Aceptarlo es un dilema para muchos. Pero el afán de hablar mal sobre alguien y difundir comentarios con miras a dañar su imagen es una acción que muchos disfrutan pero de las que pocos se atreven a hacerse responsable.

Por supuesto, el sello de “chismoso” no resulta atractivo para nadie. Y menos cuando sabemos que obrar de este modo afectará negativamente a la víctima.

No se justifica

La psicóloga licenciada Noemí Bernier Domínguez define que “el chisme es la información que se esparce de persona a persona, ya sea verdadera o falsa, con el propósito de poner en contra una con otro o hacer daño”. Pero por lo general, tales comentarios “son infundados, envuelven mentiras y dependiendo con la intención de quien lo genera puede perjudicar a la otra parte”.

Por otro lado, cabe preguntarse qué motiva a encontrar deleite en este comportamiento. “El chisme surge como resultado de la convivencia social, es aprendido y de alguna forma u otra todos lo hemos practicado”. La tecnología actual facilita su difusión. “Hoy en día es más notable y se propaga más rápido debido al fácil acceso a las comunicaciones vía celular e Internet”. La televisión también es un medio muy utilizado para promover los chismes, en especial concerniente a celebridades.

Cabe aclarar que existe una diferencia entre el rumor y el chisme. El primero, generalmente, “esparce información que es falsa y/o especulaciones que no son confirmadas, e intenta dar por ciertas manipulando el comportamiento de los demás”. En cambio el chisme difunde noticias, que pueden ser verdaderas o falsas. Ahora bien, su similitud es “en el propósito de atentar contra la integridad o imagen de una persona, ya sea positiva o negativamente”, aclara la psicóloga.

Por qué nos gusta

Bernier Domínguez señala que “vivimos en una sociedad donde es inevitable compartir con otros nuestra opinión, información y/o conocimiento”. Y añade que “lo más lamentable es que este tipo de diálogo, en ocasiones, se puede transformar en una herramienta para construir o para destruir a un ser humano”.

Pero más allá de este panorama, lo cierto es que “aquellas personas que se envuelven en este comportamiento y viven constantemente del chisme no hacen sino provocar dificultades, causar ira y amargura, sin mencionar las heridas emocionales y psicológicas que pueda estar causando en la víctima”. Además, la psicóloga considera que, “tristemente, algunas personas se benefician con esto y buscan oportunidad para hacer daño a otros o sacar provecho de la situación”. Aparte de dañar la reputación de personas, el chisme igualmente puede destruir matrimonios, relaciones de familia y amistad, disolver grupos (escuela, religiosos, etc.).

A su vez, hay quienes adjudican a la mujer la imagen de ser más chismosa, en comparación con el hombre. Pero si bien “la mujer tiende a ser más comunicativa y expresiva que el hombre”, lo cierto es que “hoy en día no existe diferencia entre los géneros ya que por las facilidades en los medios de comunicación todos tenemos acceso a la información de diferentes formas”. Por lo tanto, “cualquiera puede involucrarse en el acto del chisme, simplemente con repetir algo que escuchó de alguien que te hablo porque tenía confianza”, aclara la psicóloga.

Si eres chismoso...

Sabemos que la persona que genera un chisme no causa buena impresión. “Proyecta mucha inseguridad y los sentimientos que genera no son agradables a otras personas”, explica la psicóloga. Además, crea la duda de que “si lo hace con fulano, no dudes que conmigo lo haga también”. Debido a la falta de sensibilidad, “ve a todos los que lo rodean como rivales, por lo que tiene serios problemas de integración social o moral”.

Cómo manejarlo

La psicóloga menciona que ser chismoso es un hábito que se puede controlar si se pone el empeño y el deseo de hacer cambios.

Quien genera el chisme:

Reflexiona sobre con qué frecuencia lo haces y cuál es la intención.   Esto te ayudará a   determinar cuánto te aprecias, y cuán seguro de ti mismo te sientes, de manera que  no necesites hablar mal de otros.

Ocupa tu tiempo en cosas productivas.  Si en realidad sientes preocupación por alguien que está pasando por alguna situación difícil, procura ayudar genuinamente, en vez de llevar y traer información.

Quien lo  escucha  y lo difunde:

Corta la raíz del chisme. Puedes  negarte con firmeza y cortesía a que ese tema no te interesa y diversificar el tema de conversación.

Practica “el Triple Filtro de Sócrates”: identifica la verdad, ¿es cierta la información?; identifica la bondad, ¿es algo bueno lo que vas a decir?; identifica la utilidad, ¿me va ser útil? Si no cumple con los tres criterios, entonces ¿para que contarlo?

Antes de compartir la información con otras personas, investiga y corrobórala.

Víctima del chisme:

Busca la raíz del chisme y corrobora la información con las personas directamente, antes de tomar alguna acción.  Habla con la verdad y enfrenta la situación.

Acción que hace daño 

El que genera el chisme recibe desconfianza, rechazo, aislamiento y soledad. Quien se presta para  escucharlo y lo difunde origina  inseguridad, desconfianza, y falta de credibilidad por no haber corroborado la información.

La persona objeto del chisme sufre de desprestigio y tristeza. Incluso, puede tener repercusiones  a nivel físico, con  síntomas como  dolor, mareos, pesadillas, estrés, ansiedad e insomnio, por mencionar algunos ejemplos.  Dependiendo de la gravedad del chisme puede causar depresión llegando en algunos casos hasta el suicidio.

(Para citas con Noemí  Bernier Domínguez, psicóloga licenciada, llama al Centro de Crecimiento Individual y Familiar al 787-790-6448)