Sin sal, todo sabe mal.

Ya lo dice el refrán. La sal es la chispa que hace que los alimentos tengan sabor y que sea un placer degustar nuestro platillo favorito.

Este condimento básico en nuestra cocina, que a veces es mirado con reserva por los que padecen condiciones médicas como la hipertensión, contribuye a que el cuerpo se hidrate al introducir agua en las células; regula los fluidos del cuerpo y es esencial para que el sistema nervioso transmita impulsos al cerebro, entre otras propiedades.

Sin embargo, se podría decir que está de moda ir a una tienda o colmado y ver una gran variedad de sales, incluyendo de diferentes colores, sabores y textura. También le ofrecerán alternativas a la sal refinada, como consumir la sal de mar, de la cual resaltan sus propiedades para la salud.

Pero, ¿esto es una razón para llevar aumentar el consumo de sal?

Un artículo publicado en la página web de la Clínica Mayo expone que las principales diferencias entre la sal marina y la sal de mesa se encuentran en su gusto, textura y procesamiento.

“La sal del mar proviene de agua de mar evaporada y es mínimamente procesada, por lo que puede retener minerales. La sal de mar contiene minerales, dependiendo del cuerpo de agua de la que se evapora. Esto puede provocar un sabor o color diferente”, explica la dietista Allie Mahowald, que trabaja en la institución médica ubicada en Minnesota, EE.UU.

Cuando se habla en términos de salud. Mahowald señala que la cantidad de minerales en la sal es mínima y que estos pueden ser fácilmente adquiridos en los alimentos que consumimos a diario.

“La sal de mesa regular proviene de las minas de sal y se procesa para eliminar los minerales. Además de yodo, un nutriente esencial que ayuda a mantener la tiroides sana, la sal de mesa -por lo general-  contiene un aditivo para evitar la formación de grumos”, agrega la especialista.

Vale señalar que el contenido de sodio en la sal del mar y la de mesa es idéntico en un 40 por ciento, cuando se mide en peso (gramos).

Así que le toca a usted decidir qué sal lleva a su mesa o agregará a sus alimentos. Lo importante es que la use con moderación y si padece alguna condición de salud que le obliga a reducir su ingesta de sal, utilice hierbas, especias y limón para darle sabor a sus alimentos.