El mundo está a la espera del 2025 y, en varias partes, tienen diferentes maneras de celebrarlo, ya sea con fuegos artificiales, pitos, tambores, abrazos, brindis o agüeros.

A algunas personas les surge la duda de ¿por qué el Año Nuevo se celebra el primero de enero y cómo nació esta celebración?

Esta tradición nació gracias a las fiestas paganas romanas y al calendario que impuso el emperador Julio César hace más de 2.000 años a.C. y también al papa Gregorio XIII.

Antes de que llegara el calendario gregoriano había varias civilizaciones que creaban sus propias maneras de llevar en cuenta el tiempo y se guiaban por los ciclos naturales del Sol o de la Luna. De tal modo, buscaban los momentos óptimos para que su cosecha tuviera éxito, comentan expertos a ‘National Geographic’.

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En el año 2000 a.C., la antigua Mesopotamia celebraba el festival de Fin de Año que duraba alrededor de doce días. Este llevaba el nombre de “El Akitu” y empezaba luego de la primera Luna nueva y seguía con el equinoccio de primavera, que se celebraba alrededor del 20 de marzo, fecha que marcaba el renacimiento del mundo natural y la cosecha de la cebada, explicó la revista Time.

Además, los habitantes de Babilonia aprovechaban estas festividades para coronar a nuevos reyes o hacer una renovación en los votos de lealtad hacia la corona.

Esta civilización no era la única que marcaba el año con algunos de los movimientos de la Tierra alrededor del Sol, ya que, según la Enciclopedia Británica, los asirios también celebraban el Año Nuevo con la Luna más cercana al equinoccio de otoño, lo que significaba que esta se llevaba a cabo a mediados de septiembre.

Para los fenicios era en el segundo equinoccio del año, alrededor del 21 de septiembre, para los persas era en el equinoccio de primavera y para los antiguos griegos era en el solsticio de invierno, el 21 de diciembre.

Esto comenzó a cambiar un poco durante el ascenso del Imperio Romano, cuando el calendario instaurado por Rómulo marcaba que el año comenzaba en marzo. Sin embargo, este tenía un problema, ya que solo duraba 304 días y dejaba un periodo de invierno sin marcar.

No fue hasta el siglo VII que comenzaron hacer las correcciones y las mediciones del tiempo. El emperador Numa Pompilio añadió 50 días para el invierno y dividió de una manera arbitraria el calendario en 12 meses. Fue entonces que añadió el mes “Ianuarius”, el cual nombró de esta manera para honrar al dios ‘Jano’, que marcaba el inicio del año en el que los cónsules tomaban el poder, agrega el sitio mencionado anteriormente.

Pero, este calendario seguía teniendo problemas por los desfases temporales que había, ya que en ocasiones tenían que introducir un mes completo para volver a estar en línea.

El cambio más fuerte se dio en el mandando de Julio César, en el año 46 a.C., quien les dio la orden a los astrónomos romanos de crear una nueva medición del tiempo alrededor del Sol, en vez de la Luna, como lo hacían anteriormente y, un año después, crearon el calendario juliano.

Este se extendió de la mano de imperio e introdujeron por primera vez los años bisiestos, aunque en un comienzo tuvo un problema, dado que sobreestimaba la duración del año por 11 minutos.

Así comenzó el calendario gregoriano

Durante este tiempo, las poblaciones cristianas celebraban el año nuevo el 25 de marzo, ya que ignoraban la marca romana en el calendario, como parte de la Fiesta de la Anunciación, la cual indicaba que ese día el arcángel Gabriel se había presentado ante la Virgen María para darle la noticia que sería la madre de Cristo, quien sería el salvador del mundo.

El calendario juliano también tenía un defecto y fue hasta el siglo XV que el papa Gregorio XIII buscó solucionarlo. De esta manera creó el gregoriano, que tiene 12 meses y cuenta con los años bisiestos. Además, comenzó a funcionar desde el año 1582 y retornó el inicio del año al primero de enero.

Este se extendió a todas partes del mundo convirtiéndose en la medida del tiempo que se sigue usando actualmente. Pese a ello, todavía hay países que no celebran el Año Nuevo el primero de enero, como ocurre en la cultura China, que lo hace entre enero y febrero.