Un café y el amor vía Facebook llevaron a esta boricua hasta Francia
Sin embargo, un trágico suceso la hizo reflexionar de manera diferente sobre la distancia con Puerto Rico.
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En algunas historias, el amor entra por la cocina. Para Milaysha Roussy y su esposo el amor inició con el café, una bebida que se consume tradicionalmente en Puerto Rico y que la llevó a cruzar el Océano Atlántico.
Roussy nació en Ceiba, pero se crió en Canóvanas, donde creció y cursó estudios gran parte de su vida. Es la mayor de tres hermanos.
En noveno grado tuvo la oportunidad de estudiar y terminar su escuela superior en un aula especializada en radio y televisión. Entonces seguía viviendo en Canóvanas, pero sus papás la llevaban hasta Hato Rey para estudiar.
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“Me levantaba a las 5:00 de la mañana porque mi papá era militar y trabajaba en Salinas, así que me levantaba a las 5:00 para poder montarme con él en el carro”, rememoró sobre su ciclo escolar en Puerto Rico en entrevista telefónica con Primera Hora.
La experiencia en esa escuela la hizo optar por una carrera ligada al mundo de las comunicaciones, y tras salir de la escuela superior, hizo un bachillerato en Publicidad de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Carolina.
Para el 2008 su vida transcurría con normalidad: Trabajo, casa y amistades. Fue la llegada de la red social Facebook, para entonces bastante novedosa, lo que sin saberlo le cambió la vida.
“Facebook tenía en esa época juegos. O sea, era una plataforma social, pero ibas a jugar, no era como hoy que es todo publicación, publicación”, comentó sobre lo que hacía en la red social que recién se estrenaba.
Según explicó, como entonces era posible ver las fotos de perfil de todas las personas que estaban en la red, ella y sus amigas se adentraron en una especie de juego en el que había que completar una serie de requisitos para obtener un tipo de “dinero” en la plataforma, y poder así “comprar” las fotos de otros usuarios. En medio de esa dinámica comenzaron a “adquirir” las fotos de un grupo de jóvenes franceses a los que no conocían y con los que nunca habían hablado.
“En un momento dado, yo compré la foto de una de estas personas que tenía mucho valor. Como una semana y media más tarde, yo recibo un mensaje privado, un inbox, de esta persona que me dice saludos en inglés y que se tomaba el atrevimiento de preguntarme si nunca abría el email… Me había enviado un email”, continuó narrando.
Según dijo, el inesperado correo electrónico incluía una pintura de una foto de ella que tenía publicada en Facebook. Eso provocó el inicio de de diálogos que rápidamente dieron paso a una amistad una amistad entre ambos.
Entre abril y mayo comenzaron a hablar diariamente.
“Recuerdo que en una de las conversaciones me dijo que le gustaba el café y yo pues, fui al supermercado, compré café de Puerto Rico y le dije dame tu dirección… y le envié café de Puerto Rico”, mencinó Roussy.
Casi dos meses después de esa primera interacción y del regalo del café, Roussy aceptó una invitación de su nuevo amigo, se montó en un avión, cruzó el Atlántico y llegó a Francia.
La canovanense recuerda que ese primer encuentro en persona con el hombre con el que hablaba a través de las redes sociales fue bien natural.
“Eso fue como si nos conociéramos ya, como si nos volviésemos a ver. Todo fue bien natural, bien relax”, recordó.
Ese primer viaje se convirtió en dos meses en Francia, tiempo en que trabajó de manera remota en las redes sociales.
“Dijimos: ‘Ok vamos a empezar y vamos a ver dónde esto nos lleva’”, recapituló sobre el momento en que decidieron hacer oficial su relación.
Roussy regresó a Puerto Rico estando oficialmente en una relación tras culminar el verano y su entonces novio se fue a China a un viaje que tenía planificado.
Durante los dos siguientes meses todo continuó como al inicio, con conversaciones diarias a través de las redes sociales, hasta que su pareja le dijo que vendría a Puerto Rico a conocer a su familia en Navidad.
“Cuando le conté a mi mamá que venía para Puerto Rico, me acuerdo como si fuera hace cinco minutos, que mi mamá lo primero que me dijo fue: ‘Bueno pues este es el que es de verdad. Te me fuiste’. Eso fue lo que me dijo mi mamá”, recordó también.
La afirmación de su mamá finalmente se cumplió cuando el hombre le propuso regresar juntos a Francia.
“Cuando yo estaba aquí en Francia ya habíamos hablado de qué era lo más fácil, si que él iba para Puerto Rico para tratar de establecerse en Puerto Rico, o que yo venía a Francia para tratar de establecerme en Francia. Ya habíamos tenido esa conversación porque dijimos: ‘Pues, esto se ve simpático, se ve nice, estamos bien, ¿cuál es el próximo paso?’ “, mencionó.
Milaysha dejó su vida, su familia y su trabajo en Puerto Rico para comenzar un nuevo capítulo en Francia y el 2 de enero de 2009 se montó en un avión hacia Europa sin viaje de regreso.
