Sanjuaneras rescatan a Barrio Obrero de la basura que lo arropaba
Poco a poco se fueron uniendo voluntarios a la iniciativa y comenzaron a educarse sobre el tema del reciclaje.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Poco sabían sobre reciclaje, pero desde 2010, las sanjuaneras Carmen Lidia Febles y Ana Margarita Pérez tenían muy claro su objetivo: crear un programa para rescatar a Barrio Obrero de la basura que lo arropaba.
El dúo emprendió con éxito y hoy son reconocidas como las propulsoras de la Empresa de Reciclaje de las Comunidades aledañas al Caño Martin Peña en San Juan.
“Ana Margarita Pérez y esta servidora empezamos esto sin saber nada de nada. Comenzamos esta tarea observando que los comercios botaban los cartones y la gente bota los periódicos. Y como habíamos empezado a trabajar por el dragado y luego de ver que los vertederos están malos, nos confabulamos y empezamos a hablar con varios residentes. Recibimos un primer donativo y compramos dos envases y comenzamos a orientar a los residentes de cuán importante era para la comunidad comenzar a reciclar”, explicó Febles.
Poco a poco se fueron uniendo voluntarios a la iniciativa y comenzaron a educarse sobre el tema del reciclaje con distintas organizaciones sin fines de lucro. Los dos primeros contenedores los ubicaron en la residencia de Febles. Allí comenzaron a depositar papel blanco entero o triturado, cartón corrugado, plástico y aluminio.
“Por ahí comenzamos. Como todo al principio, hubo personas que estuvieron bien receptivas, otras no. En el 2010 comenzamos con la limpieza de la comunidad y en el 2011 ya estábamos inscritos en el Departamento de Estado. Estaba esta propiedad privada que era de un residente que vivió aquí por muchos años y que estaba abandonada en la calle 14 del sector Barrio Obrero Marina; también la limpiamos y luego la compramos para hacer nuestra sede aquí mismo”, comentó la líder comunitaria al asegurar que la adquisición se dio tras un acuerdo de pago mensual con los propietarios y la intervención del Programa de Comunidades Especiales. La estructura sirve hoy como centro de acopio.
Aunque la tarea de integrar a los vecinos no fue fácil, el grupo visitó a los vecinos del sector casa por casa para entregar envases donados por otras organizaciones con el objetivo de atraerlos a la tarea del reciclaje.
“Nuestro primer donativo fue de parte de Javier Laureano, que era director del Estuario de la Bahía, el cual nos ayudó para comprar los envases para irnos por la comunidad y convencer a algunos residentes de la forma de reciclar”, explicó la presidenta de la Junta de Directores de esta empresa comunitaria.
Este esfuerzo atrajo no solo a residentes renuentes al tema del reciclaje; sino también a miembros de comunidades cercanas que vieron el impacto positivo de la iniciativa en el entorno social del área.
Desde la Parada 18 hasta el residencial Bartolomé de las Casas y residentes de Barrio Obrero llegan hasta el lugar para depositar los materiales reciclables que los voluntarios del centro clasifican y preparan para ser vendidos en distintos puntos del área metropolitana. Con el dinero recaudado de las ventas del material reciclado, la Asociación creó un fondo para ayudar a los residentes de la zona y para continuar remozando el área residencial.
“Para el huracán María compramos matres, juegos de cama, alimentos, medicamentos y otros artículos necesarios para nuestros residentes. Se invierte en algunas cosas de la comunidad y se ofrece trabajo; tenemos una Coordinadora y un chofer pagados y, hasta el momento, 6 voluntarios fijos”, dijo la servidora pública retirada.
Otros voluntarios llegan desde la Universidad Sagrado Corazón, el programa Nuestro Barrio y proyectos enlaces como el mercado agro artesanal y el grupo G-8.
“Este local también les sirve como un centro comunitario para hacer sus reuniones porque aparte de reciclaje, el centro está a disposición de la comunidad”, dijo.
Según van evolucionando en el mercado del reciclaje, Febles y el grupo de voluntarios continúan educando a la comunidad. De hecho, han implementado un proyecto de educación escolar que consiste en visitar las escuelas de la zona y presentar la Empresa Comunitaria de Reciclaje.
“Hay que buscar la forma de motivar a los residentes para que se inicien a reciclar. Para muchos puede ser mucho trabajo, pero se puede. Eso pretende este proyecto de educación; ir por las escuelas ofreciendo charlas sobre el proceso de reciclaje. Con la pandemia nos detuvimos, pero ya comenzamos otra vez”, relató la líder cívica.
“Aquí los jóvenes se integran. Tengo la satisfacción de que cuando ya no estemos ellos seguirán el esfuerzo de mantener la empresa y la comunidad limpia”, dijo la propulsora del proyecto comunitario.