mientras que el Carrera 4 se trabajará únicamente por pedido especial.
LA PRUEBA
Bueno, pues armados de estos coches de alta tecnología, nos dimos a la tarea de tomar por asalto el antiguo territorio hostil. La primera prueba fue el mismo día que llegamos a Alemania y consistió de una breve sesión de fotos carro a carro y un paseo por la apacible región que rodea a Liebenberg.
(Foto por Porsche)
En un Carrera 4 Cabriolet manejamos por escénicas rutas agrícolas y pasamos por tranquilos pueblos como Neulowenberg, Prenzlau y Eichhorst, entre otros. Tan tranquilos de hecho, que parecía como si todos los residentes estuvieran durmiendo. Las calles lucían desiertas. Ni siquiera había niños. Sólo vimos unos pocos en sus bicicletas al día siguiente. A mi compañero de manejo, Jaime Claramunt de la revista panameña Autopista y a mí, nos estuvo muy raro. Caribeños al fin, pensamos que en un país frío como Alemania, la gente aprovecharía estar afuera lo más posible durante el verano.
Al preguntar luego en el hotel, nos explicaron que debido al temor que les causaba la represión del antiguo régimen, la gente en casi toda la región oriental del país todavía mantiene la costumbre de quedarse dentro de las casas.
El segundo día de pruebas, el más largo, nos llevó nuevamente por muchos de los pueblos y villas del día anterior y otros más: Joachimsthal, Stettin, Templin, Tornow, Neuhof. Algunos, como Gutengermendorf, tenían modestos monumentos a sus soldados caídos durante la Primera Guerra Mundial. De la segunda guerra no vimos ninguno.
La mayor dosis de acción la experimentamos en el pueblo de Groß Dölln. En lo que una vez fue una gigantesca base aérea soviética está ahora un complejo de pruebas de manejo de Michellin. Allí castigamos al Carrera 4 en diversos tipos de pruebas extremas.
OCCIDENTALES EN BASE SOVIÉTICA
Durante las décadas que estuvo en operación, la base albergaba en todo momento a 15,000 soldados soviéticos. De surgir una situación tensa con los poderes de Occidente, miles de éstos podían ser movilizados a Berlín y rodear la ciudad en cuestión de una hora.
La base era un lugar aislado aún para los residentes de las comunidades que rodean la base. Según nos explicaron, ningún alemán entraba y ninguno de los efectivos rusos salía de ella. Era un mundo aparte, aislado, casi secreto.
Como de otro mundo eran las ruinas de las antiguas instalaciones. El acceso a la base consiste de una recta larguísima y a la vez que uno va adentrándose, comienzan a aparecer los restos de unos cimientos de ladrillos sobre los cuales una vez hubo estructuras de madera. Junto a mi compañero de manejo del segundo día, Rogelio Rivera de la edición mexicana de Car and Driver, estacioné nuestro 911 y entramos a una. En los sótanos había habitaciones pequeñas con ventanas muy estrechas en la parte superior de algunas de las paredes. Comentamos que pudieran haber sido calabozos ya que a la entrada de cada una había goznes de hierro como los que se usan para sujetar portones. El lugar tenía un aspecto muy lúgubre.
Bien cerca, estaban otras ruinas, éstas de viviendas de soldados. Eran edificios de cinco o seis pisos con las ventanas rotas e interiores destruidos. Algunas habitaciones tenían las paredes escritas con caracteres rusos.
Regresamos al Porsche y continuamos manejando por la recta. A la vez que nos adentrábamos más, las ruinas eran de estructuras más sofisticadas, posiblemente residencias de oficiales. Al final de la recta vimos los primeros letreros que nos dirigían hacia la flugplatz o pista aérea.
La flugplatz es inmensa. Consiste de dos interminables pistas paralelas que se conectan por corredores que quedan entremedio. Por todos lados había bunkers y hangares de distintos tamaños. Sobre sus azoteas había vegetación y hasta árboles para así evitar su detección desde el aire. Cerca de uno vi un mural muy viejo que mostraba a un avión soviético de la Segunda Guerra Mundial derribando a uno alemán.
El complejo es tan inmenso que Porsche habilitó varias secciones para diferentes tipos de pruebas. Había varias rutas de circuito en las que probamos la estabilidad impecable que el sistema de tracción en las cuatro ruedas provee en las curvas aún en altas velocidades.
Sobre pavimento mojado, probamos otro sistema, el PTM o Porsche Traction Management. Éste monitorea factores tales como la velocidad del motor y del vehículo, la superficie por la que se transita y el ángulo del guía entre otros. Luego, decide en fracciones de segundo, cómo distribuir la tracción entre ambos ejes para que el auto no pierda la estabilidad en ningún momento.
EL "DESPEGUE"
Aquellos pocos afortunados entre ustedes que puedan comprar un Carrera 4, les hago la siguiente recomendación: si interesan el modelo automático, tienen que escoger la opción Sports Chrono Package Plus. Ésta incluye una función llamada Launch Control (sí, “launch” como en lanzamiento o despegue de cohetes). Por medio de un botoncito mágico integrado a la palanca de la PDK, la función permite un arranque perfecto.
En una de las rectas infinitas de la pista aérea, pusimos a prueba el Launch Control. Para ello me instruyeron a poner palanca en Drive. Luego activé el mencionado botón de la palanca y a la vez que presionaba fuertemente el pedal de freno, hundí el acelerador. El motor rugió a la vez que las revoluciones subieron.
“Muy bien, suelta el freno”, me dijo técnico de Porsche. Jamás me esperaba lo que ocurrió después.
Al instante en que solté el freno, el 911 dio un poderoso salto hacia el frente que de forma violenta empujó mi torso y mi cabeza contra el asiento. Nunca había experimentado un arranque así. Con el acelerador hundido hasta el ñame, el 911 continuó generando velocidad. Creo que con la excepción de los MiGs rusos, nada había recorrido esa pista más velozmente que el 911.
“Cuando llegues a aquella marca”, me dijo el técnico, “presionas el pedal de freno bien duro”. Así lo hice y el auto frenó con una fuerza tan descomunal, que prácticamente se siente el cerebro chocar con la pared trasera del cráneo.
Al terminar mi turno, vi la lectura de la velocidad que alcancé en mi corrida: 257.1 kilómetros por hora o casi unas 161 mph, bastante cerca del tope de las 185 del Carrera 4S.
IRONÍA HISTÓRICA
Durante las horas que estuve en la flugplatz no pude evitar pensar en las grandes ironías no sólo de la vida, sino de la historia. Si poco me hubiera imaginado que algún día visitaría a la Alemania Oriental, mucho menos se habrían imaginado los soviéticos que algún día su basesita aérea sería utilizada por periodistas de Occidente para divertirse en uno de los máximos símbolos del capitalismo como los es el Porsche 911.
Stalin debe estar convulsando en su tumba.
Para una galería completa del viaje y las pruebas de manejo del Porsche 911 Carrera 4, seleccione el siguiente enlace:
http://www.new.facebook.com/album.php?aid=50338&l=6283b&id=590239988