“Ya estábamos pensando en matrimonio. No se lo habíamos dicho absolutamente a nadie, pero yo tenía en agenda pedirle a mi hermano más pequeño que fuera mi padrino de bodas en Puerto Rico porque yo quería casarme primero simbólicamente en Puerto Rico antes de casarme en Francia”, dijo.
Durante esos primeros meses en Francia la boricua confesó que tuvo momentos en los que añoró algunas de las cosas que había dejado atrás.
Milaysha extrañaba principalmente “la familia y ”los amigos" porque es muy cercana a estos. Lo único material que hizo parte de los tesoros que dejó en tierra borincana fue “el pan sobao”, según dijo.
Esos instantes de anhelo desde el extranjero los pudo afrontar gracias al nuevo vínculo que forjó no solo con su pareja, sino también con su suegra.
“Mi suegra es maravillosa ... Para mí ella es una pieza también fundamental en el que yo esté aquí en Francia, porque si hubiese tenido una suegra horrible, simple y sencillamente, pues yo no estaría aquí”.
Entonces, su nueva vida fluía perfectamente. La relación prosperaba para bien y ella se había matriculado en la universidad en Francia para comenzar estudios en Lenguas Extranjeras.
Cuando todo parecía ir de maravilla, una tragedia tocó a su puerta.
Unos días antes de que pudiera preguntarle a su hermano si sería su padrino de bodas, y de que iniciara la universidad, un accidente la hizo cuestionarse todo lo relacionado a su nueva vida. Roussy recibió la trágica noticia de la muerte de su hermano, quien en septiembre de 2010 falleció en un accidente de auto en Puerto Rico.
“Eso te pone los pies de nuevo en tierra firme”, aseguró sobre el suceso.
En ese momento volvió a la Isla.
“Mi hermano fallece un 20 de septiembre y el 21, nosotros ya estábamos en Puerto Rico… Pero eso me hizo decirme ‘tu estás en el otro lado –del mundo- y esto también pasa’, y ese es el miedo más grande que tenemos los que no estamos en la Isla”, relató.
La trágica situación hizo que Milaysha considerara quedarse en Puerto Rico y abandonar la vida que ya había iniciado y tomaba forma en Francia.
“Yo le dije a mi mamá: ¿Tú quieres que yo me quede? Yo el 27 comenzaba la universidad”, recordó también.
“Ella me dijo: ‘No, tú te vas. Tú tienes tu vida… Mi mamá ha sido fundamental en todo. En que yo esté aquí, en todo el proceso. Yo creo que ella no lo sabe, porque yo puedo ser bien fuerte de carácter, pero mi mamá, dentro de cualquier tipo de vulnerabilidad, ella es súper fuerte. Y yo digo que, si yo vengo de ahí, o sea, si yo comparto esa sangre, entonces, algo debo tener”, reflexionó.
Luego de la plática con su madre, Milaysha regresó a Francia, se casó y terminó sus estudios universitarios.
“La boda fue bien emotiva. Llamé a mis papás antes del civil, y fue bien fuerte para mis papás también por el hecho de que no estuvieran aquí y obviamente de que mi hermano había fallecido”, mencionó.
Roussy ahora es madre de dos hijas, y está destacada en la ciudad de Toulouse, considera a Francia como su hogar, aunque sigue amando y visitando a Puerto Rico todos los años.
La boricua recapituló que lo más difícil de dejar Puerto Rico no está relacionado con nada material, sino que tras la muerte de su hermano entendió que el mayor temor sigue siendo “que le pase algo a la familia y que uno no esté ahí de inmediato”.
“Siempre hay algo de nostalgia porque tus padres envejecen. El tiempo corre…Cuando llegas a Puerto Rico y los ves de nuevo, a pesar de que los veas todo el tiempo por WhatsApp, cuando los ves de frente, ahí es que tú dices: ‘Espérate, espérate, que el tiempo está corriendo’”.
En los pasados años también ha experimentado situaciones que la han hecho entender que es normal tener que lidiar con diferencias culturales si vive en el extranjero.
Por ejemplo, Rossy relató que tras quedar embarazada de su primera hija, Valentina, y asistir a la primera cita de control prenatal, preguntó al doctor cuándo pondrían en agenda otra cita para otro sonograma.
“Yo recuerdo que me dijo: ‘Eso es un bebé lo que usted tiene ahí adentro, usted no va a sacarle fotos a cada rato.¿Por qué usted quiere que su bebé coja radiación?’”, rememoró.
A diferencia de Puerto Rico, en Francia, explicó, no es normal que a las embarazadas les realicen sonogramas cada mes, sino que se programan tres en todo el embarazo porque los doctores prefieren evitar la radiación al feto, algo que entendió tras ese primer embarazo.
Roussy actualmente se dedica a documentar el patrimonio fotográfico generacional de familias francesas y recomienda a todas las personas que se muden de su país por amor que se centren en “la comunicación”.
“Hasta el día de hoy, mi esposo dice que fue el café el que lo enamoró”, culminó.