Picante y saludable... así es el ají. El primer adjetivo es ampliamente conocido, el segundo, tal vez sea una sorpresa para muchos. 

Este pequeño pimiento proveniente de América Central y del sur, tiene muchas variedades silvestres y actualmente, se cultiva en todo el mundo. 

La planta del ají mide de 30 a 60 centímetros de altura.  Su fruto es de color rojo o amarillo y tiene muchas semillas en el interior. 

El principal componente del ají es la capsaicina, compuesto químico que le confiere esa cualidad picante que lo hace tan popular.

Para muchos, el ají es una fuente de placer, pues activa las papilas gustativas, lo que produce mayor salivación. 

Aunque el uso de este condimento está mayormente vinculado al plano gastronómico, popularmente, se le adjudican muchas propiedades curativas.

Recuerda, antes de consumir este o cualquier otro alimento, consulta con un experto en salud. 

– Tiene vitamina C y betacaroteno, beneficiosos para la piel y el sistema inmunológico. 

– Es un buen paliativo. Reduce la sensibilidad de los terminales del sistema nervioso.

– Alivia los dolores que provocan las enfermedades reumáticas y las neuralgias que generalmente atacan los envejecientes.

– Combate la soriasis.

– Su consumo regular ayuda a reducir el apetito.

– Ayuda a eliminar bacterias del estómago.

– Hace que el cuerpo produzca más endorfinas, compuestos opiáceos que están asociados con la satisfacción y el bienestar.

– Ayuda a segregar mayor cantidad de insulina. Esto sirve de complemento al tratamiento que siguen los diabéticos.

– La capsaicina protege el ADN de los carcinógenos.

– Regula la circulación de la sangre, fortalece el corazón, las arterias y los nervios.

– Es un buen remedio contra el alcoholismo. 

– Eficaz para combatir catarros y los dolores de garganta.

– Limpia y descongestiona los conductos nasales. 

– En forma de polvo, se usa para curar heridas rápidamente. 

– Es bueno para curar las infecciones de dientes y encías, eliminando los dolores e inflamaciones.