Miami. Investigadores de la Universidad del Centro de Florida (UCF) buscan reducir las posibilidades de contagio del COVID-19 en lugares donde es difícil guardar la distancia de seguridad mediante un producto que espese temporalmente la saliva de las personas.

De esa manera, las gotas de saliva que al toser, hablar o simplemente al respirar quedan flotando en el aire tenderían a caer al suelo y no habría tantas posibilidades de que otra persona las inhalase, se posaran en superficies o entrasen en los sistemas de calefacción o aire acondicionado, según UCF.

Combinada con una máscara o tapabocas, la pastilla puede acortar la distancia de seguridad requerida para protegerse del contagio de seis pies (1.80 metros) a unos dos pies (60 centímetros), de acuerdo con los datos preliminares obtenidos en pruebas de laboratorio.

Según la información publicada en la página electrónica de UCF, la Fundación Nacional de la Ciencia de EE.UU. ha otorgado uno de sus premios a la investigación de respuesta rápida, dotado de 200.000 dólares, al equipo que dirige Mike Kinzel, profesor adjunto del Departamento de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial.

Kinzel y su equipo se proponen crear algo tan simple como una tableta hecha de almidón de maíz o caramelo que la gente podría tomar antes de ir al trabajo, centros de enseñanza o tiendas o supermercados ahora que muchos estados de EE.UU. empiezan a salir del confinamiento y es más difícil mantener la distancia de seguridad con otras personas.

Para explicar el proyecto, Kinzel usa el símil de las nubes formadas por pequeñas partículas que flotan en el aire durante horas hasta que colisionan entre ellas y forman unas partículas más grandes que caen a la tierra como gotas de lluvia.

"No queremos que las partículas (de saliva) vuelen con el viento sino que caigan como la lluvia", explica.

Kareem Ahmed, también profesor adjunto del Departamento de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial y “número dos” de la investigación, señala que mantener “la distancia de seis pies (1.80 metros) es muy buena como pauta general”.

Sin embargo, en lugares cerrados como las oficinas, las tiendas de alimentación, el transporte público o los hospitales las partículas van a "interactuar con las superficies y los sistemas de ventilación, calefacción y aire acondicionado".

Los investigadores de postdoctorado Douglas Héctor Fontes y Jonathan Reyes están realizando simulaciones y pruebas de laboratorio para comprobar que la idea de espesar la saliva es buena y determinar el punto de viscosidad, densidad y otros aspectos necesarios para que sea efectiva.

"Los resultados preliminares muestras una reducción significativa de la duración de la suspensión de partículas en el aire al cambiar las propiedades físicas de la saliva", señala Fontes.

Su colega Reyes, que estudia el modo en que las partículas viajan, encontró resultados similares. Las partículas no llegan tan lejos y caen antes, dijo.