Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 años.
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“¡Dormí como un bebé!”, solemos decir cuando logramos un sueño profundo y apacible. Sin embargo, no siempre la hora de dormir del bebé es un momento de paz y tranquilidad, pues muchas madres y padres tienen que hacer malabares para lograr que sus pequeños logren conciliar el sueño.
Según la Academia Americana de Pediatría (AAP) los bebés no logran tener un ciclo regular de sueño hasta que cumplen los seis meses de edad. Un recién nacido duerme entre 16 y 17 horas al día, pero podría levantarse frecuentemente.
Es común que despierte cada dos a tres horas, y poco a poco vaya creando un patrón que va extendiéndose. Cuando se altera más el horario y duerme muchas horas corridas, deben despertarlo cada dos o tres horas durante el día y dejarlo que sea él quien se despierte durante la noche.
El recién nacido debe acostarse boca arriba, recomienda la AAP. Estudios realizados han demostrado que esta posición disminuye la incidencia del Síndrome de muerte repentina en el infante.
También se aconseja hacer de la cuna un lugar seguro para el bebé. Por eso debes evitar tener almohadas, juguetes, paños o frisas dentro de la cuna que pueden asfixiar al recién nacido.
Cuando el bebé es más grande elimina todo tipo de cordón que pueda enredarse del cuello del bebe, como son cortinas o cordones eléctricos cercanos a la cuna.
A medida que va creciendo, el patrón cambia y es responsabilidad del padre ayudar a su bebé a crear el hábito de dormir.
La AAP recomienda una rutina consistente en la que el bebé aprenda a reconocer cuándo es hora de dormir.