Nota del editor: La serie Boricuas en la Luna destaca las historias de los puertorriqueños que han extendido las fronteras de la Isla al establecerse por el mundo, cargando con nuestra bandera, cultura y tradiciones.

---

En el corazón del sudeste asiático, Tailandia, la puertorriqueña Heida N. Porrata-Doria Morales ha encontrado estabilidad y ha logrado construir una vida tranquila y cómoda en un apartamento en la capital tailandesa, Bangkok, junto a su esposo brasileño, Gilcimar Pereira Macier, y sus dos perritos Ricky y Junior.

Natural del barrio Machete, en Guayama, Heida, de 51 años, se define como una persona “súper extrovertida”, una cualidad que encaja perfectamente con su vocación como maestra de Bellas Artes.

Relacionadas

El inicio de su travesía por el mundo

Su extensa travesía por el mundo comenzó al trasladarse a Estados Unidos, donde cursó sus estudios universitarios en The Catholic University of America, en Washington, D.C., y en Cambridge College, en Boston. Heida posee un bachillerato en Pintura y Escultura, además de una maestría en Educación.

Vivió durante 12 años en Estados Unidos, dividiendo su tiempo entre Washington, D.C., Boston y Manhattan, en Nueva York. En 2004, regresó a su tierra natal para cuidar a su padre, Héctor ‘Bobby’ Porrata-Doria, tras un quebranto de salud.

Heida Porrata-Doria ha encontrado estabilidad y ha logrado construir una vida tranquila y cómoda en Bangkok junto a su esposo brasileño, Gilcimar Pereira Macier.

Ejerció como maestra de Bellas Artes en Caribbean School, en Ponce, donde conoció a otros educadores que habían trabajado en escuelas internacionales. “Uno de ellos me dijo: ‘Me acaban de ofrecer una posición en Zambia. Heida, vente conmigo’, y pensé que estaba muy loca la idea. Verifiqué en Miami. Me fui para Miami y no me gustó, ellos me dijeron: ‘Pensábamos que no tendrías acento puertorriqueño’, y dije que no quería estar en ese sitio”.

Después de tres años en Ponce y un mal rato en Miami, en el 2007 cruzó el charco para ampliar sus horizontes en el continente africano. Se estableció en Lusaka, la capital de Zambia, donde comenzó a impartir clases en la American International School of Lusaka. Gracias a la conexión de la escuela con la embajada estadounidense, su traslado resultó sencillo.

Además del clima fresco, Zambia cautivó a Heida con su “gente muy buena”, “la sensación de amplitud”, la unidad con sus amistades latinas y hasta los insectos.
Además del clima fresco, Zambia cautivó a Heida con su “gente muy buena”, “la sensación de amplitud”, la unidad con sus amistades latinas y hasta los insectos. (Suministrada)

“Ellos ya me esperaban. Me pagaban mi casa, el vuelo y la mudanza completa. Ya tenía todo pago y me fui con tres cajas y una maleta de ropa para Zambia, me fui libre de todo”, contó. “En las cajas llevaba libros y papeles. Cuando llegué, compré todo lo que quería allá. De la ropa me llevé unas cuantas cosas de invierno, pero en realidad en Zambia el clima es como si estuviese en aire acondicionado todo el tiempo”.

Heida aprovechó muy bien su tiempo en este país sin salida al mar. “Fui como unas 15 veces a Sudáfrica, fui a Mozambique y Botswana, y a todos los países que están en el sur de África”.

Además del clima fresco, Zambia cautivó a Heida con su “gente muy buena”, “la sensación de amplitud”, la unidad con sus amistades latinas y hasta los insectos. “Cuando mirabas al horizonte se veía espacio, el cielo era impresionante de limpio, había mucha naturaleza, yo estaba obsesionada con los insectos, porque eran tan bonitos”.

Tres años después sintió que era el momento de expandir sus horizontes una vez más. A través de Search Associates, una agencia de reclutamiento para docentes internacionales, recibió una oferta de NIST International School. Aunque intentó realizar la entrevista de trabajo en línea, tuvo que viajar a Inglaterra para completar el proceso en una feria de empleo. Le ofrecieron trabajar en Suiza o Tailandia.

“Recuerdo haber pensado que Tailandia es diferente. Suiza es Europa, tampoco me atrae la nieve ni esquiar. Miré Tailandia como el paraíso tropical. Yo firmo contratos de dos años y cada vez digo me quedo dos años más. Ya voy por 15 años”.

