Es muy común oír decir que si unos hermanos no pelean no son hermanos. Ese dicho popular es muy real, pues las peleas entre hermanos son como el pan nuestro de cada día. Ya desde que tienen aproximadamente dos años de edad es normal que los niños discutan por muchas razones, destaca la psicóloga Amarilys Rodríguez.

“Hay muchos factores por los cuales los niños pelean. Muchas veces pelean por el uso de los juguetes. Ellos quieren el juguete que tiene su hermano y quieren arrebatárselos. Muchos pelean por la competencia, esto ocurre mucho con los juegos electrónicos. Lo otro es por celos, si mamá o papá tiene detalles con alguno de ellos, pelean. Muchas veces también pelean por envidia, por marcar territorio, y este caso, por ejemplo, lo vemos a diario cuando uno de ellos quiere montarse al frente del carro o dicen ‘a mí me sirves primero la comida porque soy el primero que va a comer’”, afirmó la psicóloga experta en niños y adolescentes.

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Mientras más pequeños son, es posible que las peleas sean más frecuentes, pues los intereses son similares y puede que quieran las mismas cosas. Con la diferencia de edad, las peleas se tornan distintas.

Rodríguez destaca que hay que evitar la exposición a videojuegos violentos, pues fomentan más discrepancias.

“Los niños pasan mucho tiempo viendo este tipo de juegos y entonces tienden a imitar o modelar. Incluso, otro tipo de muñequitos. He sabido de padres que, por ejemplo, no les permiten ver a las niñas My Little Pony, porque tienen muchas peleas. Hay que estar pendientes a lo que los niños ven”, destacó la especialista.

Si los padres deben intervenir o no entre peleas de hermanos, es una duda con la que pueden encontrarse a menudo los progenitores.

“Nos es recomendable que los padres se metan en las peleas de niños, hay que dejarlos que asuman posturas. Los padres sí van a intervenir cuando veamos que se están faltando el respeto, se están humillando y cuando ocurra la fuerza física. Esas son señales de alerta que los padres deben atender”, destacó Rodríguez.

Mientras estas situaciones no ocurran, los padres deben dejar que los hermanos resuelvan sus diferencias, pues así aprenderán a defenderse y comunicarse.

La psicóloga destacó que es muy importante que cuando los padres intervengan, no penalicen más a uno en específico solo por ser el mayor o el menor.

“Regularmente, los padres le echan la culpa al mayor y no siempre el mayor es el que tiene la culpa. Se debe atender a los dos por igual. Si van a castigar, van a quitar privilegios, tienen que castigar a los dos, no al mayor o al menor. Los dos tienen responsabilidades. Si dicen ‘él empezó’, pues el padre dice, ‘él lo empezó pero tú lo seguiste’. Él es tan responsable como el otro, así que a los dos hay que quitarles privilegios”, destacó Rodríguez.

La experta hace énfasis sobre este aspecto, pues dichas situaciones pueden dar pie a más diferencias entre los hermanos, pues creen que hay preferencias y crean celos.

La psicóloga destaca la importancia del diálogo en todas las situaciones, pues es importante que ellos aprendan de cada una de ellas.

Por ejemplo, si uno de los niños está sentado y el otro pasa y le da un cocotazo, y el que no ha hecho nada comienza a llorar, pues con ambos se debe dialogar por lo erróneo de cada conducta. Con el que agrede se le tiene que enseñar que no es un comportamiento adecuado, y el que llora tiene que entender que esa no es una manera de resolver una situación.

Otro aspecto importante es que las peleas entre los niños también pueden propiciar discusiones entre los padres.

“Esto puede causar problemas hasta en el matrimonio porque tener a dos niños peleando todo el tiempo es difícil. Y muchas veces, un padre le echa la culpa al otro diciendo, ‘pero es que tú no los corriges’, ‘te cruzas de brazos y los dejas peleando’. Y si tenemos un chico que está siendo lastimado por su hermano emocionalmente, pues está afectando su autoestima y puede traer otros problemas como la depresión. Hay que atender todo esto, y si no se puede manejar en la familia se debe buscar ayuda profesional”, concluyó Rodríguez.

Cómo lidiar:

Mientras no se estén agrediendo física y emocionalmente, hay que dejar que los hermanos resuelvan las peleas.

Se debe castigar por igual a los hermanos que estén involucrados en las peleas.

Los padres no deben mostrar ningún tipo de favoritismo a ninguno de ellos.

Se debe evitar exponerlos a juegos y dibujos animados o películas violentas.

Se debe dialogar con los menores para hacerles entender que esos comportamientos no son correctos.

Es importante que puedan manifestar sus sentimientos.