Luego de la pandemia del COVID-19, varios estudios clínicos apuntan a un deterioro en la salud mental de los niños y adolescentes. Los adolescentes están presentando más síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas.

La autolesión se define como el acto de una persona de hacerse daño a sí misma. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) son comportamientos como cortarse, morderse, rascarse, quemarse, golpearse contra objetos, arrancarse el pelo, perforarse la piel con objetos punzantes, entre otros. Es una forma dañina de afrontar el estrés y otras emociones como la tristeza, la ira, entre otras.

Por lo general no es un intento de suicidio. La OMS define el comportamiento suicida como las acciones tomadas por alguien que está considerando o preparando la causa de su propia muerte. Pero no deja ser motivo de preocupación que un joven se haga daño a sí mismo.

Las autolesiones pueden comenzar en la preadolescencia o en los primeros años de la adolescencia. En esta etapa, los jóvenes enfrentan presiones de grupos, soledad o conflictos con los padres u otras figuras de autoridad.

El riesgo de autolesiones puede aumentar si el joven se relaciona con otras personas que también se autolesionan o por eventos traumáticos como abuso físico, sexual o emocional, o por formar parte de un ambiente familiar inestable. Estos actos también pudieran estar relacionados al abuso de drogas o sustancias controladas, ciertos trastornos mentales como ansiedad, depresión, estrés post traumático, trastornos alimentarios, entre otros.

Los adolescentes que se autolesionan se caracterizan por tener dificultades de hablar sobre lo que les está pasando a nivel emocional, no tener la capacidad o las herramientas de manejar sus conflictos o baja autoestima. Según el portal de Mayo Clinic, algunos síntomas de autolesión pueden incluir los siguientes:

  • Tener cicatrices, a menudo en patrones.
  • Tener cortes, arañazos, moretones, mordeduras u otras heridas recientes.
  • Frotar de manera excesiva una zona para producir una quemadura.
  • Tener a mano objetos filosos u otras cosas que se utilizan para autolesionarse.
  • Usar mangas largas o pantalones largos para ocultar la autolesión, incluso cuando hace calor.
  • Hacer informes frecuentes de lesiones accidentales.
  • Tener dificultades para relacionarse con los demás.
  • Presentar conductas y emociones que cambian rápidamente y que son impulsivas, intensas e inesperadas.
  • Hablar de impotencia, desesperanza o inutilidad.

Otros síntomas pueden ser desajustes en los hábitos de alimentación y sueños, dejar de hacer actividades en las que se tenga que enseñar el cuerpo como ir a la playa, cambiar su estilo de vestimenta, así como dejar de hacer cosas que antes sí interesaban como algún deporte o pasatiempo.

Las partes del cuerpo que son más propensas a autolesiones son las extremidades, entiéndase, los brazos y las piernas, y las zonas del pecho y el abdomen. No obstante, cualquier zona del cuerpo puede ser objeto de autolesión.

Cuando obtener ayuda

Estos actos no deben de subestimar. Es importante considerar cualquier conversación de un joven sobre las autolesiones o de hacerse daño a sí mismo. Es posible que sintamos que estamos traicionando la confianza de alguien que se ha autolesionado, pero debemos buscar ayuda para esa persona.

Hay padres que pueden sentirse culpables por no haberse dado cuenta de ciertas conductas o actitudes del joven o experimentar una amplia gama de emociones como coraje, sorpresa o llanto. Algunas recomendaciones para el manejo de estas situaciones son:

  • En caso de un hijo o familiar, se puede comenzar con hacer una consulta al pediatra u otro proveedor de atención médica o profesional de la salud que pueda hacer una evaluación inicial o referir a un profesional de salud mental.
  • La comunicación entre los progenitores o tutores y el adolescente es muy importante. Puede haber resistencia de parte del joven a conversar sobre el tema. Si esto ocurre se debe mantener la calma, tener paciencia y buscar otro momento para comunicarse e intentar una conversación en la que podamos conocer lo que está pasando esta persona.
  • Es importante que el joven sienta el apoyo y seguridad de sus padres o tumores, y que existen recursos que le pueden ayudar. No juzgar, aunque sea una situación o acto difícil de entender.
  • En el caso de un amigo preadolescente o adolescente, se debe hablar con los padres o tutores, un maestro, consejero escolar, trabajador social u otro adulto de confianza

Los centros de salud 330 NeoMed Center cuentan con un equipo multidisciplinario de profesionales de la salud para atender tanto la parte física como mental del menor y su familia. Para más información se pueden comunicar al 787-737-2311, extensión 1013 o acceder al portal www.neomedcenter.org, y también en su página de Facebook: @NeomedCenterInc.

Si está en peligro de inmediato, llame al 9-1-1 o vaya a la sala de emergencias más cercana.