El 10 de septiembre fue determinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, un problema de salud pública que afecta a millones de personas alrededor del mundo. Según la agencia, cada año más de 700,000 personas mueren por suicidio. Es, de hecho, la cuarta causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años.

El suicidio es un verdadero infortunio, pues cada pérdida de vida no sólo es trágica en sí misma, sino que también tiene efectos profundos y devastadores en familias y comunidades enteras.

“Este día mundial de concientización es muy importante, porque es algo de lo que no se suele hablar mucho o no se habla bien. Hay que hacerlo pensando en el dolor, el sufrimiento y la tragedia de un ser humano y de quienes están a su alrededor: estudios al respecto estimaron en una cadena de hasta 100 las personas que quedan afectadas por una muerte por suicidio. Esto habla del impacto que tiene en la sociedad”, explicó al periódico La Nación Ricardo Corral, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras.

El suicidio puede estar vinculado a factores y desafíos sociales, económicos, culturales y psicológicos múltiples, complejos e interrelacionados, incluida la negación de los derechos humanos básicos y el acceso a los recursos, así como acontecimientos vitales estresantes como la pérdida de los medios de vida, las presiones laborales o académicas, ruptura de relaciones y discriminación, entre otros.

“Típicamente, la persona suicida comienza a tener cambios drásticos en el estado de ánimo. Por ejemplo, una persona que era bien activa que salía para todos los ‘chinchorreos’, que le gustaba compartir con la familia, de momento comienza a aislarse, a poner excusas y no se frecuenta socialmente a espacios que con regularidad lo hacía”, expuso en una entrevista previa con Primera Hora el psicólogo clínico Humberto Cruz, del Hospital Menonita CIMA en Aibonito, especializado para atender la salud mental.

Reducir la tasa mundial de suicidio en un tercio para 2030 es una meta tanto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas como del Plan de Acción Mundial de Salud Mental de la OMS.

En Puerto Rico, según el Informe Mensual de Suicidios de la Comisión para la Prevención del Suicidio del Departamento de Salud, desde el 2000 hasta junio de 2024 se han reportado un total de 7,019 suicidios. Los datos representan un promedio anual de 281 suicidios, una tasa cruda promedio de 8 suicidios por cada 100,000 habitantes. En la Isla, el suicidio es la tercera causa de muerte violenta.

“Uno de los mayores obstáculos para la prevención del suicidio es el estigma asociado, que puede disuadir a las personas de buscar la atención necesaria. El suicidio a menudo se malinterpreta como un acto de debilidad, egoísmo o incluso como un delito”, afirmó el doctor Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud.

“Es urgente reemplazar esta narrativa dañina por una que promueva la comprensión, la sanación y la recuperación para todas aquellas personas que en su momento han sido afectadas y a aquellos que han perdido a seres queridos”, añadió.

¿Cómo identificar el comportamiento suicida?

-Señales de peligro en la niñez:

-Cambios en hábitos alimenticios

- Trastorno de sueño

-Comportamiento pasivo, retraído

-Comportamiento agresivo

-Miedo a la separación

-Cambios en la personalidad

-Cambios en el estado de ánimo

-Poco interés en la escuela

-Decir que se quiere morir o habla sobre la muerte

-Ausencia de amigos

-Actos de autoagresión (golpearse la cabeza o rascarse hasta lastimarse)

-Exposición a situaciones de riesgo o peligro

-Constantes accidentes domésticos

-Llamadas de atención de padres o maestros con carácter humillante

-Señales de peligro en la adolescencia:

-Ánimo deprimido

-Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba

-Aumento o pérdida de peso

-Fatigabilidad

-Sentimientos de culpa

-Dificultad para concentrarse

-Insomnio

-Cambios evidentes de comportamiento

-Comportamiento agresivo o extremadamente pasivo

-Descuido en la apariencia física

-Bajo aprovechamiento académico

-Se aleja de amigos y familiares

-Expresa ideas de muerte o suicidio

-Uso de drogas y/o alcohol

-Dificultad para comer y/o dormir

-Regalar pertenencias favoritas

-Señales de peligro en la adultez:

-Verbalizar la idea o la posibilidad de suicidarse

-Aislamiento de amigos y familiares

-Aumento en el consumo de alcohol y/o drogas

-Cambios en la personalidad

-Insomnio crónico

-Abandonar pertenencias preciadas o cerrar/arreglar asuntos

-Exhibir emociones negativas intensas poco características

-Manifiesta sentirse solo, aislado y se ve incapaz de solucionarlo

-Llanto frecuente

-Perdida de interés en el sexo

-Poco o excesivo apetito

-Palpitaciones, dolores de cabeza, dificultades de respiración

-Expresa sentimientos de impotencia, aburrimiento inutilidad, fracaso, pérdida de autoestima, desesperanza

-Pérdida de una persona significativa o algo importante: trabajo, posesiones

¿Qué se debe y qué no se debe hacer ante una amenaza de suicidio?

Hablar sobre el suicidio no incita a las personas a realizar el acto, según los expertos. Por el contrario, una conversación sobre estas emociones puede disminuir el riesgo y prevenir el suicidio. La mayoría de las personas que intentan suicidarse dan avisos evidentes de sus intenciones. Por consiguiente, deben tomarse en serio todas las amenazas de suicidio. Es importante que usted escuche atentamente y preste atención a lo que dice la persona y no dejarla sola.

Se ha indicado que se trata de muertes que se pueden prevenir porque, en un alto porcentaje, son personas con depresión, un problema de salud mental que se puede tratar y modificar. Los expertos han recomendado que ante un gesto suicida, cualquier persona, pertenezca al ámbito de la salud o escolar, deportivo o social, debe internalizar que solo un intento es un acto potencialmente grave, al que de ningún modo hay que restarle importancia.

Si usted, un familiar, amigo o vecino presenta ideas suicidas o algún trastorno de salud mental, busque ayuda y llame a la Línea PAS de ASSMCA, a través del número 9-8-8 o el 1-800-981-0023, y el 1-888-672-7622 para personas con impedimentos auditivos y del habla.