Los peligrosos y mortales pasos en falso de la OMS durante el primer año de la pandemia de COVID-19
Erróneamente, recomendó por meses no usar mascarillas y dijo que el virus no se esparcía por el aire.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Ginebra. Cuando declaró la pandemia del coronavirus hace un año, la Organización Mundial de la Salud actuó semanas después de resistirse a usar ese término y asegurando que todavía era posible contener el virus.
Un año más tarde, el organismo de las Naciones Unidas sigue luchando por controlar los contagios mediante la ciencia, por persuadir a los países de que abandonen sus tendencias nacionalistas y por hacer llegar las vacunas adonde son más necesitadas.
La OMS dio algunos costosos pasos en falso en el ínterin: Recomendó no usar barbijos por meses y dijo que el virus no se esparcía por el aire. También se abstuvo de criticar en público a ciertos países, sobre todo a China, por los errores que cometían, mientras que en privado despotricaba contra ellos.
Esto planteó algunas dudas acerca de su credibilidad y generó roces ente dos potencias mundiales, desatando fuertes críticas del gobierno de Donald Trump.
El respaldo del sucesor de Trump, Joe Biden, puede dar respiro a la OMS, pero el organismo sigue teniendo por delante una tarea monumental en sus esfuerzos por recuperar su autoridad moral en medio de una batalla por las vacunas que deja a miles de millones de personas sin inmunizar.
“La OMS se quedó un poco atrás, fue demasiado cautelosa en lugar de previsora”, expresó Luca Burci, exasesora legal de la entidad que ahora trabaja con el Instituto de Graduados de Ginebra. “En épocas de pánico, de crisis, tal vez sea mejor ser un poco más osados”.
La OMS hizo su primer llamado serio el 30 de enero del 2020, en que dijo que el brote era una emergencia internacional. Muchos países, sin embargo, ignoraron la advertencia.
La mayoría de las naciones tomaron medidas solo después de que el director general de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus declaró una pandemia el 11 de marzo, según los expertos. Pero ya era tarde y el virus había llegado a todos los continentes, con excepción de la Antártida.
Un año después, la OMS sigue generando cuestionamientos. Una delegación encabezada por el organismo que visitó China en enero para investigar los orígenes del COVID-19 fue criticada por no descartar la teoría de que el virus pudo haber sido esparcido por pescados congelados contaminados.
La OMS, por otro lado, elogió en numerosas ocasiones la velocidad y transparencia con que los chinos respondieron al brote, a pesar de que grabaciones de conversaciones privadas obtenidas por la Associated Press indicaron que altos funcionarios del organismo se quejaban en privado de la falta de cooperación de los chinos.
“Todo el mundo se preguntaba por qué la OMS elogiaba tanto a China en enero” del 2020, dijo Burci.
Algunos expertos dicen que la OMS está pagando un precio muy alto por sus pasos en falso y que sigue apostando demasiado a la ciencia en lugar de correr algunos riesgos calculados en beneficio de la gente, ya sea en relación con estrategias como el uso de tapabocas o en torno a si el COVID-19 se propaga por el aire.
“No hay dudas de que la demora de la OMS en recomendar los barbijos costó vidas”, aseguró la doctora Trish Greenhalgh, profesora de medicina de la Universidad de Oxford que integra varias comisiones de expertos de la OMS. Recién en junio la OMS recomendó el uso permanente de tapabocas, mucho después de que lo hiciesen las autoridades sanitarias de numerosos países.
Raymond Tellier, profesor de la Universidad McGill de Canadá especializado en el coronavirus, sostiene que la reticencia de la OMS a decir con qué frecuencia el COVID-19 se esparce por el aire puede ser más peligrosas con la llegada de nuevas variantes del virus que se propagan con mayor velocidad.
“Si la OMS no hace recomendaciones enérgicas, la pandemia puede durar mucho más”, advirtió.
Ahora que hay varias vacunas, por otro lado, la OMS trata de hacerlas llegar a las naciones más pobres a través de una iniciativa llamada COVAX. El programa, sin embargo, cuenta con apenas una fracción de los 2,000 millones de dosis que espera distribuir para fin de año. Algunos países llevan meses esperando por las vacunas y se muestran cada vez más impacientes, optando por firmar acuerdos privados para acceder más rápidamente a ellas.
Tedros, el director de la OMS, responde apelando a la “solidaridad” de las naciones ricas, diciendo que el mundo está cerca de un “fallo moral de proporciones catastróficas” si las vacunas no son distribuidas justamente. Si bien les pidió a las naciones ricas que compartan sus dosis con los países en desarrollo y no firmen acuerdos que impidan la llegada de las vacunas a esas naciones, ninguno acató ese llamado.
“La OMS trata de hacer valer su autoridad moral, pero repetir la palabra ‘solidaridad’ una y otra vez, cuando la ignoran los países que actúan en beneficio propio, indica que no reconocen la realidad”, opinó Amanda Glassman, vicepresidenta del Centro para el Desarrollo Global. “Es hora de llamar las cosas por su nombre”.
A lo largo de la pandemia, no obstante, la OMS se ha resistido reiteradamente a censurar a los países ricos por sus fallidos esfuerzos por contener el virus a pesar de no estar de acuerdo con la forma en que se manejaron.
Irwin Redlener, de la Universidad de Columbia, dijo que la OMS debería ser más firme y decirles a las naciones lo que deben hacer, a la luz de la forma tan desigual en que se están distribuyendo las vacunas contra el COVID-19.
“La OMS no puede darles órdenes a los países, pero pueden dar orientaciones claras y explícitas, que hagan que a las naciones les resulte difícil ignorarlas”, expresó Redlener.
Los funcionarios de la OMS, por su lado, dicen que no les corresponde criticar a las naciones ni pueden darles órdenes.