¿Por qué ellos se alejan en la enfermedad?
A muchos hombres se les hace difícil lidiar con la enfermedad de su compañera o hijos y optan por escapar de la situación.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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“Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad y amarte y respetarte todos los días de mi vida”.
Dicha liturgia matrimonial, para muchos hombres, es simplemente una promesa vacía, pues cuando su esposa o hijos enfrentan el diagnóstico de una enfermedad grave, abandonan el hogar, demostrando cruel deslealtad y frívolo egoísmo.
“Resulta chocante escuchar que alguien abandonó a su pareja o sus hijos por causa de que se encontraban enfermos. Siendo esta la única razón, resulta monstruoso, imperdonable y no justificable, pero la realidad es que las cosas no son tan sencillas y son muchos los agravantes que llevan a esta situación”, destaca la doctora Kevia Calderón, psicóloga clínica.
Por su parte, la doctora Amelia Rodríguez, psicóloga clínica y perito forense, expone que “el padecer una condición de salud implica una serie de cambios en el estilo de vida y en las rutinas diarias, situación que resulta difícil de manejar para algunos, según sus mecanismos de afrontamiento. Es por esta razón, que vemos comúnmente personas (tanto hombres como mujeres) en Puerto Rico que se distancian emocionalmente de la persona enferma, lo que incluso, pudiera llegar al alejamiento físico”.
El sentido de impotencia y la inhabilidad de controlar o remediar la situación que enfrentan puede afectar a algunos hombres, logrando que se sientan culpables o fracasados al no poder proteger a sus seres queridos, destaca la doctora Rodríguez. “Al no poder manejar esta presión y no contar con buenos mecanismos de afrontamiento, una respuesta pudiera ser abandonar la situación. La respuesta –quedarse o salir huyendo– no depende de la naturaleza de la situación, depende de los mecanismos de afrontamiento que tenga la persona y de las dinámicas que se dan en la familia”, asevera la experta.
Puerto Rico, según la doctora Rodríguez, tiene una alta tasa de enfermedades crónicas que, en consecuencia, generan un impacto emocional tanto en las personas que la padecen como en sus familiares y otros seres significativos.
“Sus efectos tienden a ser a largo plazo y requieren de un tratamiento continuo. En muchas ocasiones, el fantasma de la muerte, ante la fragilidad de la salud, está presente y tanto la persona enferma como la familia pueden presentar dificultad para lidiar con este temor”, señala la experta.
La doctora Rodríguez menciona que es importante señalar que el abandonar a una pareja o a los hijos a raíz de que alguna de las partes es diagnosticada con una enfermedad no surge como consecuencia directa, única y exclusiva a dicho diagnóstico. “Los estragos de la enfermedad no solo afectan el cuerpo de quien la padece, sino también la economía del hogar, el trabajo, las rutinas diarias de la familia y, por ende, la relación de pareja”, asevera la profesional.
Cuando un hijo es diagnosticado con una enfermedad, muchas veces la atención de la madre se dirige casi exclusivamente hacia este, generando una sensación de abandono y desamor en el padre, quien, de no tener la madurez necesaria, resentirá esta dinámica y la identificará como desamor y falta de interés de su pareja, expone la profesional.
La doctora Calderón advierte que la mujer se puede sentir poco comprendida por su pareja si este no se involucra en los procesos médicos de diagnóstico y tratamiento, pues entenderá poco sobre los cambios físicos y anímicos que ella experimentará. “Las dificultades en los procesos de comunicación y los problemas relacionales ya existentes antes del diagnóstico se agudizan, generando un doloroso distanciamiento, que terminará en la ruptura definitiva de la relación”, acota.
“En los casos en los que no existen otros agravantes (para el abandono) y simplemente se trate de un acto de egoísmo y falta de lealtad, debemos estar claros que cualquier situación difícil pudiera ser una buena excusa para escapar y, tarde o temprano –con o sin enfermedad–, la persona abandonaría la relación”, establece la doctora Calderón.
La doctora Calderón indica que una situación de esta naturaleza resulta devastadora para la familia, principalmente porque se experimenta como un rechazo y una condena. La persona enferma puede llegar a sentirse culpable de que la familia se ha desintegrado por su culpa. “Esto ocurre principalmente en el caso de los niños, quienes experimentan la separación de los padres como una responsabilidad única y exclusiva de ellos y de su mal comportamiento (la enfermedad)”, advierte.
