Retratos que hablan de la humanidad
Alejandra Baiz Torres quiere compartir las herramientas de sanación que ella encontró a través de la pintura.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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AGUADA. El arte siempre ha sido una de las mayores expresiones del sentimiento humano; algunas se manifiestan llenas de color y otras están marcadas por sombras entre el blanco y el negro. Dentro del segundo grupo estaban los primeros trazos de Alejandra Baiz Torres, que describían su vida y al mismo tiempo, su proceso sanador a través del lienzo y el pincel.
A escondidas, con unos pocos papeles y lápices, comenzó -a muy temprana edad- a dibujar autorretratos, mirándose al espejo para poder encontrarse y aceptarse ante la dura infancia que vivió entre la escasez económica y un padre alcohólico en el barrio Carrizales de Aguada. Poco a poco sus líneas fueron tomando color y su imagen sombría se iluminó, a sus 19 años, cuando pudo reconocerse a sí misma.
“El arte no es solamente algo decorativo. El arte transmite mensajes, sana, nos ayuda a encontrar quienes somos realmente”, apunta la retratista que hoy, a sus 43 años, recuerda con emoción su historia.
Narra que fue su maestra de primer grado quien la motivó a seguir dibujando, al reconocer su esfuerzo con una pequeña estrella dorada en la frente por obtener el primer lugar en una competencia de dibujo. “Fue el hecho de sentir que había alguien que al fin apoyaba lo que yo hacía y lo celebraba también”, dice Alejandra, quien nunca imaginó que a sus 20 años el arte la llevaría a viajar el mundo “con un pequeño bulto, una maletita de pintura y una gran pasión”.
Perú, Panamá, Escocia, España y Francia fueron algunos de los países en los que vivió y expuso sus obras, encontrando así su amor por la historia y las culturas indígenas. Su inspiración como retratista siempre ha sido plasmar la humanidad de la gente y darle rostro a la historia. Entre libros y experiencias culturales, Alejandra crea una interpretación crítica de lo que no tiene imagen, por lo que pudiera tardar meses y hasta un año haciendo una obra.
“Por ejemplo, esta pintura, - de mujeres ilustres que participaron en el Grito de Lares- una de mis ideas principales era que los maestros en las escuelas, cuando hablen de Mariana Bracetti, tengan una imagen que mostrar, porque no la hay”, explica.
Su visión de exponer aspectos de la historia poco conocidos o aceptados le ganó el premio “Taíno Award” de Aguada, con una pintura en la que representaba una conquista violenta de Cristóbal Colón hacia los indígenas. Sin embargo, la pieza fue polémica, pues la competencia era parte de la celebración de la conquista de los españoles. Tanto así que, cuenta, fue censurada de las actividades oficiales del municipio. No obstante, y a manera de protesta, en 2016 realizó una pintura en vivo, en la plaza pública de la llamada “Ciudad del del Descubrimiento”, en la que volvió a representar al almirante, pero esta vez vestido con gabán y tapándole a ella la boca.
“Aunque me tapen la boca, yo sigo con el pincel en la mano”, puntualiza Alejandra con determinación.
Asimismo, la madre de dos hijos se ha destacado por resaltar la imagen de la mujer desde el pasado al presente. Por lo que en la mayoría de sus obras la figura femenina es la protagonista.
“Yo siempre me pintaba desnuda y era una manera de decir yo soy mujer, yo existo y me acepto como soy. Diría que, aunque a veces esté consiente de eso, siempre siento una inclinación por volver a enaltecer lo que es ser mujer”, expresa la artista, quien además de pintar, confecciona muñecas de tela y es maestra de arte.
Debido a las regulaciones por el COVID-19, al momento Alejandra se mantiene pintando en la sala de su hogar, que se ha convertido en taller, en el barrio Mal Paso de su querido Aguada. “Si no pinto, me muero”, asegura. Pero, su sueño es poder establecer un taller de arte comunitario enfocado en los niños y adultos mayores, para compartir con estos grupos vulnerables el poder sanador de la pintura.
“Si nosotros desde pequeños fomentamos el arte en los niños, le estamos dado herramientas para poder encontrarse a ellos mismos, para poder sanar traumas y encontrar soluciones a los problemas”, concluye la artista, quien dice que en su camino por el mundo ha dejado parte de sus obras como huella de los lugares donde creció como retratista.