Ser propietaria de un negocio jamás estuvo en su lista de aspiraciones mientras crecía.

Estudiar biología y dedicarse a la carrera del modelaje fueron solo algunos de los intereses que ocuparon su mente en el anhelo por abrirse camino a nivel laboral. Pero enfrentar serias dificultades económicas la motivó a atreverse a probar nuevos rumbos.

A Stephanie Font Rodríguez muchos la conocen como uno de los talentos del programa “Puerto Rico gana” (Telemundo). Pero su trasfondo va mucho más allá de posar y ser amable ante las cámaras de televisión, o provocar cientos de “likes” con sus publicaciones en las redes sociales. En la actualidad es dueña de las clínicas de belleza SunTan PR & Esthetic en San Juan y Mayagüez. También administra varias propiedades por el concepto de alquiler a corto plazo (Airbnb). Lo celebra con una gran sonrisa y más cuando lograrlo implicó comenzar desde cero, soltar una que otra lágrima y enfrentar menosprecios.

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“Siempre hay oportunidad de reinventarse. Cuando una puerta se cierra, siempre otra se va a abrir”, sostuvo con marcado entusiasmo la jovial empresaria durante el encuentro con Primera Hora en su clínica de estética en la avenida Jesús T. Piñero, en San Juan. “Me acuerdo que más pequeñita compraba relojes al por mayor y los vendía, pulseras al mayor y las vendía, que cuando vienes a ver, yo como que muy dentro de mí siempre me gustó el hecho de ser como empresaria a una escala menor”. Pero no lo visualizó como una posibilidad profesional.

“Vengo de una familia que no tiene negocios, así que fue difícil porque mis padres son personas que trabajaron para el Gobierno de Puerto Rico, trabajaron para alguien ganando el mínimo o cerca del mínimo”, reveló la joven de 29 años. “No pensaba en hacer un negocio. Lo mío era conseguir un trabajo como todo el mundo”, dijo la empresaria natural de Cabo Rojo.

Fue alrededor de sus 23 años que el interés amoroso la llevó a vivir a San Juan con un ejecutivo mucho mayor que ella.

“La relación no funcionó y ahí me vi ‘apretá’, y dije ‘¿ahora qué?’ ”, rememoró sobre el final de un idilio en el que, según declaró, sufrió constantes abusos verbales y sicológicos, y del que salió con dudas sobre su capacidad para brillar con su talento. “Me decía cosas que, lamentablemente, me las creía. La autoestima mía estaba en el piso. Yo no me sentía linda. Yo no me sentía capaz de nada en la vida”, confesó la egresada de biología de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez.

“Cuando me vi sola, que se me cerraron todas las puertas, recuerdo que no tenía ni dónde vivir. No tenía unos padres con dinero que me pudieran ayudar. No tenía absolutamente nada”, repasó sobre la experiencia que vivió al principio de la pandemia, y declaró que la ayuda sicológica fue esencial para salir adelante. “Tuve que quedarme en casa de una amiga”, prosiguió en detalle, y precisó que si bien “muchas veces mi mamá me decía ‘regresa a Cabo Rojo”, declinó para darse una oportunidad de tener éxito en San Juan.

Su empeño la guió a buscar alternativas. “Cuando llega el famoso cheque del PUA (asistencia de desempleo) mucha gente lo malgastó. Ya había empezado a estudiar estética, mis cursos, y cuando se me dio la oportunidad, compré mi primera máquina de estética y me fui dentro de un ‘beauty’ a un cuartito chiquitito, y por ahí empecé haciendo depilación láser”, recordó con ilusión Stephanie, quien estudió administración cuando cursó estudios en una escuela vocacional. “A los seis meses me fue tan bie, que pude abrir una sucursal, un cuarto chiquitito en Mayagüez”, celebró emocionada.

Prepararse fue clave para expandir sus ofrecimientos y atraer más clientela. “Empecé a coger cursos de esteticista y a certificarme de todas las máquinas que tengo, en diodo láser, me certifiqué en remoción de tatuajes, en ‘spray tan’ orgánico, criolipólisis”, enumeró sobre los servicios que ofrece en la actualidad.

Al año de comenzar, consideró un espacio más amplio. En la búsqueda, lograr el alquiler del local en San Juan también tuvo sus desafíos.

“La ‘realtor’ básicamente me cerró todas las puertas”, recordó sobre sus primeros intentos y aunque el panorama parecía desalentador, insistió.

“Decidí que mis únicos ahorros... yo cogí y le dije a la ‘realtor’: ‘yo te adelanto un año completo’, y ella, como obviamente era una oferta tentadora, después de hablar con la dueña, aceptó que yo fuera la inquilina”, resaltó sobre la arriesgada decisión, teniendo en cuenta la crisis económica que atravesaba el país por la pandemia. “Tenía unas planillas que le daban más confianza a ellos de que yo podía seguir y así estuve tres años alquilada, hasta que se me dio la compra del local”.

Su interés como administradora de propiedades es otra faceta que disfruta, y que surgió cuando su padre adquirió una residencia en herencia. “Una abuelita mía murió. Esa propiedad era de mi padre y él decide venderla, y le dije ‘papi, dame un ‘break’, yo te quiero comprar, pero lamentablemente no tengo el cash”.

Stephanie le propuso pagarle una parte y ser socia para alquilar. “Le dije ‘yo te garantizo que yo te la voy a poner a corto plazo (Airbnb) y le vamos a sacar dinero. Y mi papá confío en mí. Al sol de hoy la tenemos y genera ingresos”, expuso con orgullo. “De ahí empecé a coger préstamos y cogí una segunda propiedad, y una tercera, y ahora tenemos siete propiedades de Airbnb”.

La agenda laboral se mantiene muy ocupada, pero para Stephanie, encontrar un equilibrio con su vida personal es prioridad. “Yo me creo la mujer superpoderosa (ríe). Yo divido mi tiempo para todo. Yo digo que cuando te organizas lo puedes hacer todo”, afirmó la caborrojeña, quien cuenta con seis meses de embarazo.

“Ya mismo viene Sebastián”, dijo sobre el bebé que espera producto de su relación con el cantautor Christian Daniel. “Yo he decidido parar un poquito la carrera de modelaje porque, realmente, mi pasión son los negocios, así que detengo un poco la carrera de modelaje para poder dedicárselo más a lo que es mi familia, a Christian y a Sebastián, y a mi perrito, que es otro hijo”.

El entusiasmo traza su narrativa al compartir sus anécdotas de triunfo. Los momentos difíciles los ve como enseñanzas. Su enfoque es seguir cosechando logros.

“¿Cuántas veces yo he intentado quitarme? Tú no tienes idea”, expuso con énfasis. “Las veces que las máquinas se me dañaban y no encontraba quién las arreglara”, compartió entre los recuerdos. “Es bien difícil, porque no es lidiar con los problemas de día a día. También, es lidiar con los problemas futuros, con problemas que pasan de ahora para ahora, empleados... lamentablemente (el proceso de) los permisos del Gobierno. Son demasiadas cosas que tienes que tener presente para poder llevar un negocio, pero no hay nada que no se pueda”, sostuvo con determinación.

“La experiencia te va enseñando las dificultades, pero se convierten en aprendizaje. No fue fácil, pero cuando tú tienes las ganas, luchas, aprendes, te instruyes y hay motivación. No hay nada en esta vida que tú no puedas lograr”.