La leyenda del “Abuelo Guanín”
Conoce la historia de este personaje del pueblo de Guánica.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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La Real Academia de la Lengua define el término “leyenda” como una narración de sucesos fantásticos que se transmiten por tradición; son esas historias que pasan de boca en boca, de generación en generación. Añade que es un relato basado en un hecho o personajes reales, deformado o magnificado por la fantasía o la admiración.
Al igual que en la mayoría de los pueblos de Puerto Rico, Guánica cuenta con varias leyendas. Una de ellas es la del “Abuelo Guanín”, un personaje que se asegura existió, pero del que hoy nadie puede hablar con certeza.
Ya sea basado en la realidad o no, el cuento resulta muy interesante, y vale la pena compartirlo. Así que aquí va:
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Dice la leyenda que en la puerta de la cultura puertorriqueña, donde está el “Pueblo de las 12 calles”, creció un niño al que le apasionaban las costumbres y tradiciones de los taínos. Curioso y emocionado tras leer sobre la legendaria historia de amor de la india Guanina -hermana del cacique Agüeybaná-, decidió hacerse llamar “Guanín”. Durante su juventud, vivió en el Bosque Seco y decía ser el dueño de las playas, cuevas y veredas, así como del olor de la caña que provenía de la central azucarera en Ensenada.
Conocedor y defensor de la historia de su querido pueblo, “Guanín” pensó que nadie podría arrebatarle el nombre que había adoptado. Pero un día, en contra de su voluntad, fue trasladado a otro país. Sin embargo, nunca olvidó su lugar de origen, por lo que se dedicó a pintar los paisajes del “espejo del Caribe” y escribir fábulas, cartas de amor y poesías en las que expresaba su amor por Guánica y el coraje por quienes entendía no mostraban su devoción por este pueblo.
Cuando “Guanín” pudo regresar a Guánica, ya tenía la cabellera blanca y caminaba lento con un bastón. Con tristeza, observó lo mucho que el pueblo había cambiado y que ya nadie se acordaba de él. Aunque era un anciano, su alma y sus ojos traviesos seguían siendo inocentes, como los de un niño. Por lo que, con su simpatía y sus relatos, poco a poco volvió a ganarse la admiración de sus compueblanos, que lo apodaron “Abuelo Guanín”.
Cuentan que se despedía de la luna, cuando bajaba por el barrio La Montalva. Que era amigo de doña Josefina, la de la cuesta, y que muy parlanchín paseaba por la laguna y la represa de Fuig, mientras compartía su devoción por los santos patrones San Antonio Abad y Santiago Apóstol.
Del protagonista de esta historia no se sabe el paradero, pero según la leyenda, el “Abuelo Guanín” sale de vez en cuando a aconsejar a los niños guaniqueños a mantener vivo el espíritu guaitiao, y asegurarse de que todos muestren respeto por los recursos naturales del “Paraíso del eterno verano”.
Fuente: Oficina de Cultura, Arte y Turismo de Guánica