Volver a trabajar, después de las vacaciones, no es nada fácil. El cuerpo y la mente han entrado en descanso y se han desconectado de la vida cotidiana y volver a conectarse con las actividades laborales puede ser muy complejo. Tanto que en algunos casos puede conllevar problemas de salud.

Sobre todo en épocas como la navideña, cuando el descanso se combina con los excesos propios de la época, como la comida y el licor.

A nivel biológico, durante los altos estados emocionales que se viven lejos del trabajo, el cerebro produce altos niveles de dopamina, un neurotransmisor que genera sensación de bienestar, según explica la psiquiatra Danelia Cardona.

“Tras regresar, el cerebro hace un cambio de un estado de emociones a uno cognitivo, más racional, y, por lo tanto, hay un cambio en el estado emocional, un bajón”, añade Cardona, especialista en psiquiatría, formada en Inglaterra.

Esta situación se conoce como el síndrome posvacacional, aunque -según explica el psiquiatra Rodrigo Córdoba- no está descrito como tal en los manuales médicos.

Un síndrome, explica Córdoba, es una suma de manifestaciones que presentan unas características propias. 

Sin embargo, en este caso, añade, sí existen ciertas manifestaciones que se presentan en personas que han estado de vacaciones y retoman sus actividades laborales.

No obstante, se trata de una situación muy común. Por ejemplo, en Europa, según algunos estudios, un 35% de los trabajadores de entre 25 y 40 años sufren de esta alteración; mientras que en Estados Unidos, el 15% reconoce que la padece, conforme lo revela una encuesta de la firma Gallup.

“La característica fundamental es la dificultad en los procesos mentales a la hora de reanudar las labores del trabajo, porque la mente se ha acostumbrado a cierta pasividad. La dificultad para concentrarse se hace evidente”, añade Córdoba.

Los síntomas

Fatiga, apatía, sensación de fracaso y de improductividad son otras manifestaciones. 

Sin embargo, aclara Córdoba (jefe del departamento de Psiquiatría de la Universidad del Rosario en Perú), no es necesario alarmarse. 

“Hay que esperar a que pasen los días, mientras se retoma la marcha y la mente se reorganiza”.

No obstante, considera que cuando los síntomas persisten o se tornan más fuertes, hay que consultar con el especialista porque es posible que existan antecedentes o factores de riesgo que se disparan, sobre todo, cuando una persona no está a gusto con su trabajo ni con la gente que la rodea en el entorno laboral.

“Todos somos susceptibles de sufrir esta situación después de volver de las vacaciones, pero es más frecuente en aquellos que de forma habitual no se sienten cómodos en el trabajo, en los que tienen problemas de agotamiento o desencanto laboral, o en los que idealizan el periodo de vacaciones como la culminación de su bienestar personal”, expresó a la agencia de noticias Efe la psicoterapeuta y escritora española Marisa Navarro.

Irritabilidad, nerviosismo, inquietud, tristeza, melancolía o indiferencia son otras manifestaciones que experimentan muchos de los empleados, en disgusto con su trabajo, cuando vuelven de las vacaciones. Insomnio, estrés agudo con síntomas como ansiedad, depresión, angustia, temblores, sudoración y aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria que podrían desencadenar crisis de pánico son otros síntomas en este tipo de personas.