BARRANQUITAS. En medio del quehacer cotidiano de este pueblo, se encuentra vigilante la figura de San Antonio de Padua, resguardando su bicentenaria parroquia ubicada en el caso urbano de la conocida “Cuna de próceres”.

Por 212 años el templo religioso ha sido la sede de la comunidad católica barranquiteña. La iglesia comenzó formalmente su primera construcción en 1806 y culminó en 1809, año en que se consagró y celebró la primera misa. Sin embargo, la estructura fue destruida en cuatro ocasiones tras los embates de los huracanes Santa Ana en 1825, Los Ángeles en 1837, San Felipe I en 1876 y San Felipe II en 1928, según se detalla en el libro del bicentenario de la parroquia.

“La iglesia que vemos ahora es la quinta que se construye en este mismo espacio. La antigua que era de madera, la número cuatro fue destruida por el huracán San Felipe en 1928, para ese entonces Barranquitas pertenecía a la diócesis de Ponce, y contrata al arquitecto ponceño Francisco Porrata Doria (para su reconstrucción en 1929)”, abundó Carlos Vélez Mercado, guía de la Oficina de Cultura y Turismo de Barranquitas.

El arquitecto construyó varias fachadas iguales para las parroquias aledañas, pertenecientes a la diócesis de Ponce que también se destruyeron, pero el distintivo de la Parroquia San Antonio de Padua es el campanario, dado a que las demás solo tiene espadañas.

Interior de la parroquia donde se aprecian algunos detalles.
Interior de la parroquia donde se aprecian algunos detalles. (XAVIER GARCIA)

Asimismo, el estilo arquitectónico del templo es ecléctico, pues reúne cualidades del “art deco”, neoclásico y del resurgimiento español. Al entrar, su alto techo en madera, sus lámparas y coloridos vitrales llaman inmediatamente la atención. En las vidrieras del lado izquierdo se muestra la vida y pasión de Cristo, mientras que las del ala derecha ilustran el momento de la resurrección.

“Lo que vemos, realmente, es la fachada original, pero los vitrales, todo el mueblaje que está en el presbiterio incluyendo el altar, fueron traídos desde Cali, Colombia, en el 1988 durante una restauración”, agregó Vélez Mercado.

Con la renovación se incluyeron dos distintivos curiosos en comparación a otras iglesias católicas. El primero es que no cuenta con un Cristo crucificado, sino con Jesús Redentor sentado y tallado en piedra caliza. La otra curiosidad es su bautisterio de piedra con agua que fluye.

“El arquitecto pensó en el bautismo del señor Jesucristo que fue bautizado con agua que fluye. Muchas de las iglesias católicas bautizan con agua posada. En este caso no, nosotros bautizamos con agua que fluye. Es única”, recalcó el guía.

Antiguo cine

En la parte posterior del templo, en 1939, ubicaba una antigua academia que contaba con dos niveles. En la segunda planta se impartían clases y el piso principal era un gran salón de recepciones que se convirtió en una sala de cine con el fin de recaudar fondos para la escuela.

“Primero -el cine- era para los estudiantes. Aquí daban películas para evangelizar a los estudiantes, pero luego se abrió al público en general”, apuntó Vélez Mercado.

Entre angostas filas de butacas de maderas se reunían cientos de jóvenes a las cinco de la tarde para a ver la película que se estuviera transmitiendo en pantalla grande y que comenzaría a las 6:30 p.m. hasta las 8:00 p.m.

“La película te la repetían toda la semana. Siempre fue estricto, pero eran películas sanas. Siempre me acuerdo de las películas. Para conseguir esa pesetita teníamos que bajar un truck de bloques y nos daban dos pesitos. Fue una época de unión”, recordó por su parte Johnny Rivera Rivera, quien trabaja como voluntario en la parroquia, sobre la época en que la entrada al cine barranquiteño era de 25 centavos.

La sala estuvo operando desde los años 40 hasta los 70 y ahora cuentan con un pequeño museo en el que conservan una muestra de las butacas originales, las cámaras de la época y los afiches de las películas que se llegaron a transmitir como Cobra (1925), Daniel (1913) y Cleopatra (1917). Este espacio se puede visitar, libre de costo, de lunes a viernes de 8:00 a.m. a 12:00 p.m.

Las celebraciones eucarísticas se llevan a cabo de lunes a viernes a las 7:00 p.m., sábados a las 4:00 p.m. y domingos a las 7:00 a.m. y 9:00 a.m.