Un estudio reciente llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Bristol, en Inglaterra, encontró que el consumo regular de pescado y mariscos puede mejorar el comportamiento de los niños, particularmente en lo que respecta a la sociabilidad.

Los resultados, publicados en la revista European Journal of Nutrition, sugieren que los niños que incluyen estos alimentos en su dieta tienden a ser más prosociales, lo que significa que son más inclinados a ayudar a los demás, compartir y mostrar consideración.

Vinculación entre la dieta y la conducta prosocial

El comportamiento prosocial, que está relacionado con la empatía y la capacidad de ponerse en el lugar del otro, se empieza a formar en la infancia y se va complejizando con el tiempo.

Relacionadas

El estudio se basó en el Estudio Longitudinal Avon de Padres e Hijos (ALSPAC), que analizó a cerca de 8,300 niños de 7 años y más de 6,800 de 9 años.

Los científicos encontraron que los niños que no consumían pescado a los 7 años tenían un 35% más de riesgo de mostrar comportamientos prosociales deficientes en comparación con aquellos que consumían al menos 190 gramos de mariscos a la semana, es decir, aproximadamente dos porciones.

Este patrón se mantuvo a lo largo del tiempo: a los 9 años, los niños que no comían mariscos a los 7 años presentaron un 43 % más de probabilidades de mostrar un comportamiento prosocial negativo, frente a aquellos que cumplían con las recomendaciones dietéticas.

El impacto de los omega-3 y otros nutrientes

Los investigadores explicaron que los beneficios en el comportamiento prosocial se deben a la presencia de ácidos grasos omega-3, como el ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido eicosahexaenoico (EPA), que forman parte esencial de las membranas de las células cerebrales. Estos ácidos grasos influyen en múltiples procesos importantes del cerebro, desde la expresión genética hasta la flexibilidad de las membranas celulares.

Además de los omega-3, los mariscos aportan yodo, que es crucial para la producción de hormonas tiroideas que afectan el desarrollo cerebral, y selenio, que ayuda en la producción de proteínas necesarias para la creación de ADN, además de tener propiedades antioxidantes. También contienen colina, un nutriente que facilita la producción de acetilcolina, un neurotransmisor involucrado en la respuesta al dolor y en los procesos de pensamiento.

A pesar de los beneficios encontrados en el comportamiento prosocial, el estudio no detectó efectos significativos de las dietas basadas en omega-3 sobre los puntajes de coeficiente intelectual (CI) de los niños.