Tras COVID-19, ¿permanente la pérdida del olfato y el gusto?
Científicos tratan de encontrar una respuesta de este fenómeno en personas que han tenido coronavirus.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Un nuevo estudio reveló que la pérdida del olfato y el gusto, como síntomas del COVID-19, es más común de lo que se creía. Además de ser una de las principales manifestaciones que indican la presencia de la enfermedad, los investigadores advirtieron que esta distorsión sensitiva podría alterarse permanentemente.
Desde que se detectó el primer caso del nuevo coronavirus, los científicos se han esforzado por identificar los efectos que produce en quienes lo padecen. Uno de ellos fue la pérdida de sentidos como el olfato y el gusto. En la actualidad, hay casos en los que las personas aún no recuperan estas sensaciones e incluso algunos perciben olores y sabores distorsionados.
Fue así que investigadores del Instituto de Investigación en Ciencias Fundamentales de Teherán sugirieron que esto podría ser una manifestación del llamado “quimitesis”. Este fenómeno ocurre cuando la sensibilidad química de las membranas mucosas, como la nariz y la boca, pierden su capacidad de detección.
Ante este fenómeno “debilitante y potencialmente duradero”, la científica biológica, Shima T. Moein estudió los porcentajes reflejados en diversas investigaciones en torno a la pérdida del olfato durante el COVID-19. En uno de ellos encontró que el 41% de 8 mil 438 pacientes había perdido el olfato.
Más tarde, la investigadora administró una prueba de identificación de olores a 100 casos positivos, resultando que un 96% de los participantes tenía alguna disfunción olfativa y el 18% tenía pérdida total del olfato, también conocida como anosmia.
La experta destacó que muchos de los casos leves de la enfermedad presentan la falta de olfato como único síntoma, lo que sugiere que el fenómeno está separado de la congestión nasal inducida por el SARS-CoV-.
Neuronas sensoriales
Por su parte, estudiosos de la Facultad de Medicina de Harvard en Boston, Massachusetts, se encargaron de comprender la razón por la que las personas pierden la sensibilidad a los olores.
Para esto, el neurobiólogo Sandeep Robert Datta observó que cinco células, pertenecientes a las neuronas sensoriales de la nariz -también llamadas “sustentaculares”- habían sido infectadas por el virus, privándolas de sus nutrientes, al vulnerarlas e inducirlas a la perdida de olfato.
Pese a contar con evidencia sobre la disfunción olfativa, los científicos no han advertido sobre los mecanismos que provocan la pérdida del gusto. “Nadie lo sabe todavía”, expresó John Hayes, profesor de ciencia de los alimentos en la Universidad Estatal de Pensilvania.
En la actualidad, Hayes analiza los efectos del COVID-19 en los sentidos químicos. El especialista aclaró que el gusto y la quimiostesis son sentidos distintos del olfato, aunque los tres son utilizados simultáneamente para que las personas reconozcan el “sabor” que tiene un alimento o una bebida.
De acuerdo con la evidencia científica, hasta ahora registrada, el 72% y 84% de las personas informó que recuperó su sentido del olfato y del gusto, respectivamente, después de un mes. Mientras que el 41% de las pacientes declaró que se encontraba mejorándose. Esta cifra dio una idea del tiempo en que, la mayoría de los casos, recupera su capacidad sensitiva.
Sin embargo, Claire Hopkins, consultora de oído, nariz y garganta del Guy’s and St Thomas Hospital en Londres, advirtió que a medida que una persona recupera el olfato, los olores se tornan desagradables y diferentes de cómo los recordaban. Este fenómeno es conocido como “parosmia”: “Todo huele rancio” para ellas, detalló.
La investigadora atribuyó este efecto a que las neuronas sensoriales olfativas se reconectan paulatinamente. Además, sugirió que la infección por coronavirus, en el caso de las personas que permanecen anósmicos durante meses, podría haber matado las neuronas sensoriales olfativas.
Las implicaciones de perder el olfato
Hopkins agregó que la pérdida definitiva del olfato podría tener consecuencias muy graves, ya que las personas estarían en riesgo de peligros como la intoxicación alimentaria y el fuego, por la incapacidad de detectar los alimentos en mal estado y el humo.
“La mayoría de la gente no reconoce la importancia del olfato en sus vidas, hasta que lo pierde”, consideró Moein, asociando esta falta a la presencia de la depresión. “¿Qué sentiría un padre si no pudiera conectarse con su hijo a través del olor a bebé recién nacido?”, ejemplificó.
Los expertos declararon que a falta de investigación en torno al tema, escasez de tratamientos, por lo que Hopkins trabaja con la organización benéfica AbScent en Andover, en la búsqueda de generar intereses para el estudio de la pérdida de sentidos y la manera en que pueden revertirse.