Aneurisma: ¡más vale prevenir!
Conoce los diferentes tipos y cómo un estilo de vida saludable puede ser la gran diferencia
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Los aneurismas son de esas condiciones sigilosas que, prácticamente, no muestran señales previas hasta que el daño está hecho. Suelen ocurrir en personas entre las edades de 65 y 70 años, pero también pueden afectar a pacientes en etapas tempranas, por lo que es mejor prevenir la condición, que luego quedar a merced de sus complicaciones en cualquier momento de la vida.
En primer lugar, hay que establecer que un aneurisma es una enfermedad de los vasos sanguíneos, donde se presenta una zona débil en la pared arterial que provoca que esta sobresalga o se ensanche.
“Es una dilatación o un agrandamiento de esa pared de la arteria que usualmente ocurre por un proceso que causa debilidad en esa capa de la pared arterial, provocando un agrandamiento de hasta más de 1.5 veces del tamaño normal de la arteria”, explicó Jorge Leavitt Caraballo, cardiólogo del Centro Cardiovascular de Puerto Rico y del Hospital Menonita de Aibonito.
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El problema de los aneurismas radica en que esa pared de la arteria se va debilitando y crece de un tamaño y se puede romper.
“Esa es la complicación más temida y severa porque, si se rompe un aneurisma, el tratamiento es una cirugía de emergencia y solo entre el 15 y el 25 % de las personas sobrevive a una cirugía de un aneurisma roto. Si se rompe el aneurisma, la mortalidad es bien alta”, afirmó el doctor.
Cabe mencionar que existen varios tipos de aneurismas y se clasifican según su ubicación: cerebral, torácico y abdominal.
“Los aneurismas de la aorta, la arteria principal que sale del corazón y va hacia el pecho y baja al abdomen, se clasifican como torácicos o abdominales. Si el aneurisma está localizado en el pecho o tórax es clasificado como torácico y este se ubica entre el pecho y el diafragma, que es el músculo de respirar. Cuando el aneurisma está debajo del diafragma, es abdominal”, especificó el cardiólogo, quien añadió que “los más comunes son los aórticos y, de esos, el más común el aneurisma abdominal -el de mayor cernimiento, más mortalidad y morbilidad”.
Por otro lado, según el médico, la mayoría de los aneurismas cerebrales son congénitos (que las personas nacieron con él) o adquiridos por hipertensión. Mientras que, en los casos del aneurisma torácico y abdominal, la causa más común es la hipertensión y, para el aneurisma abdominal, el factor más importante es el uso del tabaco.
“La mayoría de los pacientes con aneurismas tienen muchas enfermedades como hipertensión, diabetes, enfermedades del corazón, son pacientes comprometidos y de alto riesgo en una cirugía. En el caso del aneurisma abdominal, es una enfermedad casi exclusiva de los fumadores e hipertensos”, señaló Leavitt.
Otro factor de riesgo para el desarrollo de un aneurisma es que el paciente tenga enfermedad arterial periférica, enfermedad de las arterias coronarias y también algunas enfermedades genéticas.
“Estos pacientes que desarrollan un aneurisma y que su factor de riesgo es por genética, usualmente son pacientes mucho más jóvenes. Los podemos ver con aneurismas a los 30 o 40 años”, detalló el especialista.
De igual forma, también existen factores genéticos que predisponen a los pacientes, como es el caso del síndrome de Marsan. “Esta enfermedad genética, que afecta el colágeno del cuerpo y hace que el paciente presente debilidad en las paredes de la aorta, está en un riesgo aumentado de un aneurisma”.
¿Cuáles son los síntomas?
La mayoría de los aneurismas “que están intactos, o sea que no están rotos”, no producen ningún síntoma. A medida que van creciendo, los pacientes pueden sentir algunos síntomas, pero estos no son específicos de un aneurisma, sino que dependen de su localización.
