Mitos y realidades sobre la vacuna contra el COVID-19
La Organización Panamericana de la Salud, de la mano de un grupo de expertos, aclara algunas dudas.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Es tiempo de vacunar y el mundo se ha lanzado a una carrera de inmunización sin precedentes que se dio luego de que la ciencia, de manera inédita, desarrolló rápidamente varios biológicos contra la amenaza sanitaria más grave de la historia reciente: el covid-19.
Sin embargo, aunque se cuenta con estos valiosos recursos para atajar la pandemia, circulan algunos mitos que distorsionan sus beneficios y crean confusión entre la gente.
En ese sentido, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) –de la mano de un grupo de expertos– aclaró algunos de estos conceptos equivocados con la intención de que la gente los asuma con tranquilidad a la hora de tomar la decisión de vacunarse.
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1. “Estas vacunas son inseguras”
La seguridad de las vacunas es siempre la máxima prioridad, y esto no es diferente para las hechas contra el covid-19. Todas las vacunas pasan por tres fases diferentes de estudio (o ensayo clínico) antes de que puedan ser aprobadas para su uso en la población. Las fases tienen por objetivo garantizar, justamente, la seguridad y la capacidad de la vacuna para proteger contra la enfermedad (eficacia), así como otras cuestiones relacionadas con ella, incluidas cuántas dosis se necesitan y cuándo deben administrarse.
Las vacunas que se están desarrollando contra la pandemia están siguiendo estas mismas fases, pero en algunos casos las fases se aceleran porque se dispone de información suficiente. Una vez que estas vacunas se aprueban para su uso en la población general, el monitoreo de la seguridad continúa. Este seguimiento es un componente habitual de los programas de inmunización y se realiza con todas las vacunas.
2. “Se aplican para ensayarlas en humanos”
Es cierto que las vacunas contra el Sars-CoV-2 se han desarrollado más rápido que cualquiera otra, pero todas las candidatas están pasando por los mismos ensayos clínicos en los que la seguridad y la eficacia son prioritarias. Como la pandemia ha afectado al mundo entero, ha habido una colaboración global y un incremento del financiamiento público sin precedentes que ha permitido que estos biológicos se desarrollen con más rapidez.
Además, el covid-19 no es el primer coronavirus que causa una epidemia. Numerosos científicos han estado trabajando en vacunas contra otros coronavirus desde las epidemias de Sars y Mers, con lo que se ha adelantado mucho en el proceso de desarrollo. En concreto, la tecnología usada para este tipo de vacunas se empezó a desarrollar hace más de diez años.
3. “Son tecnologías nuevas que afectan el material genético y se desconocen sus efectos”
Aunque las vacunas contra el covid-19 son las primeras basadas en el ARN mensajero que se aprueban, no son las primeras que se han ensayado con humanos. Las vacunas de ARN mensajero proporcionan ‘instrucciones’ para que las células produzcan la proteína que se encuentra en la superficie del virus. Las células que crean esa proteína no producen la enfermedad, sino que ayudan a que el cuerpo produzca una respuesta inmunitaria similar a la que ocurre en las infecciones naturales.
El ARN mensajero nunca ingresa en el núcleo de la célula, donde se encuentra el ADN, por lo que la vacuna no entra en contacto con el componente genético humano. Además, la tecnología ARN mensajero también tiene otros usos médicos; por ejemplo, es un tratamiento habitual contra el cáncer.
4. “Las vacunas debilitan las defensas”
Las vacunas contra el covid-19 ayudan al sistema inmunitario a identificar y a combatir el virus. La vacuna no debilita o sobrecarga el cuerpo, ni hace que la gente enferme. Algunas personas pueden experimentar efectos secundarios leves, como dolor en el lugar de la inyección, molestias musculares o fiebre, pero estos desaparecen rápidamente.
Estos efectos secundarios son el resultado de la respuesta del sistema inmunitario a la vacuna y no son un signo de que se haya contraído la enfermedad.
5. “Las vacunas no sirven porque hay que seguir con las medidas”
Es necesario continuar con el uso de los tapabocas, mantener la distancia física y lavarse las manos con frecuencia, incluso después de recibir la vacuna, porque aunque la persona está protegida, podría transmitir el virus, y mientras la mayoría de las personas no se hayan inmunizado, estas medidas hay que mantenerlas.
6. “Con las vacunas se meten un microchip”
Las vacunas solamente se usan para proteger a las personas de enfermedades que pueden causar la muerte. Los microchips nunca se han usado en las vacunas y no son parte de las vacunas contra el covid-19.
7. “Las vacunas se hacen con células y tejidos humanos”
Ninguna vacuna, incluidas aquellas contra el covid-19, se desarrolla o ensaya con tejidos de fetos humanos abortados, ni los contienen.
8. “Causan infertilidad”
Las fases de los ensayos clínicos de las vacunas que han recibido autorización para uso de emergencia han demostrado que recibir la vacuna no afecta la fertilidad; es más, algunas participantes en los estudios clínicos quedaron embarazadas durante el estudio. Ninguna vacuna de la que se sospeche que puede afectar la capacidad de una persona para concebir ha sido o será aprobada.
9. “Es mejor que la gente se afecte naturalmente”
Como el covid-19 afecta a todo el mundo, para obtener una inmunidad colectiva se necesitaría que -al menos- el 70 por ciento de las personas se infecten; y si de cada 100 infectados 15 requieren atención hospitalaria y 5 cuidados en UCI, querría decir que -en Colombia- se deberían infectar 35 millones de personas, más de medio millón estarían hospitalizadas, 1,7 millones requerirían UCI y más de 850,000 personas morirían. Cifras muy elevadas y moralmente injustificadas.
“Algunos ensayos se han suspendido por problemas graves”
Cuando un participante en un ensayo presenta una enfermedad inexplicable, la cual puede o no estar relacionada con la vacuna que se está evaluando, es normal que se investigue en profundidad y, en este sentido, los protocolos obligan a suspender de manera temporal los ensayos clínicos de vacunas, mientras los científicos analizan la situación.
Esto demuestra que tanto los fabricantes como los científicos están haciendo todo lo posible para garantizar que la vacuna sea segura y eficaz.