Estudian vacuna para tratar el estrés postraumático
En pruebas de laboratorio con ratones, se logró aliviar el estrés en los roedores cuando se manipuló su sistema inmunológico.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 9 años.
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Una alteración deliberadamente provocada en el sistema inmune del cuerpo podría ser la respuesta no solo para aliviar, sino para prevenir el estrés postraumático (PTSD). El portal de natura.com reveló que en pruebas de laboratorio con ratones, se concluyó que un proceso de inmunización puede reducir el nivel de temor cuando los animales eran expuestos a situaciones de estrés después de haber sido vacunados.
Hace tiempo que los investigadores saben que la depresión y la salud del sistema inmunológico están relacionadas y pueden afectarse la una a la otra. Sin embargo, las primeras pruebas clínicas han revelado que los medicamentos antiinflamatorios pueden reducir los síntomas de depresión. Esto ha llevado a los científicos a sospechar que un tratamiento similar podría utilizarse para otros trastornos mentales como el PTSD.
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Al respecto de esto, el Dr. Christopher Lowry, neurocientífico de la Universidad de Colorado en Boulder expresó que, al presente, en el campo de la siquiatría hay mucho revuelo en torno al asunto de la inflamación. A tenor con ello, la semana pasada, en una ponencia de la International Behavioral Neuroscience Society, llevada a cabo en Victoria, Canadá, el galeno presentó los resultados de varios experimentos que profundizan en el enlace que existe entre el comportamiento temeroso y la respuesta inmunológica del cuerpo.
Estudios similares llevados a cabo con personal militar sugieren que la función inmunológica puede influenciar el desarrollo del trastorno de estrés postraumático. Los soldados cuya sangre contenía altos niveles de la proteína inflamatoria CRP antes de ser enviados al frente de guerra, o aquellos que tenían una mutación genética que hacía que la proteína CRP fuera más activa, demostraron tener mayores probabilidades de desarrollar el trastorno de PTSD.
Por todo ello, y para determinar si, realmente, alterar el sistema inmunológico afectaba las sensaciones de miedo y ansiedad, en el transcurso de tres semanas el Dr. Lowry y sus colegas inyectaron a unos ratones tres veces con una bacteria común, la Mycobacterium vaccae, para modificar sus sistemas inmunológicos. Luego, los científicos colocaron a estos ratones, junto con otro grupo de ratas no inmunizadas, en jaulas con animales más grandes y agresivos.
Los ratones que habían recibido las vacunas eran más proactivos a la hora de lidiar con sus agresores, según informó el Dr. Lowry, y no se rindieron como los ratones típicamente hubieran hecho. Al mismo tiempo, las entrañas de los ratones inmunizados permanecieron saludables, en tanto que los animales no vacunados desarrollaron inflamación en el colon y tuvieron fluctuaciones en la población de bacterias en sus sistemas digestivos, aumentando las especies de bacterias asociadas con el estrés.
Alivio para el estrés
En un segundo experimento, el Dr. Lowry y sus asociados inyectaron a un grupo de ratas con M. vaccae y las entrenaron para que reaccionaran con miedo a un sonido que estaba asociado con un shock eléctrico a sus patas. Este miedo, luego, fue “extinguido” al exponer a los animales al sonido sin que hubiera un shock eléctrico asociado con el mismo. El resultado fue que las ratas vacunadas perdieron el miedo mucho más rápido que los animales no vacunados, lo que sugiere que la modulación por inmunización (inmunomodulación) podría ser un tratamiento para el estrés postraumático y hasta podría usarse como medida preventiva.
El Dr. Lowry dice que su grupo está considerando pruebas clínicas con dicha terapia. Y como la M. vaccae ha sido extensamente usada en humanos para el tratamiento de otras enfermedades, él tiene la esperanza de que aprueben las pruebas clínicas en humanos relativamente rápido.
Por su parte, Jessica Gill, quien estudia neurogenomas en el US National Institute of Nursing Research en Bethesda, Maryland, dice que la idea de un tratamiento preventivo para el estrés postraumático le parece interesante. “Definitivamente, es concebible que algo así (los experimentos llevados a cabo por Lowry y sus colegas) pueda ser ‘traducido’ para su uso en poblaciones que sabemos que van a estar bajo mucho estrés”.