A diferencia de lo que se cree, en una situación de bullying los involucrados no son solamente la víctima y el victimario. Los espectadores también juegan un papel fundamental ya que, si bien no participan directamente del hecho, son testigos clave y con pequeñas acciones pueden ayudar al compañero que lo sufre. Además, son ellos, muchas veces, los que pueden cambiar la situación, porque si la violencia no tiene repercusión en el grupo deja de tener sentido para el agresor.

Pero, ¿qué hacer si sé que mi hijo es un espectador constante de situaciones de bullying en su escuela? Organizaciones que trabajan el tema en Argentina han desarrollado una serie de recomendaciones para mostrarle diferentes alternativas de cómo puede actuar.

Opciones que puede elegir

No reírse ni festejar cuando un compañero agrede a otro, ya que la risa colabora para que la víctima se sienta humillada.

Si se anima, puede hacerle saber al agresor que no está de acuerdo con lo que hace o hizo.

Retirarse de la escena.

Buscar ayuda, por ejemplo, la de un adulto que frene la agresión.

Acercarse a la víctima para darle una palabra de aliento, tal vez con solo decirle “qué feo lo que te están haciendo, lo lamento”, esto lo ayude a sentirse mejor.

Ofrecerles jugar a los chicos que están solos en el recreo.

Buscar a aquellos compañeros que también se sintieron incómodos con el maltrato y brindar apoyo al chico agredido.

¿Cómo hablar del tema?

Tu hijo puede estar sintiendo culpa por no hacer nada y, al mismo tiempo, miedo ante la idea de involucrarse. No le pidas que defienda a un compañero si realmente el grupo es complicado. En ese caso, es importante que des aviso en la escuela de lo que está sucediendo.

Asegúrate de que tu hijo sepa que puede recurrir a ti o a otros adultos de confianza en caso de ser testigo de una situación de bullying.

Transmítele la importancia de ser compasivo, tolerante y de tratar a los demás con respeto.

Desarrolla su empatía preguntándole: ¿qué sentirías tú si estuvieras en la situación del chico agredido?

Déjale en claro la diferencia entre ser chota y ser solidario. Muéstrale que pedir ayuda para alguien que la está pasando mal no es ser chota, es ser solidario.

Explícale que no existe una postura neutral frente a la violencia. Si nadie hace nada, entonces estamos avalando el fenómeno y permitiendo que continúe.

Estas situaciones se pueden replicar en el plano virtual a través del ciberbullying, lo que provoca que la víctima no puede sentirse segura ni siquiera fuera de la escuela. En este caso, el número de espectadores se multiplica y es importante aconsejar a los chicos.

Ayúdalo a tener una mirada crítica, tanto en las redes sociales como en los grupos de chat para que pueda reflexionar antes de compartir algo dañino. Invítalo a preguntarse previamente: ¿alguien puede llegar a sufrir con esto que voy a compartir?

Genera una apertura al diálogo para que tu hijo te confíe los episodios que lo incomodan en las redes. A pesar de que los niños dominan con mucha habilidad los dispositivos, los adultos debemos tomar un rol de autoridad.

Dile que nunca es bueno festejar la publicación de una foto o un video que humille a un compañero. Hazlo tomar conciencia de que con un like le puede dar poder a los hostigadores y, sin querer, se podría convertir en cómplice.

Alértalo sobre los riegos de compartir fotos o videos con personas que no sean de confianza.