¿Sabías que los indígenas de América viajaban a Europa?
Muchos cruzaban el océano para reclamar derechos como “colaboradores necesarios” de la Corona española y hasta para pedir títulos nobiliarios.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 meses.
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Mérida, España. Que Cristóbal Colón y otros descubridores trajeron a algunos indígenas al Viejo Mundo era algo que se sabía, pero no tanto que durante los siglos XV y XVI miles de ellos llegaron a Europa, un descubrimiento a la inversa del que les sorprendía la miseria que había en las ciudades españolas, especialmente la mendicidad infantil y la carestía de los precios.
Así lo sostiene el español Esteban Mira Caballos, doctor en Historia de América y especializado en las relaciones entre España y América en el siglo XV, en una entrevista con EFE sobre su último libro, “El descubrimiento de Europa”.
Para Mira, “el descubrimiento fue mutuo”, como también lo fueron la conquista y la administración, ya que, de lo contrario, hubiera “sido imposible que un grupo de españoles desorganizados conquistaran y administraran un imperio”.
Como ya mantiene en su extensa obra, que incluye varias biografías, entre ellas la de Francisco de Pizarro y Hernán Cortés, hay participación activa de los indígenas el proceso colonizador, ya que los españoles “captan las rencillas” entre los distintos grupos y desde el primer momento “se alían con unos para derrotar a los otros”.
En ese sentido, señala, por ejemplo, que “un 99% de las huestes o de las tropas que entraron en Tenochtitlan (la capital del imperio mexica) eran mesoamericanas”.
Por ello, “El descubrimiento de Europa” permite “restablecer un diálogo sobre la conquista” y revisarla desde un nuevo planteamiento, no como un hecho unidireccional sino bidireccional y “mucho más colaborativo”. De hecho, recuerda, que “España descubre América un 12 de octubre de 1492 y cinco meses después se están bautizando los primeros indígenas en Barcelona”.
La mayoría de los indígenas llegaban para reclamar derechos como “colaboradores necesarios” que habían sido en la conquista y administración, para pedir títulos nobiliarios, escudos heráldicos, prebendas o rentas vitalicias.
El historiador precisa, además, que “el rey los recibe a todos”, porque “era consciente de que aquellos territorios y aquellos vasallos estaban a miles de kilómetros y él quería saber todas las versiones”.
La prohibición de la esclavitud indígena
El libro de Mira se hace eco de que en tiempo del virreinato colombino se mandan también a cientos de esclavos a la península ibérica dentro del negocio que esto suponía en aquella época en todo el mundo, pero aclara que ocho años después, en 1500, la reina Isabel la Católica los manda liberar tras preguntarse literalmente “qué poder tiene mío el almirante para poder dar a nadie a mis vasallos”.
En ese sentido, el autor reconoce que “España esclaviza”, pero también que es el primer país que detiene y posteriormente prohíbe la esclavitud indígena en 1542.
Explica, igualmente, que en los siglos posteriores a la conquista, aunque son casos minoritarios, llegan también a la península ibérica indígenas que podrían considerarse espías, que son enviados por grupos que pensaban alzarse contra la corona, y otros que vienen simplemente para conocer los secretos del Viejo Mundo.
El perfil más habitual de los que llegaban eran indígenas de la nobleza, “entre otras cosas porque el viaje no era fácil y había que tener recursos”, y de ellos se puede afirmar que “conocían todos los resortes legales para utilizar la justicia española en su beneficio”, como “vasallos de la corona de Castilla que eran desde 1500″.
También vienen mujeres, “muchas de ellas son mestizas y las mandan los propios españoles para que se eduquen aquí con sus familias”, como es el caso de Francisca Pizarro Yupanqui, hija de Francisco Pizarro.
Muy poca documentación personal
Mira reconoce, por otra parte, que existe “mucha documentación legal, pero muy poca personal”, no existen cartas o diarios, pero, por la poca información que se tiene, se sabe que se podían maravillar con el Palacio Real de Madrid o con la Giralda de Sevilla.
Sin embargo, les decepcionaba la pobreza existente en las ciudades españolas, sobre todo la mendicidad infantil y la carestía de la vida.
Con “El descubrimiento de Europa”, el autor insiste una vez más que “la conquista fue dura como un parto, pero de ahí surgió la América mestiza que todos queremos y admiramos”.