No te has intoxicado con comida ni te ha afectado un virus, sin embargo, estás sufriendo una descomposición estomacal que te tiene “de carreritas”. Y lo peor de todo es que ocurrió de repente. Al poco rato de que tu hijo te llamara para decirte que había chocado el carro o un poquito después de que notaras que tu cuenta de cheques se había sobregirado por varios cientos de dólares... ¡empezaron los cólicos y los retortijones, y tuviste que salir corriendo para el baño!

Lo que te ha sucedido no es nada raro y tampoco tiene que, obligatoriamente, ser señal de una malignidad. Lo que pasa es que sensaciones como angustia, miedo o rabia no solo atacan los nervios, sino también el estómago.

“Todo en nuestro cuerpo está interconectado”, advierte el renombrado gastroenterólogo puertorriqueño el doctor Rafael Mosquera, y cualquier alteración a nuestro sistema nervioso puede, de inmediato, “causar contracciones espasmódicas en el tracto digestivo” que provoquen diarreas.

Le puede ocurrir a chicos y a adultos por igual, y se puede disparar “con cualquier evento emocional, depresión o un momento de estrés que no pudimos trabajar mentalmente”, añadió Mosquera.

Por otro lado, según informa el galeno, “hay condiciones de ansiedad, ciertos alimentos y hasta algunas infecciones” que directamente pueden afectar nuestro tracto digestivo.

Pero, ¿por qué pasa?

El especialista explica que esta relación tan estrecha entre las emociones y la digestión obedece a que “el tracto gastrointestinal tiene un sistema nervioso que está asociado con el cerebro. Hay una parte que es independiente y que es la que lleva a cabo los procesos digestivos automáticamente. Ingerimos los alimentos y no tenemos que pensar en lo que están haciendo el estómago, el páncreas, la vesícula, etc. Pero, hay otra parte que es la que lleva la información del intestino al cerebro y del cerebro al intestino. Esto es lo que puede causar que cuando estemos en ambientes de presión, de ansiedad, se nos manifiesten desde cólicos y retortijones hasta diarreas y estreñimiento”.

En fin, como bien señala Mosquera, “cuando estamos nerviosos, nos tiemblan las manos a algunos; otros nos ponemos nerviosos y nos afecta el estómago, aun sin haber comido”.

¿Podría ser la leche?

Mosquera también resalta que, “en adultos, es bien común la intolerancia a la lactosa, que es un azúcar compleja de la leche. En el intestino delgado, se produce la lactasa, que es una enzima que ayuda absorber la lactosa”. Sin embargo, debido al envejecimiento natural del organismo o a gastroenteritis o virus pasados, ocurre una disminución de lactasa, debido a la cual la lactosa no se absorberá adecuadamente. “Dependiendo del grado de intolerancia a la lactosa, veremos en el paciente, entre otros, distensión de la barriga, cólicos y retortijones”.

Otras razones para la descomposición estomacal recurrente

Síndrome de colon irritable

Las diarreas súbitas también pueden obedecer a este padecimiento. Según el gastroenterólogo Rafael Mosquera, “el diagnóstico de colon irritable es un diagnóstico de exclusión. Hay que eliminar patologías, que no sea otra cosa, porque el tratamiento va a ir dirigido a los síntomas del paciente. Si el paciente ha tenido cambios en los hábitos de ir al baño, tenemos que descartar patologías que necesiten tratamiento. Entre ellas, cáncer de colon, enfermedades inflamatorias del intestino y el sprue. Por lo tanto, se le debe hacer una colonoscopia. De ahí la importancia de evaluar el colon a todo paciente que se presente con síntomas crónicos. Esta condición causa ulceraciones de la parte de adentro del intestino y esas úlceras responden a medicamentos que bajan la inflamación. O sea, el tratamiento va dirigido a bajar la inflama

Dispepsia

Es el término “que recoge los malestares del estómago irritado”, informa el doctor Rafael Mosquera. “El paciente presenta acidez, buches agrios, la comida se le sube... Uno dirige la evaluación hacia el tracto gastrointestinal superior –entiéndase el esófago, estómago y duodeno– para estar seguro de que no haya una condición que requiera un tratamiento diferente. Si lo que tiene es una irritación en el esófago, se trata con dieta y medicamentos para controlar la irritación”.

Factor hereditario

Cuando se trata de cáncer de colon, también podría existir un componente hereditario, de acuerdo con el especialista. Por ejemplo, el síndrome de Lynch “se caracteriza porque hay una transmisión de cáncer de colon de una generación a otra”. En estos casos, “por definición, en la familia directa tiene que haber una persona menor de 50 años con cáncer y tres familiares, dos de ellos directos, y dos generaciones envueltas”.

Sprue tropical

Quizás nunca hayas oído hablar de esta enfermedad, pero  es bastante común y también provoca trastornos del sistema digestivo. “Es una condición –señala el doctor Mosquera–, debido a la cual se disminuye la capacidad de absorción del ácido fólico y la vitamina B12. Debido a la misma, el paciente, cada vez que come, va al baño. Además de presentar diarreas después de comer, también hay pérdida de peso. Su tratamiento se resuelve dándole al paciente ácido fólico y vitamina B12”.

Por otra parte, está el sprue no tropical, “que es la enfermedad celiaca o lo que mejor conocemos como intolerancia al gluten”. Esta es más fácil de tratar, ya que lo único que el paciente tiene que hacer es dejar de consumir alimentos que contengan gluten. 

Ninguna de las dos variedades de sprue se debe confundir con el síndrome del colon irritable (irritable bowel syndrome), pues con este trastorno no ocurre pérdida de peso.