Cada cierto tiempo, a los corredores del mundo los acosa la pregunta de si es hora de cambiar de zapatillas o tenis. La respuesta, al parecer sencilla, se complica en temporada de las grandes maratones –como la actual– cuando salen nuevos modelos y los corredores no saben qué camino tomar ante tantas opciones, formas, teorías y colores que ofrece el mercado.

A eso hay que sumarle las recomendaciones de los amigos y la seductora publicidad en la que pasan ‘runners’ como gacelas que atraviesan la selva urbana o flotan sobre impresionantes rutas todo terreno. Entonces, ¿cómo elegir los tenis de correr que realmente puedan hacer una diferencia? ¿Qué tanto hay de mercadeo y cuánto de verdadera tecnología e innovación en los modelos que promocionan?

Nadie se atreve a decir que las grandes marcas ahorran en desarrollo tecnológico y diseño de tenis para correr. Pero tampoco hay quien ponga sus pies sobre fuego y asevere que las promesas de mercadeo se cumplen y esos muy promocionados zapatos serían la envidia del mismísimo Hermes alado.

El ortopedista y especialista en rodilla Fernando Pastrana afirma que “las grandes marcas como Asics, Brooks, Saucony, Mizuno, Adidas, Nike o New Balance llevan años diseñando zapatos de correr y le han metido muchísima ciencia y tecnología para lograr las combinaciones de materiales, de entresuela, plantillas y sistemas de acolchonamiento –con o sin cámara de aire, con gel, con nitrógeno comprimido o microesferas de caucho–. La meta común es lograr zapatos de correr que den un buen acolchonamiento a la pisada y, a la vez, estabilicen el pie”.

Vamos por pasos

Estabilidad del pie, esa es la primera clave importante. Por eso, antes de comprar tenis para correr hay que conocer el tipo de pisada. Hay tres opciones de pie: pronador, neutro y supinador. El doctor Sergio Abello, ortopedista con especialidad en pie, afirma que los tenis utilizan la tecnología actual para llevar un pie pronador o supinador a una posición neutra a partir de la densidad de las suelas. “De allí que sea tan importante que los corredores comprendan esta tecnología –afirma–. Si un pie es pronador, donde el talón se va hacia afuera, en la suela ponen materiales con densidad más rígida en la parte posterior e interna del tenis, y material de densidad menor en la zona externa, mejorando la alineación del calcáneo y la biomecánica. Y hacen lo contrario con los pies que supinan”.

Pero esto no es perfecto, “hay mucha comercialización con el tema de las suelas. Las empresas sí han invertido millones de dólares tratando de personalizar los tenis, dependiendo de la anatomía de los pies. Pero realmente no es tan individual: todos procuran llevar al pie a una posición neutra”, según Abello. Por eso “ponerles esas plantillas que promocionan a toda hora, que llegan a ser más costosas que los zapatos, puede hacer perder parte de lo que los tenis ofrecen, pues están ya diseñados para las diferentes pisadas”, afirma Pastrana.

Tocando tierra

Siguiente paso, las suelas. Cada marca tiene su gran invento: Adidas tiene Boost (producto de química Basf), Nike el React Foam, Under Armour habla del HOVR (creado por Dow Chemical), Saucony ofrece Everun, mientras Brooks habla de DNA AMP. Y casi todos usan EVA en algún punto, la ‘madre de los materiales’ en capacidad de absorber impacto. Aunque cada cual tiene su truquito, al final del día todas apuntan a lo mismo: que las suelas reciban el impacto, den un mejor retorno de energía, sean livianas y corrijan la pisada.

Respecto a las suelas y su tecnología, el especialista en medicina del deporte, doctor Sergio Bernal, afirma que “no se puede catalogar que estos materiales y tecnologías sean puro mercadeo, pero creo que está sobrevalorado su efecto. Las tecnologías han mejorado mucho y tienen un fundamento científico importante en la biomecánica del trote. Entre los efectos más importantes está la capacidad de absorber energía con el impacto, almacenarla y liberarla de manera dinámica como efecto de propulsión, ayudando a dar impulso, efecto favorable en el entrenamiento y competición. Pero todo esto depende de la persona que lo use, porque es diferente un principiante a un atleta de alto rendimiento”.