“En el caso de la mujer, el abandono no solo es la evidencia de que no ha sido amada lo suficiente por su pareja como para permanecer a su lado apoyándole ante tan difícil situación, sino también representa una herida a su autoestima”, acota la psicóloga clínica.
¿Por qué abandonan el barco?
Problemáticas ya existentes en la relación de pareja que se agudizan con el diagnóstico.
Dificultad de la persona para afrontar la crisis y ajustarse a los cambios.
Falta de conocimiento y comprensión de la enfermedad, los cambios que se requieren y la nueva situación familiar.
Inmadurez por parte de la persona, a quien se le dificulta comprender que la situación familiar va más allá de sus necesidades personales.
Falta de compromiso con la relación de pareja y de familia.
Fuente: doctora Amelia Rodríguez
Si te pasa
Enfócate en tu salud y tu recuperación.
Libera el estrés fisiológico y emocional que la situación te genera para poder comenzar a sanar no solo el cuerpo, sino también el alma. Puedes, por ejemplo, hacer ejercicios, meditar, orar, leer y recrearte pasiva y activamente.
Vive un día a la vez y enfócate en superar los retos diarios.
Comienza un proceso de perdonar a quien te ha lastimado, a modo de liberarte del coraje y la ira que te aqueja.
Deja de verte como una víctima y hazte responsable de tu dolor, trabájalo y supéralo.
Evita el encierro y el aislamiento, esto solo contribuirá a generar un mayor sentimiento de soledad y vulnerabilidad.
Busca ayuda profesional y espiritual.
Fuente: doctora Kevia Calderón
También existen hombres solidarios
“Veo un tumor en el colon que aparenta ser maligno. Hay que darte radioterapia y quimioterapia simultáneamente para reducirlo y, después, operar”. Este fue el aterrador diagnóstico que cambió la vida de Milagros Colón Castillo, profesora de trabajo social del Programa Graduado de la Universidad Interamericana y quien relató cómo su esposo, César, fue una pieza clave en su proceso de sanación de cáncer.
La educadora todavía recuerda el momento en el que le notificó a su esposo la terrible noticia. “Lo miré, le expliqué y comencé a llorar”, rememora. “El rostro de mi esposo se puso muy tenso. Por momentos, no dijo nada. Luego, me preguntó detalles y después me dijo: ‘Ok, ya planificaremos todo eso. Ahora, ¿qué quieres hacer?’. No le dije nada. Entonces, me dijo: ‘Vamos a dar un paseo a la playa’ y por el camino me dijo: ‘Hemos pasado muchas cosas juntos y hemos prevalecido. Ahora, lo vamos a hacer también’”, comparte.
“De ese momento en adelante, comenzamos a vivir juntos la pesadilla del cáncer colorrectal”, afirma. La profesional tuvo que ser hospitalizada tres veces. En la última ocasión, estuvo internada durante todo un mes. “Esta última fue por una septicemia que minó todo mi organismo y por poco dejo viudo a mi César. En estas hospitalizaciones, mi esposo se quedó conmigo todas las noches. Me conmovía ver que en una esquina del piso, él ponía un edredón y ‘dormía’. Cada vez que me quejaba de algo, él se levantaba para ayudarme en lo que fuera”, destaca.
A pesar de que la educadora cuenta con una red de apoyo, destacó el rol de su esposo en su proceso de sanación. “Las oraciones y la buena energía nunca me han faltado. Mi hijo es amoroso y llena mis días de alegría. Pero mi pareja... ¡Dios mío! ¡Cuán sanador ha sido con su amor incondicional, su sentido del humor y sus mimos! Tengo que dar énfasis a esto porque los hijos nunca dejan de serlo, pero la pareja siempre tiene la opción de retirarse. Pero César está conmigo desde hace 39 años y el otro día lo escuché cuando hablaba con un amigo de celebrar los 40, o sea, que no parece tener planes de irse”, señala.
“Durante todo mi proceso de tratamiento, el cual aún no termina, he podido observar otras parejas compuestas por mujeres pacientes de cáncer y sus esposos”, asegura. “No puedo decir quiénes constituyen el número mayor: si los esposos que apoyan o los que deciden que no pueden con la carga. Quisiera pensar que todas las mujeres reciben la ayuda de sus parejas, pero sé que no es así”, se cuestiona la trabajadora social y concluye que “la compañía de un ser amado que decidió unir su vida a la nuestra posee la capacidad para aliviar la soledad y encontrar en el amor la medicina que nunca falla”.