Una fragancia que te hace añorar a un viejo amor, un aroma que te recuerda la comida de tu mamá, un perfume que te transporta a la época en que vivías en otra casa. 

Los olores desencadenan respuestas emocionales inmediatas y las personas encargadas de estrategias de mercadeo lo saben y le sacan provecho. Da igual si es el aroma del pan recién horneado o el olor inconfundible de un carro nuevo, el bolsillo cae en la tentación de las fragancias que entran por la nariz. 

El concepto de "marca olfativa" ha sido discutido en un artículo publicapublicadodo en el International Journal of Trade and Global Markets y reseñado en el portal Science Daily. En el ensayo, Shuvam Chatterjee discute cómo en algunos lugares, por ejemplo vestíbulos de hoteles, las fragancias pueden sustituir o reforzar señales audiovisuales de mercadeo más tradicionales. De hecho, no es un hotel pero en Plaza las Américas hay una tienda de ropa de hombre cuyo olor es tan distintivo que no hay manera de obviar que la tienda está allí.

En investigaciones anteriores se ha afirmado que la gente recuerda el 35 por ciento de lo que huele, comparado con el cinco por ciento de lo que ve, el dos por ciento de lo que oye y un por ciento de lo que toca. Con eso como base, Chatterjee concluyó que un aroma particular hace que la identidad de una marca sea más única, fortalece la lealtad de los clientes y se suma a la percepción de calidad. 

En la lista de los diez olores felices está el del pan recién horneado, las sábanas limpias, la grama recién cortada,  el café acabado de moler, el aire fresco después de la lluvia,  la vainilla,  el chocolate y la tocineta.

Además, en una encuesta realizada por Chatterjee en una cadena de hoteles de lujo de India, el 41 por ciento de  los huéspedes aseguró  que el olor era un factor clave para disfrutar la estadía. 

Y a ti,  ¿te atrae algún olor?