La capa de hielo de la Antártida es más gruesa de lo que los científicos pensaban hasta ahora, según un estudio que publica hoy la revista "Nature Geoscience" para el que se ha utilizado un robot submarino autónomo.

El aparato, conocido como SeaBED, se sumergió en las aguas de una de las regiones más frías del planeta entre 2010 y 2012 para elaborar un mapa de alta resolución en tres dimensiones del hielo antártico.

Gracias a un equipo de sonar instalado en ese equipo submarino, investigadores australianos, estadounidenses y británicos responsables del estudio han podido analizar desde las profundidades la parte oculta de los témpanos de hielo que cubren cerca de 20 millones de kilómetros cuadrados en el hemisferio sur.

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Los investigadores han subrayado sin embargo que todavía hay que tomar con cautela los datos, dado que su topografía se ha limitado a regiones concretas que suman en total unos 500,000 metros cuadrados.

Hasta ahora, los científicos habían estudiado la región a través de satélites, si bien ese método ha revelado limitaciones para establecer el grosor de la capa de hielo.

El estudio muestra que el hielo bajo el nivel del mar alcanza entre 1.4 y 5.5 metros de media, mientras que las zonas más profundas se sumergen hasta 16 metros.

Las investigaciones existentes hasta ahora, algunas de las cuales también habían utilizado equipos submarinos, aunque de alcance más limitado, apuntaban a que la capa de hielo antártico no superaba un metro como media.

"Se han dedicado muchos esfuerzos a medir el hielo del Ártico y nosotros tan solo estamos comenzando a rascar la superficie del Antártico, especialmente en lo que respecta al grosor del hielo", comentó a la cadena BBC Jeremy Wilkinson, del Centro de Estudios Antárticos británico.

El científico apuntó que su objetivo es entender cómo está evolucionando la región antártica y cómo "se integran esos cambios" en el clima y el ecosistema.

Ante las dificultades para medir con precisión el grosor de la capa de hielo, Wilkinson señaló que el uso combinado de submarinos autónomos y satélites puede ser el más efectivo.

"Podemos tomar los datos que estos submarinos nos están aportando y desarrollar algoritmos que puedan utilizar los satélites" para mejorar la precisión, dijo el científico.