Una madre soltera, migrante, con tres hijos menores, sale a trabajar. Los menores permanecen solos en el hogar. Una menor de nueve años, se alega, llamó a las autoridades alertando que estaban solos.

Esta escena activó en días recientes a la Policía, al Departamento de la Familia y al Departamento de Justicia. La madre fue arrestada y la escena fue divulgada en la televisión y redes sociales, lo que enseguida levantó un torbellino de opiniones y especulaciones; algunas criminalizando a la madre y otras solicitando empatía en el proceso.

Todo se centró en la figura de la madre. Pero, ¿dónde estaba el padre o los padres de esos menores? Eso poco se cuestionó en contraste con lo difundido públicamente en torno a la madre señalada.

Lo ocurrido con esta mamá no es un caso extraordinario en la Isla. Al contrario, es lo que diariamente observan los profesionales del trabajo social, según advierte el doctor Iván de Jesús Rosa en representación del Colegio de Profesionales del Trabajo Social de Puerto Rico. Es también el reflejo diáfano de cómo en la sociedad puertorriqueña, desde el plano individual y del Estado, persiste la cultura patriarcal en la que el proceso de crianza de los hijos se le adjudica a la figura de la madre.

“Está tan naturalizado en nuestra sociedad el que la madre es la figura encargada del cuidado, que en este contexto es poco lo que se habla del padre; se habla de la alegada negligencia en los aspectos de cuidado de la madre, pero ni siquiera se problematiza la presencia o no del padre en la vida de estos niños”, puntualiza De Jesús Rosa.

“Está el elemento del aspecto cultural, de cómo nos crían, cómo se construye la figura del hombre, y a la vez cómo se construye la figura de la paternidad, que son elementos que cada hombre -independientemente de la crianza que nos hayan dado-, debemos reevaluar para considerar y apropiarnos de la importancia de estar en la vida de los niños. Sin embargo, también hay factores estructurales que tienen que ver con el Gobierno”, expuso el profesional. “Cuando pensamos en cómo involucrar a los padres en los procesos de crianza, también el Estado tiene una responsabilidad y lo enfatizo, porque si bien es importante que trabajemos con la construcción como hombre, cómo se me ha enseñado a ser padre a nivel individual, si desde el Estado no se crean las políticas para fomentar el involucramiento de los padres desde temprana edad, las posibilidades de que ocurra lo que ocurrió en este caso, aumentan”.

El ejemplo más claro, señaló De Jesús Rosa, es la licencia por paternidad versus la licencia por maternidad. En Puerto Rico, un padre tiene derecho a tomar cinco días laborales a partir del nacimiento de la criatura, mientras que una madre tiene hasta 12 semanas, que pueden iniciar una semana antes de la fecha prevista del nacimiento.

“Creo que es el ejemplo más concreto de cómo el Estado legitima el poco involucramiento del padre en los procesos de crianza”, apuntó. “La literatura nos dice, ‘si este padre desarrolla una vinculación de apego desde que ese niño nace, y cuando hablamos de apego es ese contacto directo, de esa vinculación, ese lazo de amor que se crea y que compromete a esa persona con el bienestar de ese niño o niña’; si el Estado no lo fomenta desde temprano y le dice al padre, como mucho vas a tener una semana, si es que tu patrono te la quiere dar, para encargarte de tu hijo, vis a vis la madre tiene tres meses, el mensaje que le está dando el Estado, desde el mismo momento en que nace el niño es que tu participación en la crianza va a ser mucho más limitada o mucho menos importante que la crianza de la madre”, detalló el doctor en trabajo social.

En la literatura profesional dedicada a estos casos específicos, nos señala un concepto que es bien importante que se llama capital social, y son todos estos elementos, más allá de lo económico, que permiten la estabilidad de un niño o una niña. Cuando los padres se involucran de forma activa en la crianza y cuidado de sus hijos, estas familias aumentan su capital social, porque ya no es una sola persona en situación de vulnerabilidad la que está procurando por el cuidado de estos niños”

-Iván De Jesús Rosa, doctor en trabajo social

Tal involucramiento por parte del padre no puede reducirse al rol de proveedor, que es también lo que en ocasiones se acepta o considera como “ayuda” o “apoyo”, y en la medida que cumple con esa responsabilidad económica, se libera de todos los demás procesos que implica una paternidad responsable.

