Un equipo científico ha publicado la primera evidencia de que los monos rhesus poseen una capacidad similar a la de los humanos para percibir sus latidos y por tanto un sentido interoceptivo, cualidad para captar el estado interno del propio cuerpo, advirtiendo si se acelera el corazón o la respiración.

Los resultados del estudio se publican en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) y, según los autores, proporcionan un modelo importante para futuras investigaciones psiquiátricas y neuropsiquiátricas, ya que las disfunciones en la interocepción están asociadas a la ansiedad, la depresión y la enfermedad de Alzheimer.

Detrás de este trabajo hay científicos del Centro Nacional de Investigación de Primates de la Universidad de California y de la escuela Royal Holloway de la Universidad de Londres.

La interocepción o el autocontrol de los sistemas fisiológicos está presente en todos los aspectos de la vida humana, explica en un comunicado Eliza Bliss-Moreau, una de las autoras de este trabajo.

La capacidad de percibir nuestro estado interno puede identificar problemas en el cuerpo que requieren nuestra atención.

La Universidad de California recuerda que una conciencia interoceptiva deteriorada se asocia con una menor capacidad de regular las emociones y una mayor susceptibilidad a problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión.

“La interocepción es enormemente importante para la regulación de las emociones y la salud mental en los adultos y, sin embargo, sabemos muy poco sobre cómo se desarrolla en la primera infancia o cómo evoluciona”, resume Manos Tsakiris, otro de los autores.

“El trabajo que presentamos aquí representa un primer intento exitoso de llenar estas lagunas”, concluye.

Los déficit de interocepción también se han relacionado con enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.

“Este modelo -que ahora se presenta- se utilizará en futuros estudios traslacionales de enfermedades neurodegenerativas, incluida la enfermedad de Alzheimer”, detalla Bliss-Moreau: “Si podemos medir la interocepción, podremos seguirla como biomarcador conductual de la progresión de la enfermedad”.

Además, el estudio proporciona información sobre cómo el modelo del macaco rhesus puede utilizarse para avanzar en nuestra comprensión del funcionamiento del cerebro y el cuerpo.

“La investigación crea un modelo animal único de interocepción, es decir, la capacidad de percibir el estado interno del propio cuerpo, por ejemplo, observando cuando el corazón se acelera o la respiración se acelera”, concluyen los autores.

El equipo monitorizó a cuatro monos rhesus en un experimento que aprovechó el hecho de que estos animales, como los bebés humanos, miran durante más tiempo las cosas que les resultan sorprendentes o inesperadas.

Los investigadores examinaron la respuesta de los macacos a distintos estímulos y constataron que los cuatro dedicaron más tiempo a mirar aquellos presentados fuera de ritmo en relación a sus latidos del corazón, en comparación con los estímulos en ritmo con sus latidos.

Esto sugiere, aseguran, que percibieron que los estímulos fuera de ritmo eran sorprendentes basándose en la cadencia esperada de sus latidos.