“Si es en el pecho (un aneurisma torácico) los síntomas más comunes son dolor de pecho o espalda, falta de aire y algunos, si el aneurisma es bastante grande, pueden tener ronquera porque el aneurisma comprime el nervio recurrente laríngeo”, explicó.
“En el abdomen, el síntoma más común es el dolor abdominal. Al evaluar a estos pacientes, puedes palpar una masa que es pulsátil porque estás tocando la arteria y lo que sientes es el flujo de sangre, como el pulso. Pero la mayoría de los pacientes no tienen síntomas”, aclaró el cardiólogo.
Según sostuvo el doctor Leavitt, muchos de los pacientes que se diagnostican con aneurismas son por “hallazgos incidentales”, ya que se detecta el padecimiento, mientras se están buscando otras condiciones.
A tratarse a tiempo
Una vez se corrobora que el paciente tiene un aneurisma, lo cual ocurre mediante un sonograma de la aorta abdominal o un tomografía computarizada (CT), el galeno establece que el paciente tiene que hacer un compromiso real con su salud para vivir con la enfermedad sin que represente un riesgo de muerte.
“Lo primero que tiene que dejar es el cigarrillo. Lo segundo y más importante es tener un control estricto de la presión arterial porque si está alta va a estar golpeando esa pared débil y hay riesgo de ruptura. Así voy a reducir la velocidad de crecimiento del aneurisma”, comentó el cardiólogo.
A su vez, afirmó que “la mayoría de los pacientes no se tienen que operar, si siguen estas recomendaciones de velar su presión y no tocar el cigarrillo”, recalcó.
Actualmente, la medicina no tiene fármacos que logren eliminar un aneurisma, por lo que una vez se ensancha la pared de la arteria, el próximo paso es controlar su crecimiento y llevar un estilo de vida saludable.
“No hay ninguna medicina que reduzca el tamaño del aneurisma, una vez el daño en la pared arterial se hizo, el tratamiento se enfoca en evitar que aumente su tamaño para que no se rompa. Usualmente, nosotros usamos el límite que (el aneurisma) llegue a 5 centímetros o 5.5 centímetros, una vez llega a eso hay que referir a los cirujanos cardiotorácicos, si es un aneurisma torácico, y si es un aneurisma abdominal, eso lo trabajan los cirujanos vasculares”, detalló Leavitt.
Sin embargo, cuando se rompe un aneurisma, el paciente experimenta dolor intenso y sus probabilidades de sobrevivir se reducen enormemente, por lo que debe ser intervenido en una cirugía de emergencia.
“Una vez rota o disecada (la aorta), que es que se rompieron unas capas, pero no se rompió completamente, la aorta va a afectar todo el sistema que ese segmento está proveyendo sangre. Si la ruptura está cerca de las arterias coronarias del corazón, el paciente puede tener un infarto. Si es en el pecho puede tener infartos pulmonares o no le llega buen flujo sanguíneo a los intestinos. Va a afectar todo el sistema, dependiendo de dónde es la ruptura. Hay que atenderlo bien rápido porque la mortalidad de una aorta rota es de un 85 %, solamente del 15 al 20 % de pacientes que se operan de una aorta se salvan”, indicó el especialista.
No obstante, Leavitt aseguró que, con tratamiento médico a tiempo, la mayoría de los pacientes de aneurisma no necesitan cirugía. “Ahí es donde juegan un papel bien importante los cardiólogos y los médicos de cabecera: manteniendo esa presión, controlando el colesterol y que los pacientes no fumen”, concluyó.
Si quieres evitar un aneurisma o controlar uno existente:
- No fumes.
- Mantén una dieta saludable.
- Haz ejercicios.
- Controla la presión arterial.
- Mantén los niveles de azúcar y colesterol saludables.
- Si padeces de otras enfermedades, visita a tu médico y cumple con sus indicaciones, especialmente la adherencia a los medicamentos.