En los últimos meses, el destacado intérprete de música regional mexicana, Christian Nodal, capturó la atención del público y de los medios no solo por su talento musical, sino también por sus movimientos en el ámbito sentimental.

Tras su conocida ruptura con la cantante Belinda, con quien tenía planes de matrimonio, seguida de su separación de Cazzu, madre de su hija Inti, y su reciente relación con Ángela Aguilar, Nodal parece seguir un patrón particular en sus relaciones amorosas que algunos en redes sociales llamaron el “síndrome de Tarzán”.

Este término, aunque no reconocido clínicamente, se utiliza para describir una conducta emocional y conductual específica: la tendencia a “saltar” de una relación sentimental a otra sin pausas significativas entre ellas.

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Esta práctica es frecuentemente impulsada por el miedo a la soledad y una necesidad constante de apoyo emocional. Metafóricamente, se asemeja a Tarzán moviéndose de liana en liana sin tocar el suelo, donde las personas con este síndrome buscan asegurar un nuevo vínculo amoroso antes de finalizar completamente el anterior.

Desde una perspectiva psicológica, este comportamiento puede interpretarse como un mecanismo de evasión frente al enfrentamiento de emociones personales y el dolor que conlleva la pérdida, evitando la reflexión que debe seguir al término de una relación.

Los individuos con esta tendencia suelen depender emocionalmente de sus parejas para sentir seguridad y afecto, elementos que perciben como inalcanzables por sí mismos.

Expertos en psicología sugieren que es saludable tomar un tiempo para uno mismo después de una ruptura, para procesar el duelo y reflexionar sobre las lecciones aprendidas de la relación pasada.

En el caso de Nodal, su rápida transición entre relaciones llevó a especulaciones sobre la estabilidad y profundidad de sus compromisos sentimentales, con críticas que apuntan a una falta de tiempo para sanar y cerrar ciclos adecuadamente antes de comenzar uno nuevo.