“¿Qué es lo que crea niños emocionalmente estables, tanto en su niñez como en la adultez? La presencia y afecto activo que tanto el padre como la madre le den, porque nuevamente creas, aparte de esa seguridad emocional y apego seguro, también hay elementos de seguridad física. Las posibilidades de que cuando uno no pueda asumir el cuidado, el otro lo haga; el apoyo con las citas médicas, el apoyo con los asuntos escolares, y esto lo que valida es la necesidad como sociedad, tanto a nivel individual como a nivel colectivo desde el Estado, que problematicemos cómo se ha construido y fomentado la paternidad, porque hasta que no lo pongamos de forma explícita como parte de la agenda pública del Estado y la sociedad civil, la posibilidad es que este contexto se siga repitiendo”, afirmó De Jesús Rosa.

Dentro de esta realidad, “se está viendo un cambio”. Cada vez más hombres se interesan y se involucran activamente en la crianza de los hijos, pero lamentablemente aún “sigue siendo muy limitado ese involucramiento”, dijo el trabajador social.

“De ahí la importancia de seguir fomentando procesos para que los hombres podamos vivir una paternidad plena, y cuando se habla de paternidad plena es que podamos establecer vínculos de amor y cariño con nuestros hijos, donde ya no se nos comience a ver como esta figura de autoridad o de temor, porque también se tiene esa analogía de que el padre es el que disciplina y hay que tenerle miedo, y que podamos, precisamente, problematizar todos esos constructos y nos comencemos a ver siendo hombres cuidadores, personas capaces de brindar cuidado, amor a nuestros hijos o cuando el momento llegue, a nuestros nietos, o sobrinos, porque esos son aspectos que nos hacen crecer”, destacó el profesional consultado.

Lo ocurrido en este caso alcanzó una alta cobertura mediática por lo dramático del arresto. No obstante, “pasa a diario”.

“Muchísimas madres están en la situación de ella. Nos gustaría pensar que esto fue una situación extraordinaria, pero la realidad es que son muchísimas las madres que tienen que dejar a sus niños solos a una edad no adecuada para procurar el sustento de su familia”, sostuvo el doctor. “Esta es la realidad de la inmensa mayoría de las mujeres puertorriqueñas que, según nos dicen las estadísticas, a pesar de tener trabajo, viven bajo los niveles de pobreza; tienen trabajo, tienen un ingreso y ese ingreso no les permite salir de los niveles de pobreza porque sus necesidades fundamentales no pueden ser cubiertas con el dinero que generan”.

Las mujeres son víctimas, no tan solo de los feminicidios, que es lo más terrible y que a veces se le da prioridad en los medios, pero esto es una ejemplificación de cómo no hay que llegar al feminicidio para atentar contra la integridad de la mujer, y no tan solo de la mujer, sino del núcleo familiar”

-Doctor Iván De Jesús Rosa, en representación del Colegio de Profesionales del Trabajo Social de Puerto Rico

Este caso, aún bajo investigación de las autoridades, aunque el Departamento de Justicia no radicó cargos en contra de la madre, expuso públicamente la realidad de una familia que a su vez es el reflejo de lo que ocurre en muchos hogares en Puerto Rico. No obstante, aún el Gobierno no facilita un ecosistema de servicios sociales que permita prevenir estas situaciones.

“La criminalización no debe ser la primera opción. Cuando hablamos de problemas sociales, la criminalización no debe ser la alternativa. Entonces, lograr hacer esa distinción entre un problema criminal y una problema social es sumamente importante”, apuntó el doctor. “Tenemos un estado que está enfocado en procesos económicos vinculados al sistema económico que tenemos vigente, pero muy pocas veces se ve un enfoque en cuáles son los problemas que enfrentan las familias empobrecidas en Puerto Rico y cómo atenderlas de forma efectiva”.