Cómo la NASA nos ayudó con el polvo del Sahara
Equipo local usó la información suministrada por los satélites de observación de la Tierra para alertar sobre la gran nube de junio.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Puerto Rico cuenta ahora con un sistema de alerta de calidad del aire que proporciona tres días de preaviso sobre la llegada de polvo potencialmente dañino que viaja a través del océano Atlántico proveniente del desierto del Sahara.
La información suministrada por los satélites de observación de la Tierra de la NASA ha demostrado que el polvo puede transportarse mediante corrientes de aire hasta 6,000 millas o más de distancia, lo que afecta la calidad del aire y puede amenazar la salud humana. El proyecto es dirigido por Pablo Méndez-Lázaro, investigador subvencionado por la NASA.
“La capacidad de detectar este polvo antes de que llegue es una herramienta crítica para la salud pública”, destacó Méndez-Lázaro, profesor asociado del campus de ciencias médicas de la Universidad de Puerto Rico en San Juan.
“Alertamos a las agencias federales y estatales, así como a los médicos con antelación, lo que les brinda tiempo para avisar al público y a la población más vulnerable, como por ejemplo personas con asma”.
El polvo viaja con regularidad a través del Atlántico y es un fertilizante natural para las plantas y corales, pero en grandes cantidades perjudica la visibilidad y la calidad del aire.
“La población vulnerable, como niños, ancianos y personas con asma u otras afecciones preexistentes, puede verse afectada negativamente”, explicó Méndez-Lázaro.
El sistema de vigilancia de la calidad del aire estuvo listo justo a tiempo para la gran nube de polvo sahariano que llegó a Puerto Rico en junio. “Vimos la nube de polvo formándose y cruzando el Atlántico casi una semana antes de su llegada a Puerto Rico”, afirmó Méndez-Lázaro.
Su equipo entró en acción, contactando a las agencias de salud federales y estatales, entre ellas el Departamento de Salud de Puerto Rico, el Servicio Meteorológico Nacional Oficina de San Juan y la Oficina de Calidad del Aire del Departamento de Recursos Naturales.
Como resultado, la Oficina de Preparación y Respuesta en Salud Pública (OPHPR por sus siglas en inglés) y la Oficina de Gestión de Emergencias en Puerto Rico emitieron un comunicado de prensa con sugerencias y recomendaciones para proteger la salud pública.
“Contar con esos tres días permitió a la gente prepararse y adoptar medidas como quedarse en casa o tomar la medicación necesaria”, dijo Méndez-Lázaro.
Por su parte los médicos informaron al equipo de Méndez-Lázaro sobre la cobertura de salud que brindaron durante el evento, ayudando al equipo de la NASA a saber cómo los pacientes respondieron a estas advertencias.
El equipo realizó una transmisión vía Facebook Live con Ada Monzón, meteoróloga local, con una audiencia de 374,000 espectadores, y otra transmisión vía Facebook Live con el Servicio Meteorológico Nacional Oficina de San Juan. Las transmisiones abordaron explicaciones sobre las condiciones peligrosas y comunicaron medidas de preparación y recomendaciones.
Al establecer el sistema de calidad del aire, el equipo de Méndez-Lázaro instaló monitores aéreos en tierra y analizó datos de satélites de observación de la Tierra.
A medida que el polvo sahariano viaja a través del Atlántico, refleja la luz visible e infrarroja, que es detectada por la misión conjunta GOES-16 (EAST) de Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA); los instrumentos Espectrorradiómetro de Imágenes de Media Resolución (MODIS ) a bordo de los satélites Terra y Aqua de la NASA; y el Conjunto de Radiómetros de Imágenes en Infrarrojo Visible (VIIRS) a bordo del satélite Suomi NPP de la NASA y NOAA.
Mientras que los satélites recopilaban información desde su órbita, Olga Mayol-Bracero y otros en el equipo de Méndez-Lázaro tomaron muestras de los monitores de aire con base en tierra.
Utilizando una técnica llamada dispersión de luz para evaluar muestras de polvo, determinaron si las partículas provenían del polvo sahariano o de una fuente local de contaminación. Al confirmar el origen de las muestras, el equipo corroboró las predicciones realizadas sobre la base de datos satelitales acerca de cuándo el polvo tocaría tierra.
Lograr esa ventaja de tres días le tomó al equipo de Méndez-Lázaro tres años de superación de obstáculos inusuales tales como un huracán, un terremoto y una pandemia.
A pesar de los desafíos, Méndez-Lázaro ve la oportunidad de mejorar las cosas para el futuro. “A veces, resulta abrumador cuando intentas mantenerte a flote y la adversidad te empuja hacia abajo”, relató el investigador.
“Pero también lo he visto como oportunidades de fortalecer a Puerto Rico. Muchas experiencias de aprendizaje en las que si somos lo suficientemente inteligentes para salir adelante podremos prepararnos mejor para el futuro”.
Ahora, el equipo se centra en los próximos pasos, incluyendo continuar su colaboración con investigadores de la Universidad del Sur de la Florida en Tampa. También están incrementando su divulgación a médicos, tomadores de decisiones y el público en general, incluyendo la emisión de folletos impresos, infografías y una cooperación con el Ecoexploratorio, el Museo de Ciencias de Puerto Rico.