Un nuevo capítulo en Asia

Heida llegó “solita” a Tailandia en 2010, un país de 66 millones de habitantes que, al igual que Puerto Rico, disfruta de un clima tropical, pero con un ritmo de vida más pausado. “Aquí la gente es mucho más calmada y son muy simpáticos y serviciales. Ellos no se tocan y a los puertorriqueños nos encanta abrazar”.

“Cuando llegué extrañaba mucho Zambia porque era una ciudad más pequeña. Bangkok es rascacielos con 11 millones de habitantes. Hay muchas discotecas, tiendas y restaurantes. El tráfico es mucho, pero hay una organización muy buena. Es un país bien seguro, nunca me ha pasado algo, puedo irme caminando sola por la noche y no pasa nada. Tampoco sé de alguien que le haya pasado algo. Yo dejo mi celular en un sitio con mi cartera, regreso y está ahí. Hay gente que pone sus celulares para guardar sus asientos y sus espacios en las filas”, afirmó.

Aunque el budismo es la fe predominante en Tailandia, con más de 40,000 templos esparcidos por el país, otras religiones son practicadas con libertad.
Aunque el budismo es la fe predominante en Tailandia, con más de 40,000 templos esparcidos por el país, otras religiones son practicadas con libertad. (Suministrada)

Pero todo lo que extrañaba en el país africano se fue quedando atrás no solo porque se enamoró del país asiático sino también porque puede llevar un poco de Puerto Rico a sus alumnos en Tailandia.

Su pasión por transmitir nuestra cultura queda plasmada en las anécdotas que sus propios alumnos comparten. Uno de ellos, por ejemplo, comentó que nunca había conocido a alguien de la Isla. Otro dijo que pensaba que Puerto Rico era una ciudad y no un país. “Me gusta que no escondes que eres puertorriqueña y, además, haces que la escuela sea divertida”, expresó otro de sus alumnos.

“He estado bailando con Miss Heida durante cuatro años ya y ha sido increíble. Lo que pasa con Miss Heida es que ella es la vida de la fiesta, hace que todos se sientan bienvenidos. He bailado con muchas otras personas de muchos otros lugares, he trabajado con italianos, tailandeses, chinos, pero nunca con puertorriqueños. Trabajar con Puerto Rico es simplemente mágico, especialmente con Miss Heida. Ella es la mejor”, compartió una de sus estudiantes, quien ahora baila salsa gracias a esta Boricua en la Luna.

“Siempre me ha dado mucho orgullo ser una de las únicas maestras puertorriqueñas que estos niños internacionales van a tener. Tengo estudiantes que, gracias a estar conmigo y escucharme hablar en español, ahora hay (estudiantes) coreanos e indios que hablan español, porque desde que llegaron me decían que querían aprenderlo. Una vez uno llegó tocando ‘Despacito’ para mí en el piano”, relató.

“Para ellos soy una maestra muy diferente a las demás que han tenido, muchas son de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Australia. Así que, cuando tienen a una maestra puertorriqueña, que baila y canta con ellos y les habla en español, entienden que hablan otro idioma, al igual que yo, porque somos multilingües. Eso les atrae mucho. Hay otros maestros que son monolingües y no entienden lo que significa ser una persona que está constantemente cambiando de un idioma a otro. Esa es la parte más importante que llevo fuera de Puerto Rico, la representación de ser una maestra que nunca van a olvidar”.

Comodidad, comida barata y el desafío del tailandés

Heida cuenta con un seguro médico privado proporcionado por la escuela. Los tailandeses también tienen acceso a un sistema de seguro médico universal. Además, el país es un destino líder en turismo médico.

Heida también destacó la eficiente red de transporte de la ciudad, que abarca trenes, guaguas y botes taxi, y el servicio de transporte Grab. Aseguró que es un lugar donde es viable vivir sin la necesidad de un auto.

“Las personas que vivimos aquí nunca nos queremos ir por los servicios, las comodidades y la seguridad”, mencionó.

Además de los servicios de salud y el transporte, Heida destacó lo económico que es adquirir alimentos o darse un gustito fuera de casa.

“La compra de frutas y vegetales aquí es bien barata. Viene una guagüita los domingos que trae huevos orgánicos, frutas y vegetales. Los domingos compro para toda la semana. Te estoy hablando de melones grandes, aguacates, de todo, y me sale en 15 dólares. Los supermercados, que son enormes, también son bien baratos. Lo más caro aquí es la bebida (alcohol), le tienen unos impuestos altos”, detalló. “Todos los vegetales y frutas que te puedas imaginar que tenemos en Puerto Rico, se producen aquí. No hay necesidad de importar nada”.

