El yogur es un alimento fermentado ancestral, que aporta una alta cantidad de bacterias vivas, seguras y benéficas, además de presentar baja densidad energética, alta densidad de nutrientes, fundamentalmente proteínas y calcio, mejorando además la digestión y absorción de nutrientes. Todos estos efectos benéficos han sido demostrados a través de estudios científicos.

Por otro lado, existen yogures a los cuales se les agrega probióticos, sumando beneficios a los que ya existen derivados de la transformación de la leche en una matriz con numerosos componentes bioactivos.

En cuanto a beneficios concretos, María Elena Torresani, licenciada en Nutrición, doctorada en al área de Nutrición y directora de la Carrera de Especialistas en Nutrición Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, enumeró:

1. Prevenir enfermedades intestinales como síndrome del intestino irritable, enfermedad de Crohn e inflamación intestinal.

2. Disminuir el riesgo de padecer enfermedades como cáncer, candidiasis, hemorroides e infecciones urinarias.

3. Mejorar la digestión y combatir la acidez.

4. Combatir la constipación y la diarrea, regulando el tránsito intestinal.

5. Aumentar la producción y absorción de nutrientes, como las vitaminas del complejo B y K, hierro y calcio.

6. Fortalecer el sistema inmunológico, por aumentar la producción de células de defensa llamadas macrófagos.

7. Impedir la proliferación de bacterias no benéficas en el intestino.

8. Ayudar a digerir la lactosa, especialmente en personas con intolerancia a esta.

9. Prevenir enfermedades crónicas de origen inflamatorio como obesidad, colesterol alto, hipertensión arterial y diabetes tipo 2.

10. Prevenir alergias e intolerancias alimentarias.