Los girasoles tuvieron una fugaz presencia en el norte de la Isla gracias a un proyecto experimental que encontró su cuna en una finca dedicada al cultivo de plátanos y habichuelas en Isabela.

A la propiedad del agricultor Luis Cabán, llegaron grandes y chicos, quienes no dudaban en tomarse fotos individuales y familiares entre las hermosas flores, cuyos tamaños variaban de pequeñas a enormes. Mientras, las abejas aprovechaban para tomar néctar de su enorme centro.

Para Cabán, quien se ha dedicado a la agricultura por los últimos 40 años, resultó sorprendente la acogida de la plantación. Aún en días de semana, las llamadas telefónicas para llegar a la finca ubicada cerca de la zona industrial de Isabela, fueron muchas, dijo.

“Este cultivo es clasificado como comida para vacas”, estableció por su parte el agrónomo Efraín Cancel, quien así distinguió la variedad de la planta cultivada en un tercio de cuerda de terreno. “Una vez se corten todas las flores, las plantas se triturarán y se mezclarán con la tierra, pero no se puede sembrar girasoles aquí nuevamente, sino otro tipo de cultivo debido a la composición que habrá en el terreno. Sí servirá para otro cultivo”, explicó el experto.

Sin embargo en el futuro podrían desarrollar una siembra más amplia en un predio aledaño. “Ya sabemos que se dan los girasoles”, indicó el agrónomo, quien fue parte del proyecto realizado en la Estación Experimental de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla. Aunque esta prueba inicial tiene vínculos con la Universidad, se trata de un proyecto privado.

Para una próxima siembra deberán buscar la manera de combatir pequeños insectos que se dedicaron a comerse pedazos de las hojas, observó Cancel.

Si bien el pasado fin de semana, a través de la página oficial de la finca en Facebook, se informó que ya los girasoles se agotaron, fueron muchos los que tuvieron la oportunidad de ver y comprar las flores que han ganado notoriedad en la Isla en años recientes y también se cultivan en terrenos de Naguabo y Gúanica.

Gracias a una promoción realizada en el portal cibernético del Municipio de Isabela, decenas de personas se acercaron al lugar atraídos por las flores peculiares por su tamaño y la alegría del amarillo de sus pétalos.

Uno de ellos fue Josabed Cabán junto a su hijo, Ethan, quienes cargaron con dos, para su esposa y su hija.

También doña Judith Feliciano, quien adquirió más de una docena para las madres de los estudiantes de su hija, Yolanda Pellot. “Me encantó”, dijo acerca de la experiencia de seleccionar las flores junto a su esposo.

El proyecto además se convirtió en una iniciativa familiar, ya que los hijos del agricultor se unieron a las labores de recibir a los visitantes, dar instrucciones para estacionarse y cobrar por las flores que se vendieron a dos dólares cada una.

 Luis Cabán, propietario de la finca (PARA EL NORTE / GERARDO CASTILLO)

(PARA EL NORTE / GERARDO CASTILLO)

(PARA EL NORTE / GERARDO CASTILLO)