Y también depende de la perspectiva con que cada ‘runner’ decida comprar sus tenis para correr. “Por lo general –dice el Dr. Pastrana–, la gente se fija en el color, que le parezcan bonitos… Hace unos años fue la moda de los zapatos minimalistas, casi guantes de neopreno para el pie (Vibram Five Fingers), pero es antinatural; luego, llegaron los tenis para corredores en puntas (Newton), que ayudaban a caer en el ante pie o medio pie, pero en realidad uno corre como camina: cae en el talón y despega en puntas. Entre más rápida sea la persona, el centro de gravedad se desplaza hacia adelante y la biomecánica hace que el corredor se desplace hacia el medio del pie. Por eso, el punto de partida debe ser el tipo de pisada y la meta, sentirlos cómodos”.

Entonces, ¿a mayor amortiguación, menos número de lesiones? Es un debate que sigue su camino. Los especialistas tienden a coincidir en que, más que un tema de amortiguación, lo que más incide en las lesiones es el tipo de entrenamiento, la morfología del corredor y el peso. Así, a veces es mejor invertir en una buena dieta que en marcas y modelos.

Según Bernal, “para nosotros, los corredores amateurs, hay factores más importantes que la tecnología del calzado: el tema biomecánico de la técnica de la carrera, el entrenamiento previo de fortalecimiento, características antropométricas y de alineación articular sobre las cuales se puede trabajar para el rendimiento y prevención de lesiones.

Y claro que es necesario agregar buenas tecnologías, pero en una carrera de larga distancia, como 21 km o una maratón, ya es menor el costo-beneficio”.

La industria del deporte no se detiene. Innovación, nuevas tecnologías, zapatillas y prendas inteligentes –basta ponérselas para saber dónde está parado o cómo está de frecuencia cardíaca o hidratación– son la nueva ola. Ahora lo que ofrecen son ‘experiencias’ y la posibilidad de estar más conectados, medidos, ubicados y valorados físicamente, inclusive antes de dar el primer paso.

Inteligencia artificial a sus pies

Cada par de zapatillas de correr debería tener escrita su propia historia. Y es una recomendación de ortopedistas y deportólogos: después de 900 km, aunque los veamos perfectos, ya no ‘caminan’ igual.

Dos marcas ofrecen en sus zapatos no solo la información de vida de los tenis, sino la del propio corredor que los lleva puestos. Altra, con su IQ ‘running’, y Under Armour, con Connect en los modelos con tecnología HOVR. Estos tenis inteligentes tienen un sensor capaz de recoger datos biométricos del corredor –largo de zancada, cadencia, ritmo promedio o por segmentos, distancia– y traducirlos a través de la aplicación MapMyRun.

Voy a referirme a los Infinite Connected, un par de prueba que me dio Under Armour. Aunque no hice la travesía del coach Andrés Ramírez, de Bogotá y Medellín con el mismo par, he corrido lo suficiente con ellos para compartir la experiencia.

En el peso y diseño no me detengo, cumplen con la media del mercado. Pero ¿cómo se sienten? Al principio, un poco más duros que los Altra o Adidas que uso, pero se dejan amansar muy rápido; ideales para entrenamientos largos.

La ‘inteligencia’ que llevan –un chip sensor y no un GPS– ‘conversa’ con la aplicación en el celular: basta emparejarlo con el zapato del pie derecho (al principio hay que cacharrearle un poco) y sin necesidad de llevarlo, luego entrega las métricas recogidas que pueden ayudar al ‘runner’.

Si corren con el celular, ofrece menú de entrenamientos y entrenador virtual que guía y da datos parciales durante el recorrido. Para mí fue una sana liberación del reloj, aunque tengo claro que el GPS de un Garmin, Polar o Suunto le sacan ventaja. Eso sí, para correr bajo techo o no tener que esperar a que el GPS se enganche con el universo, son ideales.

Los Connected son el primer paso para quienes empiezan en el ‘running’ y no quieren invertir en tecnología, pero sí quieren conocer más sobre su desempeño y mapear su recorrido.