Aunque la mayoría de padres desea que sus hijos crezcan sintiéndose amados, ciertas conductas cotidianas pueden transmitir el mensaje opuesto.

Sin proponérselo, los adultos pueden generar en los niños la sensación de que no son aceptados, lo que afecta su desarrollo emocional.

El rechazo percibido, incluso cuando no es intencionado, deja huellas importantes en la salud mental infantil.

“Puede afectar la salud mental del niño y la formación de relaciones”, advirtió Dalila Stalla, coordinadora de psicología de Rede Hospital Casa, en Río de Janeiro. Esa sensación de no ser querido o valorado complica el establecimiento de vínculos afectivos en etapas posteriores.

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En esa misma línea, el psicoanalista Artur Costa, profesor titular de la Asociación Brasileña de Psicoanálisis Clínico (ABPC), señaló que este tipo de experiencias también influye directamente en cómo los niños se perciben a sí mismos.

“El niño empieza a creer que no es lo suficientemente bueno y desarrolla un patrón de inseguridad. En consecuencia, los niños que se sienten rechazados son más propensos a la ansiedad y la depresión en la vida adulta”, explicó.

Gestos que dañan sin querer

Una mirada ausente, una frase dicha con impaciencia o incluso la costumbre de ignorar ciertos momentos, puede dejar al niño con la impresión de que no es importante. El primer paso para reparar este daño, aseguran los expertos, es reconocer los comportamientos que provocan esa desconexión emocional.

“Siempre hay tiempo para ajustar el camino y fortalecer la relación con los hijos de manera más amorosa y respetuosa”, coincidieron los especialistas. Para lograrlo, Dalila Stalla y Artur Costa identificaron seis actitudes comunes que los padres deben evitar, junto con alternativas para construir un vínculo más sano.

  • No prestar atención suficiente

Cuando los padres están distraídos o centrados en sus propios asuntos, los niños pueden sentirse ignorados. Esto se acentúa si el uso del celular interfiere en la interacción familiar. Según los expertos, esta falta de presencia puede hacer que el niño se sienta solo y poco valorado.

¿Qué hacer?

Dedicar un tiempo diario a compartir con los hijos, jugar con ellos y escuchar activamente lo que tienen para contar. Crear rutinas de conexión, aunque sean breves, permite construir recuerdos significativos y fortalecer el vínculo.

  • Falta de demostraciones de afecto

En algunos hogares, el amor se da por sentado, pero no se expresa. Esta ausencia de gestos afectivos puede llevar a que los niños se sientan invisibles, incluso dentro de su propio entorno familiar.

¿Qué hacer?

Mostrar el cariño de forma explícita, tanto con palabras como con abrazos u otras expresiones físicas. No basta con asumir que el niño lo sabe: es fundamental decirlo y demostrarlo.

  • Ignorar las emociones del niño

Frases como “no es nada” o “deja de llorar por nada” pueden invalidar lo que el niño siente. “Frases como ‘no es nada’ o ‘deja de llorar por nada’ pueden invalidar las emociones de un niño, haciéndole sentir que su dolor o sus preocupaciones no importan”, alertan los expertos.

¿Qué hacer?

Validar sus emociones es clave. Frases como “Entiendo que estés triste. ¿Quieres contarme qué pasó?” ayudan a que el niño se sienta comprendido y le enseñan que todas las emociones son válidas.

  • Disciplinar solo con castigos

Aplicar castigos sin mediar una conversación o explicación puede generar miedo y alejamiento emocional. La disciplina sin diálogo impide que el niño entienda el sentido de las normas y de las consecuencias.

¿Qué hacer?

Acompañar la corrección con una conversación en la que se explique el porqué de las reglas. Escuchar al niño, permitirle hablar y reflexionar juntos ayuda a que aprenda de sus errores sin sentirse rechazado.

  • Hacer comparaciones con otros niños

Compararlo con sus hermanos, compañeros o amigos puede tener efectos nocivos en su autoestima. Comentarios como “tu hermano lo hace mejor” solo generan inseguridad.

¿Qué hacer?

Valorar las cualidades únicas de cada niño. Decirle “Tienes tu propia manera especial de hacer las cosas, y eso es increíble” refuerza su identidad y confianza.

  • Condicionar el afecto al comportamiento

Cuando el amor se expresa solo si el niño obedece o cumple expectativas, puede interpretarlo como un afecto condicionado. Esto lo lleva a pensar que debe ganarse el cariño en lugar de recibirlo de forma incondicional.

¿Qué hacer?

Dejar claro que el amor no depende del comportamiento. Frases como “Te amo incluso cuando haces algo mal. ¿Hablamos?” transmiten seguridad emocional y ayudan al niño a sentirse aceptado incluso en momentos difíciles.