Conoce los riesgos del “frexting”
Compartir fotos íntimas entre las amigas para obtener validación se ha puesto de moda
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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¿A qué mujer no le gusta recibir un piropo que exalte su sensualidad? Esa necesidad de reforzar la autoestima y la búsqueda de validación ha convertido en una tendencia el intercambio de imágenes íntimas entre amigas a través de las redes sociales.
La práctica, cada vez más frecuente, se conoce como “frexting”, un hibrido de los términos “friend” (amigo) y “sexting” (como se denominó al envío de imágenes sugestivas a parejas o personas a quien se pretende motivar para un encuentro sexual). En este caso, el fin no es erótico. Lo que persigue, según quienes lo promueven, es que las amigas opinen con comentarios favorables sobre su aspecto físico como un ejercicio de diversión y empoderamiento.
Pero más allá de la intención de obtener reacciones positivas sobre la imagen semidesnuda o desnuda de la remitente, el “frexting” abre la puerta a riesgos de carácter delicado, como la posible divulgación del material compartido más allá del círculo de confianza, opinó la sicóloga Joy Lynn Suárez.
“Sienten que es más seguro que el ‘sexting’ porque sienten que lo están haciendo en un grupo protegido, que se supone que es entre amigas cercanas. Sienten que es un ambiente más protegido, que por ejemplo, mandárselo a un varón o a la pareja… Lo que a mí me preocupa realmente de esta modalidad, que empezó realmente el año pasado, es que partiendo del cyberbullying, este se da usualmente entre niñas y la razón de por qué se da entre niñas y la razón de por qué es tan dañino en parte es porque las niñas son las mejores amigas cuando son amigas y son las peores enemigas cuando se pelean. Vamos de un extremo al otro, y eso aplica igual a las mujeres adultas”, manifestó la experta en acoso cibernético.
“Las que tú piensas que son tus amigas más cercanas, que tú te sientes superprotegida por ellas, no sabemos qué puede pasar de aquí a un mes o dos meses. Lo mismo que podría pasar en un noviazgo: tú no sabes si podrías dejarte en un mes o dos. De momento tú te peleas con esta persona y tú no sabes qué podría hacer con estas fotos tuyas. Eso es lo primero que a mí me alarma en toda situación donde hay fotos comprometedoras”, agregó.
A lo anterior se suma el peligro de que el equipo -ya sea el teléfono, tableta o computadora- tanto de quien envía la imagen como quien la recibe, pueda ser robado, extraviado o hackeado y la misma caiga en manos externas o que el material sea visto por equivocación por personas cercanas al destinatario.
“Son cos de riesgos por los medios electrónicos que también pueden estar ahí. Como llevo 15 años trabajando con esto (cyberbullying), a mí todo lo que me brincan son banderas rojas por todas partes, de los peligros que pueden haber con este tipo de fotos, que aunque pensamos que están en un ambiente protegido, me llevan a cuestionar cuán protegido puede ser ese ambiente”, observó.
Recalcó que con la escasa información que se ha escrito sobre el “frexting” en diversos blogs y revistas, y ante la novedad de esta práctica, resulta difícil trazar una sicología detrás de la misma. No obstante, subrayó que algunas chicas que lo hacen han destacado en algunos medios digitales que existe un grado de curiosidad de experimentar con algo que a juicio de algunos es incorrecto, pero que de esa forma sienten que no lo es tanto.
También indicó que podría tratarse en algunos casos de una conducta motivada por un espectro de homosexualidad/lesbianismo, y anticipó que el tema motive investigaciones en un futuro cercano en ese ángulo.
“Pienso que van a empezar a investigar por esa línea. El ángulo que le están dando ahora mismo es el ‘empowerment’ (empoderamiento), que es yo sentirme tipo Kim Kardashian, ‘amo mi cuerpo’, lo cual es bueno, si tú realmente amas tu cuerpo”, comentó.
La también profesora de la Universidad Carlos Albizu puntualizó además que existe una contradicción en el discurso de apoderamiento que profesan quienes practican el “frexting”.
“Cuando tú hablas de ‘empower each other’ (empoderarnos unas a otras) probablemente es porque tú no te sientes empoderada con tu cuerpo y necesitas esa validación externa para sentirte empoderada. Yo no estoy diciendo que eso esté mal porque todos lo necesitamos. A quién no le gusta que su marido la vea caminando desnuda en su cuarto y le eche un piropo. Eso no es ni baja autoestima ni cosa por el estilo. Ahora, si tú estás enviando esas fotos porque tú necesitas esa validación externa de tu cuerpo para sentirte mejor, entonces me cuestiono si eres el tipo de persona que le importe que un externo vea tu foto”, argumentó.
Hizo hincapié también en la posibilidad de que las observaciones y comentarios positivos que reciben quienes lo practican pudieran no ser tan genuinos y honestos aun cuando se trata personas de su círculo cercano y dejó la pregunta sobre la mesa de hasta qué punto el esperado empoderamiento sea real cuando las mismas reglas del ejercicio establecen que no deben hacerse críticas negativas.
“Hay que tener cuidado con cómo esas dinámicas de grupo están funcionando en este tipo de situación”, enfatizó.
Además advirtió que podrían surgir incomodidades entre amigas a causa de reacciones o comentarios malinterpretados como parte del intercambio de dichas imágenes.