La idea de que nuestro destino está echado y de que todo lo que nos ocurre es producto del azar es un argumento que ha servido de consuelo para quienes tratan de encontrar una explicación al origen de sus desventuras.

La lista de infortunios es variada, y dependerá de la perspectiva de quien la sufre. Desde problemas financieros, desamores, perder una competencia, hasta -para algunos- la dificultad para encontrar un estacionamiento en un centro comercial.

Sin embargo, ¿realmente estamos a la merced de una fuerza superior que nos castiga? ¿Cuánta responsabilidad tenemos sobre lo que nos ocurre?

Ajena a la magia

El psiquiatra Douglas J. Romero revela que, ciertamente, “la mala suerte existe”. Según expone, “estudios en medicina, física y parasicología muestran la existencia de lo que se llama el efecto del observador”. Esto se refiere a “la capacidad del observador afectar lo observado”.

El doctor añade que se ha visto “que ciertas personas tienen tendencias a que sus eventos al azar se vayan de algún lado u otro”. Ahora bien, lo cierto es que “para la gran mayoría de las personas, el efecto es minúsculo”, por lo que “en lo práctico, tú eres quien hace tu vida”.

Romero aclara que la mala suerte “no tiene que ver con magia”. Además, “tampoco existen eventos al azar, sólo patrones de complejidad que no podemos predecir adecuadamente”. Más bien, “es nuestra interpretación de los eventos lo que lo hace ‘mágico’ al azar, o se le atribuye a algún evento buena o mala suerte”.

Cuestión de percepción

Ocurre con frecuencia que, al percatarnos de la bonanza de alguna persona -ya sea en el amor, a nivel financiero, en el empleo, etc.-, hay quienes lo consideran afortunado. Al respecto, el doctor comenta que “percibimos a gente con buena suerte, a aquellas que tienen resultados similares a los que nosotros queremos en nuestras vidas”. En este sentido, “nuestro sistema de creencias, crianza y personalidad son un filtro en nuestra percepción, y por lo tanto la manera en que vemos a otras personas como teniendo buena o mala suerte”.Por qué nos interesa

Por siglos, el tema del azar ha resultado de gran atractivo para muchas culturas. “Todos queremos tener la capacidad de predecir nuestras vidas para poder afectarla de la manera que, entendemos, mejor nos conviene”, responde el psiquiatra. “Nuestra sociedad invierte grandes recursos en tratar de predecir el futuro, ya sea alguien que va a un astrólogo para saber cómo va a salir su vida amorosa o el comité de un banco que comisiona un informe de cómo va a funcionar algún mercado”, añade. “Todos funcionamos bajo los mismos principios”.

Nuestro verdadero poder

Se habla mucho del poder de la mente y cuánto influyen nuestros pensamientos en aquello que nos ocurre. “La sugestión juega un papel grande, pues influye nuestra forma de ver una situación desde antes de que suceda”, revela Romero. De ahí que “si entendemos que algo nos va a salir mal, no le ponemos mucho empeño, y al salir mal necesitamos validación de personas de que estábamos correctos y le atribuimos el desenlace a la mala suerte”.

El psiquiatra enfatiza que “tenemos casi toda la responsabilidad” de lo que nos acontece, “pues la gran mayoría de las situaciones, de nuestra vida no tienen que ver con suerte”. Y explica que “si tenemos una situación la manera en que enfrentamos la situación, nuestra preparación para maniobrar dicha situación y nuestra actitud emprendedora van a influenciar mucho más el resultado que el efecto de lo que la mayoría de nosotros le llamamos suerte”.

Forma de justificación

Por otro lado, el Dr. Víctor López Tosado, diplomado en hipnosis clínica e hipnoterapia, revela que “la mala suerte es realmente un fenómeno psicológico del ser humano que necesita una explicación para sentirse satisfecho”. Y analiza que “esto lo vemos a través de la historia, en diferentes culturas, en las diferentes explicaciones a los sucesos”. Como ejemplo, hace referencia a la era en que las personas tenían desconocimiento sobre el origen de un huracán, por lo que “pensaban que era un espíritu del mal, que había que apaciguar con adoraciones”.

El también presidente de la Junta de Directores de Inesip (Instituto de Estudios e Investigaciones Psíquicas) comenta que en el interés por valerse de métodos para librarse de la supuesta mala racha, “es cuando algunas personas van a un espiritero, que no es lo mismo que espiritista, para que le haga alguna magia y lo exorcise de manera criolla, con algún sahumerio, o comprando alguna vela”.

Sin embargo, el doctor comenta que en el ejercicio de su profesión ha observado que cuando se analiza el trasfondo del paciente, “si haces unos estudios técnicos y en profundidad de esa persona y sus situaciones, ves que son una serie de malas decisiones”. De ahí que concluya que “la mala suerte es una toma de decisiones erróneas”.

López Tosado reitera que “si se hace un estudio investigativo de esa persona, se van a encontrar causas explicables, materiales y objetivas que se pueden verificar y constatar como una cadena de decisiones incorrectas a lo largo del tiempo”.

A la par con esta observación, el también profesor universitario explica que “desde el punto de vista científico, hay efectos que son multicausales y no unicausales”. Añade que “la mayoría de los fenómenos del mundo son complejos y en vez de basarnos en la cuestión newtoniana, que establece una sola causa para un efecto, habría que tener en cuenta que los fenómenos tienen muchas veces un abanico de causas que inciden para un efecto”. En este sentido, “el afán de limitarlo a una sola explicación, que es la mala suerte, sería caer en un reduccionismo mental”.