Investigadores proponen medidas para que el coronavirus no llegue a la Antártida
Las condiciones ambientales del continente helado parecen ser favorables para la estabilidad y propagación del virus.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Madrid. Investigadores de varios países del mundo han propuesto un conjunto de medidas para evitar que el coronavirus responsable del COVID-19 llegue a la Antártida e infecte a la fauna del continente.
Actualmente, la Antártida es el único lugar del planeta al que no ha llegado el virus, pero se desconocen los efectos que el virus podría tener sobre su delicada fauna, según alertó un grupo de investigadores de varias instituciones científicas, entre ellas el Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (MNCN/CSIC).
¿Qué pasaría si el coronavirus infectara a especies como las ballenas, los pingüinos o las focas de la Antártida? Es la pregunta que se hicieron investigadores del grupo de trabajo de seguimiento de la salud de la vida silvestre antártica del Comité Científico para la Investigación de la Antártida (SCAR).
Los investigadores, según indicó hoy el Museo Nacional de Ciencias Naturales, subrayaron que el coronavirus es muy contagiosoa, y que igual que ha pasado por zoonosis de una especie animal al ser humano, podría hacer el recorrido contrario, y pasar del hombre a la fauna.
El equipo de investigación analizó qué posibilidades existen de que la enfermedad llegue y se expanda por el continente antártico a través de las actividades relacionadas con la investigación y el turismo, y propuso medidas para evitarlo.
Los datos de los primeros análisis sugieren que los cetáceos tienen gran riesgo de infección, mientras que el riesgo en las focas o las aves parece menor.
“Hemos evaluado el riesgo de transmisión inversa, de humanos a animales, en la fauna antártica considerando la información disponible sobre la susceptibilidad de los hospedadores, las dinámicas de infección entre humanos así como las interacciones que se producen entre seres humanos y la fauna antártica”, explicó el investigador del MNCN, Andrés Barbosa.
Las condiciones ambientales del continente helado son “a priori” favorables para la estabilidad y la propagación del virus, según Barbosa, y observó que las instalaciones cerradas de las bases donde conviven los investigadores o las embarcaciones que utilizan, así como los cruceros turísticos, podrían favorecer la transmisión entre humanos y, en función de sus movimientos entre diferentes localidades, el virus podría esparcirse fácilmente por todo el continente.
El grupo de mayor riesgo, según los primeros estudios, sería el de los equipos de investigación que entran en contacto con la fauna, mientras que los turistas o el personal de apoyo solo suponen un riesgo significativo cuando se aproximan a menos de cinco metros de la fauna antártica, aunque ese acercamiento, dadas las normativas que rigen en el continente helado, no debería producirse en ningún caso.
Entre las medidas propuestas por los investigadores se encuentra la realización de pruebas PCR y la cuarentena de las personas que vayan a visitar el continente, el confinamiento de las personas con síntomas o el uso de gel hidroalcohólico y la desinfección de todo el material textil y de manejo, cada vez que se tenga contacto con la fauna.
Durante el manejo de animales debe ser obligatorio el uso de gafas, guantes y equipos de protección, e incidieron también en que el material de trabajo nunca se deje desatendido, para evitar que la fauna pueda acercarse a él, y limitar al máximo el tráfico de personas entre las diferentes bases o barcos.