¿Bueno dejar de comer carne?
Conoce si evitar la ingesta de proteína animal puede realmente ser provechoso para el organismo.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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Comer carne, ¿realmente es malo para la salud?
En una época en la que se promueve la importancia de contar con una dieta saludable, abundan las sugerencias de hacer de lado la ingesta de proteína animal por la idea de que esta pueda ser más perjudicial que provechosa para el organismo.
Sin embargo, ¿es una decisión correcta? ¿Realmente existe algún beneficio de quitarlas por completo de nuestro régimen alimenticio?
Lo cierto es que existen estudios que establecen una larga lista de enfermedades que se puedan derivar del consumo de estos alimentos. En cambio, hay otros que abordan que no es el alimento en sí lo que afecta, sino la procedencia del mismo así como la frecuencia con que se ingiere y el modo de prepararlo.
La nutricionista y dietista Sandra Ortiz señala que primero hay que tener presente que “no es la carne lo que hace falta en la dieta, es la proteína lo que cuenta. No es necesario consumir carne siempre y cuando se consuma la proteína a través de otros alimentos. El cuerpo no sabe si tú estás comiendo pollo, pescado o carne, él lo que identifica es que le estés dando la proteína que necesita. El nutriente es la proteína, el animal es el vehículo”.
En este sentido, enumera que hay proteínas “de origen vegetal como los granos, como la quinoa”. De vez, aclara que “las personas vegetarianas que se encargan de conseguir proteína vegetal de buena calidad no tienen ningún problema con que su cuerpo funcione adecuadamente”. En cambio, “los casos extremos como el de un vegano o quien lleva una dieta macrobiótica, sí tiene problemas porque no tiene ningún tipo de proteínas ya que prácticamente todo es frutas y vegetales”.
Ahora bien, Ortiz aclara que dejar de consumir carnes no garantiza una salud plena. “No hay estudios que digan que por ser vegetariano no te va a dar ningún tipo de enfermedad, ni cáncer ni nada de eso, porque en el cáncer, igual que otras enfermedades, influye el factor genético, está el factor ambiental, no es la alimentación solamente”.
La nutricionista insiste en la sugerencia de investigar sobre la procedencia de los alimentos. “Por ejemplo, si son aves, uno tiene que velar si fueron tratadas con hormonas porque a personas que tienen un historial familiar de cáncer de mama se les dice que eviten alimentos como este, pero no es que el pollo como tal es malo”.
Ortiz también resalta que está perfecto velar por una dieta que promueva la buena salud. “El problema es cuando las personas lo hacen con un fanatismo o un ritual donde lo de ellos es lo único bueno y el resto no”.
Ayuda, pero…
Por su parte, la doctora Elsie Cruz Cuevas, especialista en medicina interna, aborda lo importante para quienes opten por una dieta libre de carnes ingerir alimentos que sean fuentes de proteínas, así como suplementos de la vitamina B 12, porque “la fuente principal de estas son las carnes”.
La doctora destaca que existen numerosos estudios que abordan los beneficios de excluir la proteína animal del plan dietario. “Hay muchos estudios cardiovasculares, gastrointestinales y nutricionales que hablan sobre los efectos positivos de estas dietas”, aclara. “Si lo podemos conceptualizar como una vida vegetariana o vegana, ellos se mantienen saludables y tienen unos sistemas inmunológicos buenos. Pero igual pueden tener condiciones que ellos no pueden evitar. Por ejemplo, hay gente que genéticamente le va a dar diabetes y la dieta le va a ayudar a manejar la condición, pero no quiere decir que no le va a dar”.
Por otro lado, comparte que “hay lugares que nunca comen carne, pero quizás el suelo donde viven está infectado con algún tóxico. Las personas con un régimen alimenticio orgánico tratan de vivir en un área saludable, lejos de zonas industriales y de las ciudades que estén contaminadas, pero nunca sabes”.
La doctora también aborda la realidad de la proteína animal en la digestión. “Hay cortes de carnes rojas que son bien bajos en grasa, que se les llama magros y son ricos en proteínas, nutrientes y hierro. Es saludable, pero si tu intestino no está bien no lo puedes comer, porque puedes presentar problemas para digerirlo”, manifiesta a modo de ejemplo. Y agrega que la carne roja, en general, hace “que el intestino se ponga más lento haciendo que (el alimento) esté más horas en digerirse en nuestro organismo, con potencial de descomposición y de liberación de toxinas”.
Lo que debes observar
La homeópata Esmeralda Miranda Lama expresa que “no es cuestión de no comer carne, lo importante es evitar los extremos. Lo más idóneo es una dieta balanceada donde usted tenga unas pequeñas porciones de carne, como carnes blancas, que son muy saludables, y que tenga frutas, vegetales, legumbres y granos”.
La también fisiatra aconseja que a la hora de comprar carnes se tenga en cuenta “que sea certificada por la USDA Choice, que en Puerto Rico casi todas las carnes son inspeccionadas por esta agencia federal”. A su vez, es importante que su empaque especifique que el animal no fue tratado con antibióticos. “El problema de esto es que con los años se ha visto que las personas están desarrollando una resistencia a esos antibióticos, lo que vuelve este medicamento menos efectivo para tratar ciertas enfermedades”.
Miranda Lama aconseja, además, “observar que la carne tenga buen color y huela bien, y descartar las alternativas preadobadas”.
Para sustituir
Si estás decidido a la ingesta de proteína solo de origen vegetal, la nutricionista y dietista Sandra Ortiz aconseja los siguientes alimentos:
Avena
Quinoa
Legumbres (habichuelas, lentejas, garbanzos)
Nueces (almendras, pistachos, maní, cashews)
Semillas
Mantequilla de maní
Tofu
Comidas vegetarianas derivadas de la habichuela soja
Te puede afectar
La doctora Elsie Cruz Cuevas, especialista en medicina interna, menciona que existen enfermedades que se agravan con el consumo de ciertas carnes:
Enfermedades reumatológicas
Enfermedad ulcero péptica, entre otras enfermedades digestivas
En los pacientes de gota, la carne roja aumenta el ácido úrico y, por consecuencia, la inflamación de articulaciones.
La carne roja, sobre todo procesada como embutidos, los jamones, y otros, son las más asociadas con el cáncer colorrectal.
Las carnes blancas (pollo y pavo) son mejores de digerir y se asocian con menos frecuencia de cáncer. Deben ser cocinadas completamente para evitar exponerse a bacterias peligrosas.
La carne de cerdo debe ser bien cocinada porque ha sido ampliamente asociada con intoxicaciones con cisticercosis (infección ocasionada por el parásito Taenia solium) y otros parásitos que afectan al cerebro.
Cómo te beneficia
La Dra. Esmeralda Miranda Lama describe los beneficios de excluir la proteína animal de la dieta:
Ingieres menos grasas saturadas y, por consecuencia, menos calorías, lo que abona a perder peso y bajar la incidencia de padecer de diabetes, que se asocia con la obesidad.
Disminuye el aumento en los niveles de colesterol y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. También, la posibilidad de sufrir una isquemia cerebral o derrame.
Aumenta el nivel de energía en el organismo.
Disminuyen los niveles de la presión arterial.
Se ha visto que la incidencia de cáncer en estos pacientes es menor, explica la homeópata.
El exceso de la proteína de la carne “añade un estrés adicional a los riñones, por eso a los pacientes con problemas renales se les disminuye la cantidad de carne en la dieta”.
Hueles mejor ya que la carne provoca una sudoración más concentrada “y un olor menos agradable”. En cambio, “los vegetales ayudan a que los fluidos del cuerpo tengan un olor menos fuerte”.