¡Me volví a enchular a los 60 y pico!
Conoce el testimonio de una mujer que va al altar esta Navidad con mariposas en el estómago.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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El amor se vive a plenitud sin tiempo ni edad. De eso da fe Minerva Rodríguez, (nombre para proteger su identidad), una mujer de 66 años que tras dos divorcios, vuelve a sentirse amada y va rumbo al altar por tercera vez.
Minerva está confiada de que a la tercera va la vencida. Tanto así, que de entrada dice: “Me voy a casar y es para siempre. Ya no me voy a volver a divorciar”.
La residente de Luquillo derrumba con su nueva ilusión los diferentes estigmas y estereotipos que poseen algunas personas sobre la incapacidad de los envejecientes a volver a enamorarse y reiniciar una relación sentimental en la tercera edad.
Minerva manifiesta que “sentir esas mariposas en el estómago” la hacen considerarse afortunada en el amor ya que, aunque no buscaba un novio, desde marzo de este año inició un nueva relación sentimental que sellará este 25 de diciembre, día de Navidad en la iglesia Adventista a la que asiste. Ese día le dará el “sí” a Nicolás Colón de 69 años.
El primer matrimonio de Minerva duró 22 años y el segundo 14 años. Infidelidades y maltrato psicológico llevaron esos matrimonios al fracaso. Minerva se divorció de su segundo esposo en el 2007 y, desde entonces, estaba sola. Asegura que no se había cerrado las puertas al amor, pero tampoco andaba desesperada buscando un hombre que la acompañe en la etapa de madurez que se encuentra. Eso sí, es de las que piensa que tener una compañía durante la vejez es vital para enfrentar esta etapa.
A Nicolás lo conoció en enero de este año durante el cumpleaños de una amiga.
Nicolás residía en Orlando y vino de visita para ese evento. El primer acercamiento de Minerva fue cordial y, de hecho, cuando lo conoció pensó que era un buen candidato para otra amiga de ella que estaba soltera. Sin embargo resultó ser que el viudo de 68 años se interesó en ella.
“Después que me divorcié pensé que no me iba a volver a casar. Pero el amor es así llega cuando uno menos lo espera. Mis matrimonios anteriores fueron largos. Cuando lo conocí pensé que ese viudo era perfecto para una amiga mía. En marzo, él regresó a la Isla, porque su hermana estaba enferma, y yo la conozco. Nos contactamos a través de Facebook y luego por teléfono. Fue ahí que me dijo que me quería conocer y salir conmigo”, narra Minerva sobre el inicio de su relación sentimental en la que Nicolás “rápido quería casarse”.
“Quería primero conocerlo mejor, porque él, viviendo en Estados Unidos, hizo que habláramos mucho. Durante estos meses hemos compartido cosas maravillosas porque nos parecemos un montón. Nos gustan las mismas cosas y, aunque la gente puede pensar que uno está viejo, para esto no es así. Claro, cuando uno está joven se deja llevar por otras cosas y de mayor uno analiza mejor qué tipo de relación uno quiere. Pero el romanticismo, las mariposas en el estómago se sienten igual; eso no cambia”, revela Minerva.
Nicolás es viudo hace un año y nueve meses. Es retirado y hace tres semanas regresó a la Isla para los preparativos de la boda y comenzar su vida con Minerva. Ambos comparten pasatiempos, gustos, van de paseo y viven el amor desde la madurez de su edad.
Sobre el parecer de su familia referente a sus relación sentimental, sus dos hijas están contentas con el hecho de que su madre esté enamorada.
“Estoy feliz y muy enamorada. Uno tiene que darse oportunidades. No estaba buscando a nadie y llegó. A esta edad tenemos que permitirnos ser felices; buscar nuestra felicidad. No es lo mismo tener que levantarse enferma a buscar un vaso de agua y unas pastillas, que tener a alguien a tu lado que te la traiga”, sostiene Minerva.
A romper mitos
La gerontóloga Mildred Rivera destacó que a nivel social el enamoramiento en la población de envejecientes es beneficioso desde la perspectiva de cambios de estados de ánimos hasta vencer la soledad que experimentan los ancianos.
“Muchas personas después de los 60 se han retirado y esto hace que los amigos o los compañeros del trabajo ya no estén. Se pierde el contacto. Están solas. Poder tener a alguien que los acompañe significa tener con quien compartir gustos, preocupaciones, similitudes y vivir el amor de pareja a plenitud. Distinto a cuando se tenía 20 años, pero igual de satisfactorio que a los 60 años. El enamoramiento provoca un sinnúmero de cambios biológicos en el cuerpo, por ejemplo el sexo provoca relajación y eso beneficioso para todos”, indica Rivera.
La especialista en estudiar y trabajar con la población de envejecientes destacó que lo primero que la sociedad debe entender es empezar a romper mitos sobre la creencia de que en la vejez no hay espacio para el amor y la sexualidad.
“Muchas personas creen que la mujer después de la menopausia no puede disfrutar de su sexualidad o que los hombres no se van a interesar en ella. Eso es falso y es un mito que hay que romper. Es necesario educarnos sobre estos temas”, subraya Rivera, quien además señala que existen medicamentos para los hombres que ayudan a mantener la erección.
Lo que a Rivera le preocupa y ha visto con frecuencia es cómo los hijos y parientes no aceptan la nueva relación sentimental de sus padres o abuelos.
Esto crea un conflicto, ya que se trata de una privación a la felicidad de esa persona.
“Los hijos tienen que entender que esa madre, ese padre, abuelo o abuela de 60, 70 y 80 años puede decidir sobre su vida y tienen que respetar esa autonomía, ya que ningún pariente, hijo y nieto puede llenar el espacio de esa persona desde un rol de pareja”, concluye.