Heida con su esposo brasileño Gilcimar Pereira Macier.
Heida con su esposo brasileño Gilcimar Pereira Macier. (Suministrada)

Eso sí, los plátanos allá se venden a casi tres dólares debido a una razón muy particular: solo los extranjeros compran la comida de los elefantes.

Aunque la cocina no es su fuerte, y tampoco hay restaurantes boricuas, un buen piñón (pastelón) siempre está presente en el hogar de Heida. Después de 15 años viviendo en Tailandia, ha incorporado su toque picante, y su esófago ya se acostumbró a la ardiente gastronomía tailandesa. Entre sus platos favoritos se encuentran el pad krapow moo, que consiste en carne molida de cerdo con chiles rojos y albahaca, y el pad pong curry, que se hace con jueyes.

El costo del agua, la luz y el mantenimiento del edificio donde reside también es sorprendentemente bajo: la factura mensual oscila entre 150 y 160 dólares. Además, paga solo $30 al mes por el servicio de celular.

A pesar de lo fácil que ha sido adaptarse a la vida cotidiana, el tailandés es un idioma complejo, lo que hace que la comunicación requiera esfuerzo. Con el tiempo, Heida ha logrado aprender lo básico, pero reconoce que dominar el tailandés sigue siendo un proceso continuo.

Nunca he podido desarrollar completamente hablar en tailandés. Me defiendo en ordenar algunas cosas. Hay una muchacha que trabaja aquí (en el edificio) que es tailandesa, ella no habla inglés, yo no hablo tailandés, y ella y yo nos entendemos todos los días, me explica lo que tiene que hacer, me cuenta chismes, yo me río mucho con ella. (Los tailandeses) nunca me han hecho sentir que yo no pertenezco aquí, que yo no debo estar aquí, me han dicho qué bueno que estás aquí”, compartió.

Heida llegó “solita” a Tailandia en 2010, un país de 66 millones de habitantes que, al igual que Puerto Rico, disfruta de un clima tropical, pero con un ritmo de vida más pausado.
Heida llegó “solita” a Tailandia en 2010, un país de 66 millones de habitantes que, al igual que Puerto Rico, disfruta de un clima tropical, pero con un ritmo de vida más pausado. (Suministrada)

Esa apertura que Heida ha experimentado en Tailandia también se refleja en el respeto que la sociedad tailandesa muestra hacia la diversidad religiosa. Aunque el budismo es la fe predominante, con más de 40,000 templos esparcidos por el país, otras religiones son practicadas con libertad.

Sobre el budismo, Heida enfatizó que le impresionó profundamente cuando llegó a Tailandia, ya que no se limita solo a la visita a los templos, sino que moldea la forma de vivir de los tailandeses.

“Para darte un ejemplo, la muchacha que trabaja aquí, el otro día había hormigas y le dije que se había llenado esto de hormigas. Ella las mató y me dijo: ‘no te preocupes, Heida, yo voy al templo para rezar por haber matado a las hormigas’. Yo no quería matarlas, pero estaban en medio de todo”, relató.

Viajera incansable

Su curiosidad por otras culturas no se ha limitado a Tailandia. A lo largo de estos 15 años, Heida le ha sacado provecho a su ubicación en Asia y ha visitado India, Laos, Vietnam, China, Camboya, Myanmar, Indonesia, Japón, Filipinas, Malasia y Singapur. En Tailandia, sus destinos favoritos incluyen la ciudad montañosa de Chiang Mai y la isla aguas cristalinas Ko Samet.

Heida con su mamá, Davita Morales, quien a sus 84 años “no se queda quieta, y baila Zumba y canta”.
Heida con su mamá, Davita Morales, quien a sus 84 años “no se queda quieta, y baila Zumba y canta”. (Suministrada)

Heida suele viajar a Puerto Rico cada verano, pero este año planificó un viaje a Europa junto a su mamá, Davita Morales, quien a sus 84 años “no se queda quieta, y baila Zumba y canta”.

Su mamá, sus hermanos, Roberto Porrata y el coach de baloncesto Bobby Porrata, y su sobrina, la voleibolista Valerie Porrata, es lo más que añora de Puerto Rico, dijo entre lágrimas.

“Sé que mami está tranquila porque está con todos ellos, pero yo quiero estar ahí también”.

---

¿Eres o conoces de algún boricua que vive fuera de la isla y quiere contar su historia? Escribe a historiasph@gfrmedia.com.